El día de la última carrera de la temporada, la tensión en el paddock era palpable. Carlos, exhausto pero satisfecho con su desempeño, se despidió de los mecánicos y compañeros del equipo cuando sintió unas manos familiares rodeándolo en un abrazo fuerte. Era Lando.
“Te extrañé, tío,” dijo Lando, sin soltarlo del todo. Había una mezcla de alegría y nostalgia en su voz. A pesar de los caminos que los separaron cuando Carlos dejó McLaren, su amistad había sido única, marcada por risas interminables y una conexión genuina que no se desvaneció con la distancia.
Carlos sonrió y devolvió el abrazo. "Y yo a ti, Lando. No es lo mismo sin ti por aquí."
Lando, con su típico humor, sonrió con un toque de tristeza. "Siempre serás mi ‘smooth operator’, ¿sabes?" Ambos rieron, recordando los días en que compartían estrategias en la pista, y se tomaron un momento para procesar todo lo que habían vivido juntos. En medio de esa charla, Lando miró a Carlos con una mezcla de curiosidad y algo que no pudo definir del todo.
“No es que quiera meterme donde no me llaman,” empezó Lando, con su tono juguetón, “pero he notado que tienes una conexión especial con Charles.”
Carlos bajó la mirada, sintiéndose sorprendido de lo perceptivo que era Lando. Con un suspiro, asintió. “Es complicado, pero sí, es algo… especial.”
Lando asintió comprensivo, dándole una palmada en el hombro. “Solo quiero que seas feliz, Carlos. No importa con quién o dónde. Pero ya sabes que siempre te apoyaré.”
Ese gesto llenó a Carlos de gratitud. Sabía que Lando era un amigo incondicional, alguien que siempre estuvo allí, y en ese momento comprendió que su amistad sería una constante en su vida, sin importar los caminos que tomaran. Con Lando, tenía un hermano, un aliado incondicional, mientras que con Charles, había encontrado el amor.
Carlos abrazó a Lando una vez más, dándose cuenta de la suerte que tenía de contar con amigos tan auténticos y sinceros. Aquel abrazo, esa última carrera, y las miradas cómplices compartidas con Charles esa noche cerraron el capítulo de una temporada inolvidable en la que Carlos descubrió no solo su fuerza en la pista, sino también el valor de los lazos irrompibles que había formado, tanto de amistad como de amor.