Recaídas

144 4 5
                                    

Han pasado dos semanas desde que ganamos el clásico, no he sabido nada más de mi madre, lo cual me hace pensar que ha vuelto a Tenerife ya que se dio cuenta de la mala decisión que estaba tomando. He estado mejor, a ver, los problemas siguen ahí, pero están un poco más alejados últimamente. Ahora estoy con los chicos y Amy en la habitación de Pau y Lamine, jugando al fifa, como siempre.

-A qué hora juegas hoy fifa's queen -preguntó Marc.

-Jugamos a las siete -respondió Amy ya que yo estaba muy ocupada ganándole a Lamine otra vez.

-Emma ya no juegues más, ya suficiente nos has humillado -reí ante el comentario de Lamine.

...

Faltaban tres minutos para que acabase el partido, me encontraba en el banquillo cuando Raúl, mi entrenador, me dijo que iba a entrar. Mientras esperaba para entrar, miré a las gradas, este partido era importante, por lo que vi a mis amigos animando. Pero lo que me sorprendió fue verla allí, mi madre había venido, ella también se encontraba animando. Mi estómago se revolvió y se me hizo un nudo en la garganta, yo, no la odio, nunca podría hacerlo, me guste o no, todo lo que tengo es en parte, gracias a ella. El silbato del árbitro dándome la entrada al partido me sacó de golpe de mi trance.
Al entrar noté su mirada fija en mi, pero decidí dejarlo para luego y centrarme en el partido, el cual resultó victorioso para nuestro equipo. La emoción de la victoria me hizo olvidarme momentáneamente de lo que tendría que afrontar en unos minutos. Nada más salir del vestuario vi a mis amigos, Pau tenía una notable cara de preocupación.

-La viste -me preguntó Cubarsí directamente.

-Si, estará en la salida supongo.

Y efectivamente, mi madre se encontraba en la salida, le pedí a Pau y a Lamine que me dejaran sola y se llevaran al resto del grupo a otro lugar.

-Nos vamos a alejar un poco, pero vamos a estar pendientes de ti.

Tenía miedo, pero tenía que enfrentarme a esto, despacio, me empecé a acercar a mi madre, la cual permanecía inmóvil.

-Felicidades por la victoria cariño.

-Gracias.

-Me alegro de verte.

-Mamá, ¿por qué estás aquí?

-Vaya, vas al grano. Pues es que vas a volver.

-No, no lo haré y lo sabes.

-Alejandro quiere que vuelvas -oír ese nombre hizo inmenso el nudo en mi garganta.

-Pe-pero porque ahora -contesté con la voz quebrada, no iba a llorar, no podía pedirle ayuda a mis amigos porque eso supondría dar explicaciones para las que no me sentía preparada y fragmentar mi orgullo enfrente de mi madre.

-No lo sé -su expresión era seria.

-No podéis hacerme esto, no otra vez.

-Emma, deja de dar problemas, no es tan difícil. Siempre has sido un lastre para la familia, por una vez, obedece -esas palabras hicieron que explotara.

-Pues a lo mejor si soy un lastre y por eso me fui, ahora no tenéis ningún derecho a hacerme volver, ni tú, ni Alejandro, ni nadie. Y como que obedezca, nunca te preocupaste por mi, y ahora tengo que hacerte caso -dije casi gritando, seguido de una risa irónica.

Aprender a querernos -Marc BernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora