5. Otra loca noche de Sábado

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Un despertar inesperado

Claramente, quien peor estaba llevando la separación era Darío. Frecuentemente salía a bailar los Viernes y/o Sábados a la noche, con el único propósito de despejar su mente de todo ese pesar que se había apoderado de su corazón desde aquel momento en que Adam cruzó la puerta de su casa con Ainhoa en brazos. Pero en el fondo, no disfrutaba en lo más mínimo ese "nuevo" (y viejo a la vez) estilo de vida. Cada vez se sentía más culpable.

Al día siguiente, siempre despertaba con una resaca muy fuerte y sin recordar mucho de la noche anterior. Desde que sucedió todo el incidente con Jimena Barón, tenía miedo de volver a repetir la misma historia. Y peor aún: que saliera en las noticias y, por ende, que Adam se terminara enterando.

Una de esas mañanas, con los primeros rayos del sol pegándole en la cara, Darío despertó nuevamente con dolor de cabeza intenso.

Darío: - Qué bestia que soy, loco... Última vez que tomo tanto.

Cuando se iba a levantar para cerrar las cortinas blackout, sintió un peso sobre su cuerpo y un aroma a dulce de leche, mezclado con un fuerte perfume femenino, invadieron su olfato. Fue allí cuando sus ojos casi se salen de sus cuencas al ver a una mujer morocha, de largos cabellos y delgada durmiendo apaciblemente a su lado, boca abajo y con poca ropa. Ante esta visión, el futbolista gritó espantado, causando que la morocha se despertase bruscamente.

Mujer: - Che, buenos días antes que nada, ¿no? ¿Así te parece que se despierta a la gente, Pipita? - dijo entre risas la chica, y luego le plantó un beso en la boca al jugador.

Darío, asqueado, se pasó un brazo por la boca, como intentando quitarse el beso de la fémina.

Darío: - ¿Quién sos? ¿Y qué hacés en MI cama?

La mujer se rió nuevamente, pero esta vez a carcajadas, achinando sus ojos color ámbar. Acto seguido, le palmeó la espalda.

Mujer: - Primero que nada, me llamo Julia. Segundo, tu pregunta está de más. Es obvio lo que pasó acá. Qué NO hicimos, sería lo más adecuado para preguntar.

Darío se agarró la cabeza, consternado. Miles de pensamientos pasaron por su mente en cuestión de minutos. ¿Quién los habría visto saliendo del boliche? ¿Cuánto tardarían las pruebas en llegar a las manos de la prensa amarillista?

Darío: - ¡No puede ser! ¡Esto es un error! Nadie puede saber esto. Yo tengo familia...

Julia: - Bueno, hubieras pensado en eso antes, nene. Y por mi parte no te preocupes, soy una tumba. Aunque no me arrepiento de nada - hizo una pausa para acercarse más a él y abrazarlo por los hombros - Pero te voy a ser sincera, si hay alguien de quien deberías preocuparte, siendo justamente vos, es de los periodistas. Alto bardo se te va a armar si alguien nos grabó ayer en Mandarine. Aunque bueno, es parte de ser famoso, es lo que vos elegiste. Y hasta donde sé, vos ya venís teniendo quilombos mediáticos hace rato, papi.
¿Qué tanto?

Darío (indigando): - ¡¿"Qué tanto", me decís, Julieta?! Si mi marido se entera, me mata. Y yo sí quiero a mi familia. Soy el peor ejemplo para mi hija.

Julia: - Mirá, en primer lugar, soy Julia. No Julieta. Y después, mal ahí, loco. No sé qué decirte, pero podés echarle la culpa al alcohol. Esa es la vieja confiable. Aunque me llama la atención que siendo casado, salgas a tirar la chancleta y encima solo. ¿Por casa, cómo andamos? Y yo a tu marido acá no lo veo, rey.

Me dediqué a perderte (Benedetto x Bareiro) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora