Hay cuatro cosas que toda madre logra hacer y nadie entiende cómo:
1) Terminar con la paciencia de sus hijos.
2) Buscar cada momento para reprenderlos.
3) Indagar sus vidas privadas.
4) Hacerlos confesar.Con mis años de experiencia como profesora ya había aprendido de memoria las diferentes personalidades y actitudes que habitan en un aula. Eran exactamente los mismos que había en mi época, sólo que con diferente peinado.
Estaba el grupito de chicos sentados al fondo con los que tenía que trabajar el triple para que entiendan los ejercicios. Estaban los que me entregaban las hojas en blanco para ponerse los auriculares y escuchar su tipo de música, de la que estoy completamente desactualizada. En el otro bando estaban los inteligentes, no eran más de tres, los únicos que les preocupaba terminar el colegio con buenas notas y hasta me ayudaban explicándoles a sus compañeros. Y estaba ese grupito que tanto odiaba en la secundaria, que tantos problemas me habían traído, que tantos celos había sufrido. Ese grupito del que tristemente formaba parte uno de mis hijos.
-Me has cansado. -Le quité el móvil en medio de la clase, de paso también le saqué el espejito a su compañera de asiento. Si había que pasar vergüenza frente a todos, lo íbamos a hacer.
-¡Mamá! -Gritó Bruno. -Solo estaba contestando un mensaje, nada más.
-Sí, el mensaje más largo de la historia. Desde que llegué que estás con el teléfono. Estoy explicando un tema nuevo, si no me quieres prestar atención es tu problema. Nos vemos en septiembre. -Y volví a pararme frente al pizarrón para seguir escribiendo números y letras, cuando el sistema de numeración se juntaba con el alfabeto se volvía un caos. Bruno solo se cubrió la cabeza con la capucha de su sudadera de graduados y se acostó sobre el banco para dormir los próximos cuarenta minutos.
Desde que Martín estaba en una relación con Lucía, su hermandad se había desgastado bastante. Ya no se sentaban juntos, no compartían el recreo, ni se intercambiaban para aprobar los exámenes. Y eso los ponía mal. Lo dije una y mil veces, son dos personas diferentes con exactamente el mismo cuerpo sin siquiera un lunar de diferencia.
-Ma... -Pare mi viaje por los pasillos del colegio hacia la sala de maestros para atender a Martín -¿Me das el móvil de Bruno? -Revolví en mi bolso, se lo pensaba devolver cuando llegue a casa pero bueno...
-¿Qué le pasa a tu hermano?
-Yo que se... hace tiempo que no hablamos. -Precisamente, hace tiempo que habían dejado de ser hermanos.
"-¿Qué ha pasado que me has llamado cinco veces? -Pregunté cuando me separé de su boca. Me saqué la chaqueta y lo abracé.
-Nada, tenía ganas de estar contigo. -Sonreí, me encantaba que él se desespere por un segundito conmigo. Dio unos pasos hacia atrás para terminar acostados en la cama y continuar exprimiendo nuestros labios.
-Bueno, si no era para nada importante, me voy a estudiar. -E hice el amague de levantarme para volver a mi casa.
-¿Cómo nada importante? Tu novio siempre tiene que ser más importante que cualquier universidad.
-Sí, pero tengo dos exámenes en esta semana. Te voy a tener que dejar de lado un ratito. -Planté un beso en su nariz y me paré para volver a agarrar mi chaqueta.
-Sí, que tengo algo importante para decirte. -Lo miré y me mordí el labio inferior. Hacía cualquier cosa para que me quede a su lado. -Me voy a confesar."
Como decía, ya tengo cancha en esto de la docencia. Hasta me había vuelto experta en adolescentes enamorados. Era ver chicos mirándose, acariciándose y besándose en medio de mis clases. ¡Si lo habré sufrido con Hayley! y ahora lo sufro con Martín que aprovecha cada segundo para estar junto a Lucía. Pero en alumnos con el corazón roto todavía no me había especializado.
Era por eso que me enfermaba ver a Marina con la cara perdida cada vez que Bruno hacía un chiste en voz alta. Pero mucho más me molestaba que mi hijo no le haga ni caso con tal de hacerse el langa con las otras compañeras de su clase e incluso otras más pequeñas que él.
-¡No me hables, te lo dije! -Grité al llegar a nuestra casa. Bruno y yo estuvimos peleando todo el camino.
-¿Pero qué es lo que te molesta? ¿Qué le haya dicho que no?
-¡Me molesta que la hayas echo llorar! ¿Qué necesidad tenías de tratarla tan mal, de decirle todas esas cantidades de cosas? -Y yo lloraba peor de lo que se había puesto Marina.
-¡Eran chistes! -Discriminar a una chica no eran chistes para mí. -¡Todos nos reímos!
-¡Pero ella no! ¿A ti no te entra nada en la cabeza? -Y le discutía como si estuviese hablando con el joven Harry, aunque la realidad no se alejaba demasiado. Bruno se comportaba igual que su padre. -¿No te das cuenta que la pobre chica está enamorada de ti? -Por un breve segundo vi a mi hijo sonreír pero no llegué a confirmarlo que volvió a ponerse la capucha de su chaqueta e ir directo a encerrarse a su cuarto.
"-¿Te acuerdas de la vez que te llevé el uniforme viejo de Perrie a tu casa? -Asentí. Ese que estaba perfectamente, doblado y perfumado, sin ningún tipo de rotura. -En realidad te lo había comprado yo. Sí salías con la ropa de Perrie era muy probable que vayas desvestida al colegio.
-¡Con razón! -Ahora cerraba todo.
-¿Te acuerdas de cuando estuve con Sabrina en la discoteca? Bueno, lo hice para darte celos porque estaba enfadado con la bofetada que me habías pegado.
-Te lo tenías merecido. -Y besé su mejilla para compensarlo.
-Ya lo sé... ¿Y te acuerdas cuando te mandé un mensaje para tu cumple de quince? Desde las diez de la noche tenía el mensaje escrito en el móvil y estuve esperando que sean las doce en punto para apretar "enviar" y ser el primero en desearte feliz cumple. -Reí de sus ocurrencias.
-No te tenía tan tierno en esa etapa.
-¿Y la vez que te ayudé a practicar educación física? Estuve muy preocupado por ti ¡Hasta discutí con la vendedora del negocio para saber que osito de peluche te podría gustar más!
-Todavía lo tengo al lado de mi cama. -Hasta tenía un poquito de su perfume para las noches que lo extrañaba.
-¡Ah! En el cumple de Perrie, os escuché hablando de mi. Cuando mi hermana te dijo que yo estaba enamorado de ti y no sé cuantas cosas.
-¿Nos escuchaste? ¿Y por qué no hiciste nada?
-Porque no lo quería aceptar. Tenía miedo... Ahora me arrepiento.
-¿Alguna otra confesión?
-No... Bueno sí. Cuando estábamos saliendo, estaba completamente enamorado de ti. Y la cantidad de veces que me viste con otras chicas, en realidad era para hacerte enfadar.Siempre pensaba en ti , todo me hacía recordarte. ¡Incluso, muchas veces le decía tu nombre a las chicas con las que salía!
-Te amo. -¿Qué más podía decir?"
-El trabajo práctico se hace en parejas, las mismas que mencioné hace un rato. No hay excepciones y no pueden cambiarse de pareja. Son cincuenta ejercicios, las fotocopias os las doy ahora. Sí, va con nota. -Contesté antes de que me pregunten. -Acordaros de que algunos de vosotros necesitais un diez para aprobar. -Y miré a mi hijo y su grupito. -Teneis dos semanas para hacerlo, si teneis alguna duda me preguntais en las clases o si me encontrais en el pasillo. No tengo problema. Así que... si nadie tiene ninguna objeción, os invito a sentaros con vuestra pareja. -Busqué un fajo de hojas en mi bolso mientras escuchaba el ruido de los bancos y sillas correrse. Me acerqué a Bruno que seguía juntando su carpeta y su cartuchera para trasladarse de asiento, al lado de Marina. Le dejé las cuatro hojas de ejercicios y también un beso en su mejilla por la confesión que me había echo esa misma noche. "A mi también me gusta, pero tengo miedo. No sé que hacer."
N/A: Esto llega a su fin.
Nos leemos después amores , Selley xx.
ESTÁS LEYENDO
Instrucciones Bajo Cero | Jarry | {Book 2} {Adaptación}
FanficUn buen entretenimiento para tu hija adolescente que acaba de cortar con su novio es, sin duda alguna, como te enamoraste del tuyo. ©I do not own anything. Todos los derechos reservados a la autora. Esta novela NO está escrita por mi y no ha sido re...