Capítulo 47. Al Rojo vino

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Morgan

—¡Dioooos! ¡Estoy tan emocionado por la graduación! —Erick saltaba de la emoción mientras caminábamos hacia el centro comercial. Se giró para mirarme—. ¿Y tú?

Me sentí un poco nerviosa al notar sus ojos sobre mí, y reí con timidez; aún me sentía agotada por lo que había pasado con la madre de Elizabeth. Solo podía pensar en esa Pobre mujer.

Asentí y le sonreí.

—Sí, algo —respondí, aunque intentaba disimular, mis respuestas eran secas algo que Erick ya había notado desde que salimos del instituto.

Aceleró unos cuantos pasos y se detuvo delante de mí, deteniendo mi paso. Gracias a Dios, no lo hizo en medio de la avenida, donde pasaban algunos autos.

Lo miré algo confundida, y él, sin dudarlo, volvió a hablar:

—Dan, desde hace rato te comportas raro. Te saltaste una clase después del receso y llegaste callada —cruzó los brazos—. No quise preguntar porque supuse que era por Cauich y por la clase de Cristhian, pero ya es suficiente y... —bajó un poco la mirada, como un niño pequeño—. ¡Soy tu mejor amigo, tengo que saber qué pasa!

Guardé silencio unos segundos antes de responderle. Sabía que Erick no me juzgaría ni iría a contarlo, pero el hecho de no sentirme cómoda con el tema hacía que prefiriera callar.

—Mmm... —lo miré algo desanimada.

Erick se ofendió y me dio la espalda.

—¡Si no me dices, significa que ya no seremos amigos! —se cruzó de brazos y yo reí en voz baja.

—Oh, nooo —exclamé sarcástica, volviendo a reír pero Suspiré y tomé a Erick de la mano—. Es... un poco complicado para mí contarlo.

Erick se volvió de nuevo hacia mí, ahora con una expresión preocupada, y me abrazó.

—Estaré aquí para ti... —me acomodó en su pecho y reí nuevamente.

—¿A pesar de que hace un momento dijiste que no seríamos amigos?

—¡Ya sabes cómo soy! —me soltó y volvimos a caminar—. Pero, por más difícil que sea... necesito saber.

Ambos soltamos una carcajada que, a los pocos segundos, se desvaneció. Él guardó silencio, esperando a que le contara.

—Bueno... aagh... —me llevé la mano al cabello y lo acaricié suavemente mientras entrábamos a la plaza—. Estuve con la madre de Elizabeth y... fue un momento bastante extraño.

—¿Pasó algo?

—Bueno... la primera impresión fue: "¡Me quitaste a mi marido!" —lo dije en voz alta y algunas personas que caminaban cerca nos miraron, pero Erick y yo seguimos nuestro paso.

Erick levantó una ceja.

—¿Y si lo hiciste? —Abrí los ojos, sorprendida, y lo miré indignada. Él solo rió—. Bueno, bueno, a ti que te gustan los viejitos...

—¡Oye! ¡Nooo! No me metí con su esposo —me crucé de brazos mientras caminábamos hacia la zona de comida.

Nos formamos en el local de pizzas y, al poco tiempo, tomaron nuestra orden: mitad piña y mitad pepperoni.

Nos sentamos en una de las mesas que aún estaba desocupada.

—Entonces, ¿por qué diría eso? —Erick me miró fijamente; era obvio que el tema le interesaba.

—Resulta que... me parezco a la mujer con la que... —hice un gesto extraño con las manos— ¡Con la que la abandonaron!

Erick se quedó estático y sorprendido.

El dolor de ser nosotros ✔️ Editando Donde viven las historias. Descúbrelo ahora