Alec Volturi, miembro del poderoso clan de vampiros, siempre ha seguido las reglas, pero cuando conoce a Emilie Cullen, su mundo se desmorona. La atracción es instantánea, había encontrado por quien esperó siglos.
Desde el primer momento supo que er...
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Después de trece horas de viaje que parecieron eternas, la menor de los Cullen estaba en su destino.
Llegó a Forks en compañía de Alice y Jasper, que la habían esperado en el aeropuerto de Port Angeles; en la siguiente hora de camino a casa le terminaron de contar los detalles que Emmett había olvidado en la llamada y explicaron a mejor detalle la situación.
Estacionaron el auto frente a la casa de los Cullen, Emilie se sintió de vuelta en su hogar. El viento chocó en su rostro y movió su cabello, lo recibió con una sonrisa; amaba el clima de Forks. Sin duda extrañaba el lugar, también a su familia. En los dos años que estuvo ausente solo había visto algunas veces a Rosalie y Emmett, no podía esperar el momento para ver a los demás. Independiente de la razón de su regreso, estaba feliz.
Observó a su alrededor, su mirada se posó en el bosque frente a la casa, dónde solía pasar la mayoría del tiempo cuando aún residía con su familia, algunas veces Edward le hacía compañía. Anteriormente eran cercanos, los únicos solteros en la familia que perdían el tiempo hablando sobre si alguna vez encontrarían a su compañero, ahora él lo había hecho, aunque fuera una humana.
Emilie no estaba en contra de ello, estaba feliz de que su hermano ya no estuviera solo, su única molestia sobre el tema era no haber sido tomada en cuenta en todos los problemas que habían surgido y tuviera que enterarse por "el chismoso" de Emmett, como ella lo llamaba. Quizás no lo habían ocultado con mala intención y solo querían cuidarla, pero era molesto para ella que la vieran incapaz de ayudar sin ponerse en peligro.
Al entrar a la casa, los primeros en recibirla fueron Carlisle y Esme.
— Llegaste — murmuró Carlisle. Estaba feliz de verla después de dos años, pero no tan contento de la circunstancia — Te extrañamos — la recibió con un cálido abrazo.
Emilie lo adoraba. Estaba agradecida de haberle dado una segunda oportunidad de vivir y de ofrecerle el calor de una familia y amor paternal que nunca tuvo en su vida humana. Para ella, más allá de ser su creador, lo veía como un padre.
Se apartó de él con una sonrisa — No pareces tan feliz — Bromeó.
— Lo estoy — Aseguró sonriendo.
— Todos lo estamos — Esme se acercó a recibirla.
— También los extrañé.
— ¿Me incluye? — Emmett llegó con Rosalie a su lado.
— A todos menos a ti.
— Que lastima.
— Luces hermosa — Rosalie se separó de su pareja y se acercó a Emilie, admiró el rostro de la menor con una sonrisa antes de abrazarla.
Aunque la rubia solía ser distante y despectiva con la mayoría de las personas, con Emilie era diferente, le demostraba afecto.
Cuando se separó de Rosalie, le sonrió a Emmett, demostrando con el gesto que también lo echó de menos. No lo admitía pero lo extrañó más que a sus otros hermanos, le habían hecho falta sus ocurrencias.