Mini
En mis veintisiete años de edad, jamás había entrado a la empresa de papá. Esto siempre fue un terreno peligroso e indeseable. No por mi padre, pero sí por el resto de personas que trabajan aquí.
Creo conocer a casi todos por las fiestas a las que me obligaban a ir de pequeña, pero jamás he hablado con nadie a excepción de Joseph y Darcy. Camino hasta mi nueva oficina sintiendo sus miradas en mí, pero no me detengo, ni les doy importancia. Sé que soy la novedad y ellos son solo personas curiosas que quieren entender un poco qué hace aquí la hija rara de los Danvers.
Mi oficina está al final del corredor, justo en frente de la de papá y lo suficientemente lejos de Darcy como fue posible. Al abrir la puerta, me encuentro con un lugar sombrío y aburrido, pintado y decorado en tonos grises. Suspiro y me acomodo en mi escritorio. No sé qué debo hacer, pero asumo que lo principal es prender la computadora. Giro la butaca y me quedo mirando el ventanal. Londres es sin duda hermoso, y lamento que muchas circunstancias me han llevado a asociarlo con cosas tristes.
—Pedí que te trajeran una planta o algo, pero no lo hicieron a tiempo —dice mi padre cuando entra a recibirme.
—No hay problema, solo será un mes. ¿Lo recuerdas? —le digo con una sonrisa.
—Joe me comentó que hablaron un poco. No seas dura con él... —dice mi padre.
—¿Te dijo que fui dura con él? —pregunto sorprendida. No creo haberlo sido.
—No, esto te lo pido yo. Sé que no estás feliz con esto, pero créeme que él tampoco. No es fácil vivir sabiendo que tu padre fue asesinado y menos que a los treinta años aparezca un hombre a decir que hay algo más.
—Lo sé, papá. No es mi intención ser mala con él. Sé que el hecho de que esté aquí fue tu idea.
—No me culpes por querer volver a verte a diario. Sé que no vas a creerme, pero te extraño todos los días. Eres mi hija.
—Yo también te extraño... siempre —le contesto. Soy consciente de todas las veces en que rechacé su idea de visitarme, pero no es que no lo quiera. Simplemente, que los recuerdos aún duelen.
—Pero solo será un mes, eso fue lo que acordamos.
—Lo tengo presente, hija. No te pediré más. Lo prometo.
—¿Por dónde se supone que debo comenzar? Joseph dijo que conseguiría algunas cosas de su padre, pero no estoy segura de que encontremos algo que sirva.
—Ganate la confianza de Fred. Creo que yo empezaría de esa forma. Métete en la casa de los Levan.
—¿Me pides justamente a mí que sea una persona adorable y social? —pregunto con una risa incrédula.
—Darcy y Fred no se llevan bien. Él no te conoce. Han pasado diez años, cariño.
—Lo intentaré, pero quiero que sepas que ese enano siempre me pareció un tonto —reímos.
Por fin, la jornada laboral termina y me preparo para irme. Necesito con urgencia volver a Brixton, alejarme de esto y salir con mis amigos. Quiero volver a ser la Mini que soy desde hace diez años y que solo en un par de días parece estar apagándose de a poco.
La mayor parte de los empleados ya se han ido y el lugar parece aún más desolador. Camino por el pasillo y me detengo en la puerta de la oficina de Fred. La última vez que lo vi fue en una de las tantas fiestas que organizaba su madre; calculo que tendría entre catorce y quince años, y el enano ya era un patán.
—¿Minerva, cierto? —me saluda con una sonrisa que me provoca un rechazo difícil de explicar.
—Sí, ¿Fred? —respondo.
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Iman
Chick-LitMini y Joe se conocen desde siempre, pero nunca se preocuparon por hablar el uno con el otro, diez años despues de la ultima vez que se vieron la vida los hace volver a coincidir para trabajar juntos en un objetivo importante: descubrir si el asesin...