Los pasos apresurados de Issabella resonaban en los pasillos del instituto. Apretaba sus cuadernos contra el pecho, con la mirada fija al frente. Su respiración se volvía cada vez más agitada, y sentía cómo sus piernas comenzaban a flaquear.
A lo lejos, alcanzó a ver al profesor de Física cerrar la puerta del aula, su expresión le pareció casi maliciosa. Issabella apretó el paso, decidida a no quedarse fuera, pero, justo antes de llegar, tropezó con algo duro y cayó al suelo. Un quejido familiar la hizo abrir los ojos de golpe.
-¿Siempre tienes que ser tan torpe? -comentó Lynn, sin molestarse en disimular la burla mientras le tendía la mano para ayudarla a levantarse.
Issabella, con el ceño fruncido, ignoró su mano y se puso de pie por su cuenta, sacudiéndose el polvo de la ropa con brusquedad.
-No necesito tu ayuda, ¿sabes? -replicó ella, intentando mantener la dignidad-. Además, tú estabas en medio, así que técnicamente esto es culpa tuya.
Lynn soltó una carcajada sarcástica, cruzándose de brazos mientras la observaba con ese aire de superioridad que siempre la sacaba de quicio.
-Oh, claro, la princesa perfecta no comete errores. ¿También fue mi culpa cuándo prácticamente te tiraste encima, en mi casa?-replicó Lynn, sin dejar de sonreír con ese tono burlón.
Issabella apretó los labios y cruzó los brazos, tratando de contener su rabia. Pero antes de que pudiera responder, el timbre sonó, anunciando que llegaban tarde. Sin decir una palabra, ambas intercambiaron una mirada de desafío y echaron a correr hacia el salón, casi compitiendo por quién llegaba primero.
Cuando alcanzaron la puerta, ambas golpearon al mismo tiempo, y el profesor de Física abrió, mirándolas con fastidio.
-Llegan tarde, otra vez -dijo con tono severo.
Antes de que Issabella pudiera hablar, Lynn se adelantó.
-Lo siento, profesor, me retrasé un poco al tener que esquivar a personas que no saben caminar en línea recta -dijo, mirando de reojo a Issabella.
Issabella frunció el ceño, mordiéndose la lengua para no replicar. Al final, el profesor, poco interesado en sus disputas, les hizo una seña para que entraran.
-Y que esto no vuelva a repetirse.
Ambas tomaron asiento, intentando evitar mirarse, pero el ambiente entre ellas se sentía tenso. Lynn se inclinó hacia ella con una sonrisa desafiante y susurró:
-¿Sabes? Me encantan estos momentos en los que me doy cuenta de que soy mejor que tú en algo tan simple como caminar.
Issabella le lanzó una mirada fulminante, acercándose para susurrar con tono sarcástico:
- Eres insoportable, Loud.
Ambas se apartaron al mismo tiempo, como si estuvieran decididas a ignorarse, aunque sus miradas se cruzaron una vez más, llenas de esa chispa de desafío que ambas parecían disfrutar.
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-¡Y ella cayó encima mío de nuevo! -exclamó Lynn, su voz resonando en el amplio gimnasio mientras lanzaba el balón con fuerza hacia la otra canasta.
Su mejor amiga, Zia, y su compañera de fútbol, Antonella, la miraban atentamente. Antonella tenía una sonrisa burlona en los labios, disfrutando de la frustración de Lynn, mientras que Zia, más reservada, parecía debatirse entre reír o preguntar si todo estaba bien.
-A ver, Lynn, admítelo... -dijo Antonella, cruzándose de brazos-. Te gusta que Issabella siempre termine encima de ti, ¿verdad?
Lynn puso los ojos en blanco, bufando.
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Love Grows
Ficção Adolescente¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acció...