Capítulo 2

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—Buen día, Kim —dijo Jong-in, sonriente.

—Buen día, Jong-in —respondí igualmente con una sonrisa, atando mi cabello en una coleta.

—¿Viste a Rosé afuera? —escuché a Nayeon susurrar.

—No... ¿Ella no ha llegado? —miré hacia su asiento; no estaba ni siquiera su maleta, y aunque la conocía de pocos días, Rosé siempre llegaba antes que todos nosotros.

—Nop, y Shepherd ya va a cerrar la puerta —seguimos la mirada de la rubia y era cierto: Shepherd estaba cerrando la puerta.

No pasaron más de diez minutos cuando se escucharon dos toques. El salón quedó en silencio. El maestro detuvo su explicación, miró hacia la puerta y siguió con su cátedra, como si nada hubiera pasado.

—Profesor, de seguro es Rosé —dije—Quizás se le hizo tarde o...

—Kim, guarde silencio —me observó por encima de sus anteojos—. Como les decía, la anatomía celular comprende...

—Por favor, profesor —Nayeon casi suplicó—. Rosé es una de las primeras en llegar; algo debe haberle pasado.

Silencio de nuevo; el hombre suspiró.

—Tiene razón, señorita Im —respondió Shepherd—. "Claro, y a mí me manda a callar". Entrecerré los ojos, negando con la cabeza.

Una vez que mi querido educador abrió la puerta, una agitada Rosé empezó a explicar rápidamente.

—Lamento muchísimo esto, doctor Shepherd. Mi amiga tuvo que ir al nuevo auditorio y no sabía cómo regresar a su clase.

Alguien tosió detrás de mí, por lo que me fue imposible escuchar lo que el profesor le había preguntado.

—Sí, doctor; ella misma... En serio, corrí todo lo que pude... —decía entre pausas debido al cansancio.

—No te preocupes, lo entiendo. Pasa y pide los apuntes —se hizo a un lado mientras la rubia pasaba.

—Muchas gracias —susurró mi compañera mientras caminaba hacia nosotros.

—¿Qué ocurrió, Rosé? —interrogó Nayeon apenas Rosé colocaba su trasero en el asiento.

—Lisa —dejó escapar el aire de sus agitados pulmones.

Le presté mis notas y la clase continuó. Como todos los días, formamos grupos y las horas pasaron volando.

Era increíble cómo en apenas cuatro días había establecido tan buena relación con estas personas; eran mucho mejores que aquellos a los que había conocido en mi época del colegio, con excepción de Jisoo, obviamente, a ella la conozco desde la escuela.

—¿Vienes, Kim? —dijo Jong-in cuando casi llegábamos a la rotonda.

Mis ojos viajaron hacia la misteriosa chica que el primer día me había ayudado a llegar a mi edificio.

A decir verdad, la veía todos los días. Si bien podría usar alguno de los caminos alternos, me gustaba observarla; su forma tan relajada me llenaba de un extraño sentimiento.

Un extraño y hermoso sentimiento que no podía descifrar.

—WOW, Jen, detente... estás algo confundida. Quizá fue la cantidad de formol que aspiraste hoy —me recriminé.

—Planeta Tierra llamando a Jennie —Jong-in chasqueó sus dedos frente a mí—. Oh cielos, la clase de hoy en verdad te ha dejado mal —decía muy divertido.

—Gracioso, gracioso —le di un suave golpe en el brazo, riendo también—. Disculpa, ¿qué me decías?

—Que si vienes a comer con nosotros.

—Claro —asentí mientras veía a Rosé despidiéndose de nosotros.

—¿No vas a venir? —Nayeom cuestionó a Rosé.

—No, chicos, quizá otro día. Diviértanse.

—Tú igual —grité yo, pues la rubia ya iba a medio camino.

Vi que llegó hasta donde estaba la misteriosa chica, hija de las tinieblas, aborto de Megan Fox, prima hermana de Satanás, creadora de Charlie Charlie... si supieran cuántos títulos le he otorgado.

Rayos, estaba divagando y... ¡Oh, Hipócrates!

¡La chica linda —las heterosexuales podemos llamar linda a otras chicas, solo quería aclararlo— y Rosé son amigas!

Y yo que pensaba que las esperanzas de relaciones sociales entre extranjeros en este país eran imposibles. Gracias, Obama. Bueno, bueno. Chiste malo

Casi inmediatamente se unió al dúo de amigas una pequeña chica, que al principio pensé que era la hermana menor de la chica misteriosa, pero su piel era bronceada y tenía tetas de mujer. Pequeñas, y eso, pero tetas de mujer son tetas de mujer.

—¿Por qué rayos me ando fijando en eso? —pensé.

Vi a las tres amigas alejarse, caminando con el resto de la multitud. Rosé hablaba animadamente mientras la más pequeña reía y se abrazaba de la cintura de la chica misteriosa.

—Debería ya saber su nombre, no la llamaría "Chica Misteriosa" por el resto de la vida.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando vi a la joven de negro sonreír.

Demonios, su sonrisa era demasiado hermosa.

Le dirigí una última mirada y seguí mi camino.

—Oye, ¿sabes por qué el libro de matemáticas se deprimió? —me preguntó Jong-in mientras caminábamos.

—No, ¿por qué? —le respondí, curiosa.

—Porque tenía demasiados problemas. —Se rió, y no pude evitar sonreír por lo malo que había sido el chiste

"Mi problema definitivamente era aquella chica misteriosa"

Colors - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora