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Antepenúltimo Capítulo

Jungkook estaba fuera de control, la tierra no dejaba de temblar mientras que sus aullidos llamando a su mate estaban causando estragos hasta en el cielo cuyo color era rojo.

Sus ojos rojos lloraban mientras que su cuerpo sufría cambios, volviéndose el doble de su tamaño a la vez que doblaba su fuerza y poder.

Jungkook comenzó a escanear el lugar, todos y cada uno de su manada se arrodillaron ante el, colocando sus manos en el suelo, la manada de Jimin procedió a hacer lo mismo, entonces luego la de Tae también.

El elegido por la diosa Luna había recuperado todo su poder y ahora venía por sangre, por la sangre de sus enemigos y de aquellos que le habían arrebatado y roto el corazón, al matar a su mate.

Todos lo que no se inclinaron venían con el ejército de híbridos de Ría y los muertos que Inguk había traído consigo.

Entonces a una velocidad increíble Jungkook fue cortando las cabezas de cada una de estas cosas y cortando cada una de la cabeza de esos mitad lobos. Inguk estaba furioso, no solo porque su plan estaba arruinado, este era, matar a Ría y a Jungkook y quedarse con Danrah y no le importaba criar los hijos de ella con tal que se quedara a su lado.

Pero ahora todo estaba arruinado.

Por tal motivo, Inguk no se movió, ni dió más pelea, le pareció una pérdida de tiempo, ya Danrah no estaba, ¿Qué sentido tenía quedarse en la tierra de los vivos si ahora ella estaba en la tierra de los muertos? Por eso al momento del ataque de Jungkook, él no se movió un músculo, la mano del Alfa traspasó el pecho de Inguk quitándole el corazón por la espalda.

—Ahora te toca a tí, estar sin ella —fueron las últimas palabras de Inguk. Sus ojos se cerraron segundos después, pero Jungkook permaneció igual.

Soltó el corazón del lobo, sacó la mano del pecho del cadáver, pero aún seguía transformado en su forma humana pero en el doble de tamaño.

Nadie se atrevió a moverse de su posición, todos esperando a ver qué haría Jungkook después.

Todos aquellos seres que estaban de pie allí, comenzaron a fundirse con el suelo, hasta que se volvieron polvo, Jungkook seguía en el mismo estado, pero a pesar de eso Lucy se acercó.

—Alfa, tus cachorros están a salvo —ella los tenía en los brazos.

Jungkook los miró y volviendo a llorar, los tomó en brazos, abrazándolos y dejando besos en ambas frentes, muchos aún dudaban en hablarle y en siquiera acercarse a él, aún estaba transformado.

Sin decir alguna palabra aún, entregó nuevamente a sus hijos a Lucy para luego salir corriendo, todos los alfas de la manada lo siguieron en caso de que él los necesitara.

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