10 | Debería haber estado ahí

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10 | DEBERÍA HABER ESTADO AHÍ

*So far away - Avenged Sevenfold

17 años

Ax

Recorrí los pasillos del instituto con una extraña oleada de estrés.

Los exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina, sorprendentemente, nos estábamos tomando los ensayos más en serio que nunca y, además de todo eso y del trabajo en el restaurante, había conseguido que mi novia dejara de darle vueltas al tema y aceptara la propuesta de formar parte del equipo del club de fotografía y del periódico del instituto.

Y estaba demasiado orgulloso de que lo hubiese hecho.

Ni los chicos ni yo acudíamos a ninguna extraescolar en el instituto. Si ya de por sí se nos hacía dura la estancia por las mañanas, no teníamos especial interés en pasar todavía más horas en ese centro, pero yo jugaba a rugby en el equipo del instituto, por lo que también entrenaba ahí tres días a la semana.

Últimamente sentía que no tenía ni un solo segundo para siquiera respirar, así que aprovechaba cualquier momento para pasarlo con ella. Ya de por sí me sentía mal por no poder dedicarle el tiempo que se merecía, y era una verdadera tortura no poder hacerlo, porque desde que estábamos juntos, era lo único que quería hacer a todas horas.

Tiré de la manilla de la puerta y me sumergí en una habitación a oscuras en la que solamente podías guiarte por esa tenue —y un tanto inquietante— luz roja. Ahí, entre las guirnaldas de fotografías que colgaban de pared a pared, se encontraba ella. Reinaba un silencio sepulcral ahí dentro, y ella se movía con una gracia mecánica entre los productos químicos y las bandejas tendidas en la mesa que quedaba frente a ella. Estaba ajena al mundo exterior, tan solo concentrada en las fotografías y su trabajo.

Con manos expertas, Penny tomó con suavidad un papel fotográfico y lo sumergió en la primera bandeja de revelador con cuidado hasta que, lentamente, la imagen comenzó a aparecer. En silencio, la observé fascinado. La mitad de las veces que me hablaba sobre su trabajo no entendía nada, pero me encantaba escucharla durante horas y horas divagar sobre lo que le gustaría hacer en el futuro, sobre esos pequeños propósitos con los que soñaba incluso despierta. La fotografía era su pasión, aunque me había fijado en que le llamaba mucho más el mundo de la grabación. de los documentales y de todo el trabajo que había tras ellos.

Pen se inclinó hacia adelante y un par de mechones rubios se soltaron de su habitual coleta, cayendo hacia adelante mientras esperaba paciente a la transformación de aquella foto en blanco y negro y, de pronto, cobraba vida.

Con movimientos precisos y pausados, usó las pinzas para trasladar la fotografía a la segunda bandeja, lo que, si bien recordaba, era el fijador. El ocre olor de los químicos por poco me provocó estornudar y maldije mentalmente. No quería interrumpirla.

De pronto, ese estrés que llevaba asfixiándome últimamente se transformó en un estado de paz total, tanto física como mental. Sabía que este era uno de los pocos momentos tranquilos y solitarios que tenía durante el día, y también lo mucho que le había costado ceder y aceptar el puesto en el club y las pequeñas discusiones entre nosotros que había provocado el tema.

Una vez analizó la foto ante la luz rojiza con una ceja enarcada, repiqueteé mis nudillos en la puerta para no sobresaltarla demasiado. Sin embargo, no me escuchó. Ni siquiera se inmutó.

Una sonrisa se instaló en mi boca en el instante en el que advertí que llevaba los cascos puestos. Incluso desde la distancia a la que me encontraba de ella pude reconocer perfectamente la canción que sonaba a través de ellos. "Say you like me", de We the kings.

Un solo ritmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora