"Y debo mencionar que tu ausencia me duele más que nada, pero confío plenamente en la casualidad, en la situación en la que nos conocimos. No intentaré olvidarte porque te amo, y sería engañar a mi corazón, y ya me he engañado a mí mismo, ¿no lo crees?
Sé que mi alma está destinada a la tuya, o eso quiero pensar."
Quiero que sepas más que nadie, que soy el narrador más poco confiable que alguna vez conocerás. Esta es la historia del primer amor; de mi primer amor, porque quiero inmortalizarlo, mencionarlo para que exista; para que sea mi rumor en la nostalgia.
Ya la intensidad del sol manchaba mi piel con sus fugaces rayos; me quemaba, me hacía intolerante a ellos, pues, por alguna razón, había quedado atrapado en la ventana, sin escapar del peso de aquella luz. Y disculpenme si menciono esto más de una vez, pero quiero hacerte presente que aquel verano marcó tanto mi existencia que ahora me es imposible no pensar en él si no veo directamente al sol. Y, es que, mientras me derretía como el hielo, fue en ese instante, justo cuando la incomodidad rozaba mis límites, que sentí su mano
—Iván —llamó él, su voz quebró el silencio. Y, sin poder evitarlo, desvié la mirada, encontrándome con sus ojos—. ¿Estás bien? —preguntó él, con una expresión extrañada, algo arrugada. Estaba inquieto, ¿tal vez? Algo que en otros, quizás, habría pasado desapercibido.
Apenas sonreí, disimulando, y le aseguré que todo estaba en orden. Sin embargo, su mirada parecía ver más allá, y antes de que pudiera decir algo más, él ya me había extendido una botella helada, colocándola entre mis manos con determinación.
—Toma —murmuró, mientras volvía a perderse en el paisaje tras el vidrio. Lo observé un instante antes de susurrar un suave —Gracias—, dejando que una sonrisa discreta se dibujara en mis labios.
Till era un compañero más de clase, nada más allá de lo interesante de lo cotidiano. No podría considerarlo mi amigo, porque nunca habíamos cruzado más de dos frases, lo cual, si me cuestionan, era algo triste. Aunque, para ser honesto, tampoco sabía cómo acercarme. Él parecía tan en su mundo, que creería que por eso se mostraba tan solitario... aunque no siempre era así. A veces lo veía con otras personas de la clase, como Mizi, o... bueno, Mizi. Fuera de esos momentos, no lo veía con nadie más. Y era curioso, ¿sabes? Que yo haya terminado con él en los asientos del bus, sabiendo que no soy para nada un solitario. No quiero ofenderlo ni nada, no hay nada malo en aislarse, siempre y cuando sea algo prudente, claro. Soy un buen delegado, eso sí, y que también quede atrapado por las quejas de los compañeros. Pero eso da igual, porque cuando miro a mi alrededor, observó cómo algunos ya parecen agotados, con la cabeza apoyada en las ventanas, mientras otros siguen hablando y riendo como si nunca fueran a detenerse. Era uno de esos viajes escolares en los que, de algún modo, terminas sentado junto a alguien que apenas conoces.
Lo volví a mirar, y, sin pensarlo mucho, tope su hombro y él me miró casi exaltado, fue gracioso, y si no fuera porque su celular casi vuela literalmente, me hubiera reído.
—¿Pasó algo? —preguntó con el ceño fruncido. ¿Se había molestado? Por un segundo, lo pareció. Sin embargo, no le di mucha importancia, así que solo me limité a sonreír.
—No, no, no... en absoluto —le respondí, intentando suavizar el ambiente—. Solo que el volumen parecía bastante alto —comenté, haciendo referencia a los auriculares. Él los miró como si se hubiesen desconectado, pero no, no era así. Su expresión se volvió difícil de leer, una combinación curiosa entre enfado y algo cercano a la vergüenza, como si lo hubiera tomado desprevenido. No era mi intención incomodarlo, solo quería hablar con él.
Así que, buscando romper la tensión que había creado, le dije con una sonrisa:
—Se escucha interesante, ¿de quién es?
Se quedó en silencio, sorprendido. Me miró y, con un aire de recelo, se acercó un poco más. Actuaba como si quisiera decirme un secreto, o quizá solo quería que lo creyera así. Yo lo observé, y, sin saber muy bien por qué, también me acerqué a él. La distancia entre nosotros se desvaneció hasta que sentí su hombro rozar el mío. En ese momento, supe que él estaba confiando en mí, o al menos quería creerlo.
Con un susurro, me dijo algo que apenas alcancé a escuchar. Pero, un segundo después, sus auriculares estaban en mis oídos, y la melodía me envolvió. Era intensa, potente, y mientras la escuchaba, él me miraba de reojo, como buscando mi aprobación. Le sonreí y asentí, aunque no era fan de este tipo de música. En ese momento no importaba; lo único que importaba era él. Y supe, al ver sus ojos, que había caído.
—Entonces... ¿te gusta? —preguntó, su mirada fija en algún punto lejano mientras esperaba mi respuesta. Y no sé por qué, de repente, estaba sonriendo como un ¡¡tonto!! Qué manera tan despiadada de perpetuarse a uno mismo... Ojalá que esa tarde en el bus hubiera actuado diferente. Pero supongo que es así como suceden estas cosas, ¿no? En el momento, todo parece simple, cotidiano, hasta que es demasiado tarde para volver atrás. Y ahora tu voz me resuena en el aire que inhalo. ¿Me hablas de amor al pasar? Da igual. Y, siguiendo el relato...
—Sí, está... interesante, diferente a lo que suelo escuchar —le respondí, sin querer sonar demasiado entusiasta.
Él sonrió orgulloso, casi también entusiasmado.
—¿Sí? ¿En serio te gustó? A veces siento que nadie entiende las cosas que realmente me gustan, ¿sabes?
Su comentario me tomó por sorpresa. Le sonreí, aunque él no lo notó, y solo respondí:
—Bueno, yo creo que te entiendo... al menos un poco.
Till volvió a mirar hacia su lado, e Iván lo observó en silencio, aún con el eco de la música en sus oídos. Nunca había reparado demasiado en él, en esa expresión tranquila, casi inalcanzable. Y ahora, de alguna forma, sentía que ese silencio le decía algo que aún no lograba descifrar. Justo cuando pensó en apartar la vista, Till se giró y sus ojos se encontraron, dejándolo con una extraña sensación que no supo cómo interpretar.
Cuando finalmente el autobús llegó, ambos bajaron. Iván no pudo evitar mirar de reojo a Till, quien, sin decir una palabra, le dirigió una breve sonrisa antes de desaparecer entre la multitud.
"Quizás podamos ser amigos."
ESTÁS LEYENDO
Algo sobre nosotros.
FanfictionSchool AU Ivan siempre ha sido alguien práctico, con sus ideas claras, al menos en apariencia. Una tarde en especial, durante un viaje escolar cualquiera, cambiara su vida de una forma que no había previsto. Por que, seamos sinceros nadie reconoce e...