Nota: Esta historia no contiene ship alguno, pero igualmente espero que la disfruten, por obvias razones, hay partes de la historia que no van con el canon.
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Observó con dolor a su hijo, el miedo en sus ojos es real, la respiración entrecortada, sabe que el recuerdo está ahí cada que cierra los ojos en este fin de semana.
-Respira hondo bebé, vamos, respira... - le dice con suavidad mientras sujeta sus mejillas para depositar dos tiernos besos, probablemente muchos piensen que es demasiado mayor para los apapachos maternos; pero él, él ama los besos y cariños de su madre.
-¿Y si fallo? ¿Y si choco de nuevo? ¡¡Ellos me van a odiar!! - la tormenta de pensamientos no cesa en su cabeza que ve el panorama oscuro
-No vas a fallar - la firmeza en su voz le hacen prestar atención. - Lo harás bien, y pase lo que pase no habrá fallo porque habrás dado lo mejor de ti, ¿oíste? Nada de negatividad, saldrás ahí mañana, pondrás tu mejor sonrisa y lo harás excelente, yo confío en ti, te amo desde el momento en el que supe que estabas dentro de mí y no podría estar más orgullosa de todo lo que has logrado... -
Sonrió con sus ojitos llorosos. - gracias Má, necesitaba escucharlo, yo también te amo -
Lo mira dormirse lentamente mientras se queda a su lado tarareando la vieja canción de cuna que le cantaba cuando era pequeño.
ִֶָ࣪☾.*ੈ✩‧₊˚༺🐘༻*ੈ✩‧₊˚🐘 *ੈ✩‧₊˚༺🐘༻*ੈ✩‧₊˚ִֶָ࣪☾.
-Bebé! ¡Baja de ahí! ¡Ya te bañaste y te vas a ensuciar de nuevo! - el pequeño saltó con su viejo peluche de caballo que se rehusaba a soltar sin importar cuan desgastado estaba.
-Mami, cuando crezca quiero ser piloto como papi - oyó al pequeño y sonrió, su bebé tenía un gran sueño ahí.
Lo escuchó hablar de coches y carreras hasta que lentamente se había quedado dormido al arrullo de su canción favorita para dormir. - Tus ojitos de luz, el llanto no ha de nublar ven, mi amor, nadie nos ha de separar...-
Ojalá su bebé nunca creciera, se sentía egoísta de pensarlo, pero el mundo era un lugar cruel y su pequeño despistado un alma noble, demasiado suavecito para un mundo despiadado.
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Observar a su país, a su casa rendirse a sus pies, siempre le conmovía profundamente el alma. Habían sido largos duros y de soledad, el camino al éxito había sido cuesta arriba desde el momento en que había puesto un pie en él.
Nada se le había dado por garantizado, cada paso a la cima había sido como cuando era un bebé y estaba aprendiendo, pequeños pasos temblorosos pero seguros y luego caer, llorar, limpiar la herida y volver a intentarlo con un poco más de miedo y la misma seguridad a pesar del medio.
