La misión había culminado con éxito, ahora solo quedaba hacer el reporte y cada uno de los adultos podría ir a su casa.
- Seño Ijichi. Tenga - ofreció Kento, era un café bien cargado. Para desgracia de ambos, la investigación realizada fue un tanto tediosa así que tuvieron que trasnochar recabando toda la información. Ahora ya eran pasadas las 6:00 p.m. y el cansancio les vencía, los estudiantes ya se habían retirado a sus respectivos dormitorios, sin embargo, ellos debían continuar. - sí que fue un día largo, eh ¿Ijichi?
- Desde luego señor Nanami, gracias. - dio un sorbo a ese negro café y sintió cómo el calor bajaba por su garganta, activando un poco sus casi dormidas terminaciones nerviosas - En días como estos, me pregunto si algún día todo será más sencillo.
- Jamás lo será. - Afirmó Nanami - Como adultos no queda ser firmes y enfrentarnos a lo que venga, protegiendo a todos aquellos en menores condiciones. - Su expresión era rígida y resignada, ¿En verdad quería eso? - Sigue siendo un asco ser hechicero, pero entre esto y ser un oficinista, prefiero recibir una mejor paga exorcizando maldiciones.
Ijichi lo miraba con una expresión plana pensando en que era una persona que aparentaba bien sus convicciones, "Ese hombre es un ser vacío", se dijo. ¿No hay un motivo más allá de ello?, ¿no quiere ayudar al mundo a ser un mejor lugar?. Nada. Ijichi comprendía que Nanami no tenía un motivo puro de corazón por el qué ser un hechicero. "Yo quiero hacer de este un mundo mejor", pensó Ijichi, "Yo quiero ayudar a proteger a todos".
Nanami le empezaba a caer mal.
Luego de escribir durante un rato y terminar el reporte, lo dejaron en la secretaría del director Yaga y salieron al patio un momento antes de partir a sus casas.
- Sentémonos un momento Ijichi. - le indicó Nanami, palmeando el espacio de la banca junto a él para que Ijichi pudiera reposar ahí - No creo poder manejar con este cansancio, creo que me duelen hasta los dientes.
Ijichi se sentó a su lado y contempló las luces del atardecer. Ese lugar se sentía tan pacífico a veces que uno se olvidaba de los terrores que acechaban por los alrededores. Compartiendo un grato silencio a pesar de sus diferencias, Ijichi trataba de escarbar en la mirada de Nanami, algo ahí debería indicar el por qué de lo que hacía. "Hace un tiempo no visito a mi madre", pensó Ijichi. Con la cabeza en las nubes, el sueño le venció y terminó reposando su cabeza sobre uno de los hombros de Nanami.
Kento veía a Ijichi respirar pausadamente, "¿En verdad se durmió?", "Bah" no era de esperarse pues él mismo estaba muy cansado también y sentía una enorme pesadez por todo el cuerpo. Era como si fuese Kento quien estuviera durmiendo en lugar de Ijichi.
De pronto un pensamiento llegó a él, "¿Cuándo despertaré?".
Le dolía la cabeza terriblemente, así pues tomó de un solo trago todo lo que le quedaba de café, estaba muy amargo. - Ijichi, despierte - le dijo. Se veía tan calmado, tan suave. Ese hombre de seguro lleva una vida hogareña muy pacífica, pensó. "¿Por qué nunca conversé con él antes?", cierto que no estuvo cerca por mucho tiempo. "Ijichi parece saber escuchar", "¿Qué se sentirá ser como él".
- Ijichi, despierte - le volvió a decir, esta vez enderezándose un poco en su asiento. Ijichi bostezó ligeramente.
- ¡Oh! - se sorprendió - Disculpe Nanami, qué falta de prudencia la mía. - Se enderezó rápidamente y se levantó sacudiéndose algunas hojas que habían caído sobre su regazo - Lo mejor será que me marche. Hasta luego, Nanami. - Ijichi hizo una reverencia y se dirigió a su auto.
- Hasta luego, Ijichi - contestó Kento, no muy seguro de haber sido escuchado por el subdirector.
"Su compañía es reconfortante", se dijo Kento.
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El Estoico y El Leal
FanfictionKento es un hombre recto, amable y testarudo, que se ha quedado estancado en los dolorosos recuerdos de un acontecimiento trágico. Aunque a ojos de los demás sea una persona poco expresiva y menos emotiva, en lo profundo de su ser, su alma llora por...