Híbrido

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Akash había cogido el arma de uno de sus compañeros caídos e intentaba disparar a las ruedas del coche. Dios bendiga su mala puntería.
Sarai apuró al conductor a subir al coche e irse de ahí sin ella. Lo importante era salvar a Travis y ella misma se encargaría de distraer a aquel demonio.
El conductor no paraba de quejarse de su plan suicida.

- Pero el comandante se enfadará si despierta y...- Antes de que pudiera terminar su frase Sarai lo agarró del cuello de la camisa y lo miró enfurecida.

- Os tenéis que ir ya.-dijo recalcando la ultima palabra.

El pobre joven no se atrevió a replicar mas así que mientras el intentaba mover el coche aun asustado por el sonido de los disparos Sarai echó a correr hacia Akash y antes de poder golpearle con el puño él se esfumó entre la niebla y apareció unos metros mas allá. La chica suspiró oyendo como el coche derrapaba antes de salir por el callejón. Ahora solo tenía que acabar con ese enemigo aunque cada vez le pesase más el cuerpo.

- Eres incluso mas resistente de lo que creía. Ya deberías estar tirada en el suelo.- Akash la miraba con asombro, realmente extrañado.

- Tu sí que estarás tirado en el suelo cuando yo acabe contigo. Justo antes de que tu cuerpo se convierta en cenizas.- A Sarai le estaba costando mantenerse en pie pero no dejaría que él se diera cuenta de eso.

Akash río divertido mientras se acercaba a ella.- No soy un demonio y por tanto, mi cuerpo no se convertirá en cenizas, preciosa.

La joven fijó la vista en los ojos grises del hombre en frente suya y supo que él decía la verdad.

- Un híbrido.- logró susurrar sorprendida antes de caer al suelo. No podía sostenerse en pie.

- Entiendo las ganas que tienes de matarme ahora mismo pero no podrás volver a luchar.

Sarai no entendía lo que le pasaba. El mismo cosquilleo en las piernas que sintió al golpear a Akash estaba volviendo pero con mucha más fuerza que antes hasta convertirse en un dolor insoportable.

Detrás de Akash aparecieron cientos de demonios más. Algunos obligaban a unas mujeres a caminar, otros llevaban unos pequeños bebés en brazos o simplemente se limitaban a mirarla fijamente.
Ella estaba derrotada tanto física como emocionalmente. No solo había perdido a tres de sus compañeros sino que ahora veía como todos esos demonios se marchaban y ella no podía hacer nada.

-¿Qué me has hecho?- Sarai dirigió su pregunta a Akash porque sabía que sus piernas empezaron a fallarle en el momento en el que le golpeó a él con ambas.

- Te avisé de que no era buena idea tocarme. Lo siento.- Akash la miraba con lástima. Incluso parecía arrepentido pero ella no se dejaría engañar por él.
Sarai le escupió mientras el desaparecía en el aire dejandola sola en un callejón oscuro e incapaz de volver a caminar.

Giró la silla de ruedas y siguió esperando alguna señal de los Ridders mientras se felicitaba por haber sobrevivido aquella noche. Recordaba haberse arrastrado hasta la salida del callejón y allí consiguió la ayuda de desconocidos que le consiguieron una silla de ruedas.
Mas tarde vacío todas sus cuentas bancarias y desapareció de la vista de los Ridders. Nunca más podría volver a mirarles a la cara. Les había fallado a todos. Scoot. Rayleigh. Son nombres que siempre llevaría como peso sobre sus hombros. Ni siquiera sabía si Travis había sobrevivido.

Sarai suspiró aun sintiendo como la culpa le presionaba el pecho. Parecía que los Ridders no pensaban atacar antes de darle a ella un aviso pero tampoco veía el aviso por ningún lado.
Cogió el teléfono para decirle a Gemma que no pasase por ahí hasta nuevo aviso cuando vió el correo que trajo antes su amiga. Entre el montón de cartas y propaganda que había resaltaba una sola hoja blanca en su totalidad excepto el pequeño cuervo negro pintado en una de las esquinas. La señal. Y entonces... se desató la guerra.

Vive para morir #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora