Enzo es una persona muy sociable, siempre lo ha sido y duda que eso vaya a cambiar; siempre encuentra un tema de conversación o alguien con quien hablar. Es una "mariposa social" por naturaleza que no conoce mucho la vergüenza y miedo al rechazo no tiene, si alguien no le da bola es porque es un ortivo.
"Ellos se lo pierden" pensaba internamente, sosteniendo su sonrisa.
No es raro que en las fiestas, Enzo se haga nuevos amigos y vaya de un grupito a otro; siempre riendo, bailando y tomando a la par. Obviamente que los chapes tampoco faltaba, aunque eso depende de sus ánimos y de si encuentra buena compañía, no es como si se besara con todo el mundo solo porque si, quien diga lo contrario es un mentiroso.
En fin, que esta vez no sería la excepción, sus amigos habían desaparecido sin decirle nada y él no es niñera de nadie, fue a divertirse y eso va a hacer. Sin perder tiempo, con una cerveza en mano y ganas de bailar, fue perdiéndose entre los grupitos; conociendo a un montón de personas de las que luego ni se acordará, bailando con todos un poco. No va a mentir, ya está algo tomado, no lo suficiente para hacer alguna estupidez, pero si para sentir la lengua algo pesada.
Detalles.
Luego de liberarse de los brazos de una minita insistente y hacer sus necesidades básicas (mear), recorre el lugar sin un rumbo fijo, no tiene nada en particular para hacer y le duelen un poco los pies como para seguir bailando. Algo perdido, llega a un ascensor; con una sonrisita traviesa, sube al mismo y presiona todos los botones, son tres pisos y está más que dispuesto a conocerlos todos.
El primer piso está conectado a la planta baja, es un tipo balcón con una barra propia y unos sillones cómodos. Nada muy llamativo la verdad; un poco más íntimo, sí, pero nada de otro mundo.
Con una mueca, presiona el siguiente nivel, pero un segundo antes de que las puertas se cierren, un extraño las detiene y entra sin más, algo agitado. Enzo lo observa de reojo y no puede contener la gran sonrisa que se le forma bajo la máscara (porque él se niega a sacarse esa cosa por más que le cueste respirar, totalmente entregado a ser Deadpool).
—¡Eu!— grita sin darse cuenta, riendo algo bobo. El chico voltea a mirarlo y ambos se quedan así por un momento, como si conectarán sus neuronas.
Inesperadamente, ambos estallan en un ataque de risas sin ningúna razón, la situación es tan bizarra y graciosa de por si, aunque tambien puede ser que estén más borrachos de lo que creían.
Otra vez, detalles.
—No creí que te preocuparas tanto por los ciudadanos que hasta los cuidás es las fiestas— suelta Enzo, aún con los restos de risas en su voz.
—Así es la vida de un súper héroe, siempre al pendiente de las amenazas— responde el otro, haciendo un gesto de resignación finguida —Y vos estás acá porque...— deja la frase al aire para que él la continúe.
Con una sonríe aún más grande, se aclara la garganta —Tengo un objetivo al cual buscar, cosas de mercenario y eso— dice de forma vaga, apoyándose contra una de las paredes metálicas.
—Por eso mismo es que no puedo descuidarme— justifica el desconocido, simulando enojo —Un segundo de paz nomás quiero— habla al cielo.
Enzo suelta una jadeo exagerado y lleva sus manos a su cara, haciendo ojitos de bajo de la máscara —Owww ¿Viniste para cuidarme, arañita? Yo sabía que me amabas con locura y que te preocupabas por mí— acusa con una voz aguda y melosa.
Ambos vuelven a reír por la mediocre escena que acaban de montar.
Enzo cree que la tonadita cordobesa hace todo aún mejor.