Mei llega al Glade con algo que nadie más tiene: sus recuerdos. Fingiendo haberlos perdido, evade ser enviada al laberinto mientras busca respuestas sobre la muerte de su padre y la verdad detrás de todo. A medida que se sumerge en este mundo lleno...
El viento silbaba suavemente a través de los corredores desiertos del edificio, mientras las sombras danzaban al ritmo de las linternas que apenas lograban iluminar su paso. Mei, con la mirada fija en el suelo mirando aquellas huellas, caminaba en silencio, sumida en sus pensamientos. A su alrededor, el grupo se movía con precaución, como si el más mínimo sonido pudiera atraer la atención de algo que preferían no enfrentar.
El aire, denso y cargado de polvo, parecía aplastarlos. Aunque el peligro acechaba en cada esquina, había algo más pesado flotando entre ellos, la duda, el miedo, y una tensión que ninguno se atrevía a mencionar. Cada paso resonaba demasiado fuerte, como un eco en un vasto vacío.
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─ “Creo que debemos separarnos en parejas para investigar el área. No sabemos lo que podríamos encontrar aquí” ─ sugirió Aris, su voz apenas un murmullo en el ambiente opresivo. La decisión fue recibida sin protestas, todos asintieron en silencio, como si el mero hecho de hablar pudiera atraer algún peligro oculto.
Mei se quedó quieta un momento, observando a Minho desde la distancia. Su mente era un torbellino de pensamientos que no lograba ordenar, y la incertidumbre la envolvía como una niebla espesa. Respiró hondo, luchando por calmarse, cuando sintió que alguien la sujetaba suavemente del brazo.
─ “¿De verdad te vas a ir con él?” ─ susurró Matt cerca de su oído, su voz cargada de una mezcla de preocupación y algo que Mei no pudo identificar del todo. Giró la cabeza ligeramente, encontrándose con sus ojos claros que la miraban con intensidad.
─ “Sí, eso es lo que pienso hacer” ─ respondió con sinceridad, aunque sentía su corazón latir más rápido de lo que habría querido admitir. Hizo una pausa breve, evaluando su próxima sugerencia antes de añadir. ─ “Podrías ir con Ben, él está solo.” ─ Sus palabras salieron más leves de lo que pretendía, acompañadas de una sonrisa casi imperceptible, como si intentara restar importancia a la situación.
Matt frunció el ceño, claramente insatisfecho con la respuesta. ─ “¿En serio? ¿Me estás mandando con él? Ni siquiera lo conozco” ─ Mencionó, la incredulidad palpable en su tono. Mei asintió lentamente, sin apartar la mirada, firme en su decisión. Matt suspiró, visiblemente frustrado, pero no insistió. Rodó los ojos con resignación y, sin más opciones, se dirigió hacia Ben, quien esperaba a pocos metros inspeccionando el lugar.
Mei lo observó alejarse un momento antes de girarse hacia Minho, que seguía examinando los alrededores con atención. A cada paso que daba hacia él, sentía cómo su corazón latía con más fuerza, una mezcla de ansiedad y nerviosismo que no lograba controlar. Cuando llegó a su lado, las palabras parecieron salir de sus labios antes de que pudiera detenerlas.
─ “¿Puedo ir contigo?” ─ preguntó, con la voz apenas más alta que un susurro, mientras intentaba mantener la compostura. Minho la miró, su rostro intenso al verla, y asintió sin decir una palabra. Aunque sus pensamientos y corazón se volvían locos por una pequeña interacción con ella, por una razón que seguía siendo desconocida para él.
