Capítulo 9: Llegan los enemigos

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Capítulo 9: Llegan los enemigos.

“También pelea duro”.

Perseguir a lady Velaryon es más fácil ahora que perdió en el camino a casi todos sus guardias, no sabe si le gusta pasearse por los campamentos o solo es una niña mimada, «mimada sí, inocente no», es una víbora  envuelta en piel humana. Su sirvienta personal es una joven con vestido apagado como su aura, se llama Katherine y Lillyane la persiguió con cautela por el lugar hasta llegar a una tienda donde los soldados se pararon impidiendo el paso.

—Deseo entregarle algo de parte de mi señora a Lord Stark —dijo esa voz tan suave y gentil que podría derretir los corazones, pero no a los guardias de Lord Stark.

—Ante mi señor solo puede presentarse con un aviso previo —respondió uno de los hombres tan serio como severo.

—Nuestro Lord planea el ataque junto a Lord Tully. Se prohibió cualquier interrupción que no sea de vida o muerte, ¿cuál es su asunto, señorita? —intervino con más respeto.

Katherine escondió el papel y solo negó retrocediendo hasta salir del lugar: “Un asunto personal”, los ojos oscuros de Lillyane la observaron desde su escondite.

¿Entregar una carta? Realmente envió a su sirvienta a confesar su supuesto amor a ese Lord altivo de temple frío, esta información la puso feliz, eso quiere decir que se arriesgó por el más fuerte y con la peor reputación: “El carácter de Lord Cregan Stark es de temer, su temple frío como la nieve que cae en Winterfell y sus ojos feroces cual lobo Huargo”. La noble trucha está en paz en su estanque lejos de los colmillos de la serpiente al menos.

En su opinión más personal no pudo elegir peor, pues ese Lord no le da una segunda mirada, inclusive a veces siente que ve más al escudero Godfred que a Baelys Velaryon. Pero esa mujer tiene sus trucos y trampas, está segura: «Obtendrá lo que desea», esa es la más cruda naturaleza de las nobles damas, de una u otra forma siempre se salen con la suya.

Estuvo todo el día pensando en acciones malvadas de lady Velaryon, ella pretende limpiarse ganandose al más fuerte de la manada en este momento, primero fue Lord Tully pero cuando apareció otro con un mayor ejército no dudó en cambiarlo como si de ropas se tratase, todo es un accesorio al final del día.

Lillyane tiene las marcas en su cuerpo, nunca se borraran de ella, las heridas que se habían infectado hace años y curado de mero milagro, se preguntó si lady Velaryon sentía algún tipo de vergüenza al recordar lo que le hizo a ese escudero sin nombre, ¿ella siquiera lo recuerda? Lo más posible es que no, personas como aquella no sienten pudor ni compasión, pero Lillyane no es de una raza diferente, si tan solo su isla no hubiera caído ya habría intentado maquinar varias cosas en contra de esos Westerosis.

Elbert se desapareció unos días así que fue al lado de Luxó para salir al campo de batalla cuando su campamento se movió, de por sí las estrategias son guiadas por la mano de los líderes, Godfred como un pequeño escudero el cual tiene la simpatía de Lord Tully por ser “algo gracioso”, no lo hace participe del círculo donde se toman decisiones, ni siquiera supo cuándo se halló en medio de campo verde con un ejército frente suyo, la sangre se desparramó por la tierra húmeda del camino y con ello se escuchó el rugido de un dragón.

“El príncipe Daeron huye con el traidor de la capa blanca”, se oyó por parte de los soldados quienes sabían sin certeza lo que ocurría, solo suponen.

—¡No se separen! —gritó con su espada en la mano, la flecha se la atravesó y la espada cayó de una manera ridícula —. ¡Ah, maldición! —«Espero que nadie haya visto eso», no es una herida grave, sacó la vara y la tiró para ir hacia delante con su caballo.

En el frente pudo ver una figura de cabeza roja avanzar sin casco, supo entonces que Lord Tully no es un jovencito cobarde sino un fiero guerrero, lanzó sus flechas a los enemigos siempre impactando y su hermano se unió a su baile con su espada.
Se dijo que al frente de los enemigos quien se hallaba era nada más ni menos que Lord Boros Baratheon, los hermanos se pusieron eufóricos.

Tanto fue el ímpetu de Lord Kermit Tully que no pudo ver a un soldado Baratheon quien se levantó herido pero con un cuchillo en la mano listo para apuñalar la espalda del Lord, es un último respiro de vida el cual usará para acabar con su enemigo, los Baratheon odian todavía más a los Tully.

Lillyane lo pensó un segundo, realmente la muerte de Lord Kermit Tully sería celebrada en las islas como lo fue la muerte de Elmo Tully llamadolo “el sediento” por haber bebido agua contaminada, pero a Godfred no le afectó en lo más mínimo lo que pasen en las islas de hierro, ¿acaso debe? Cuando se pone esa armadura Lillyane Botley de luz Solitaria es avasallada por el alma del guerrero y fiel servidor.

—¡Abajo! —gritó en su dirección y lanzó su cuchillo de cinturón, el joven la escuchó y cayó al piso dejando pasar el arma aguja en el aire.

Lord Tully agradeció con su sonrisa complacida cuando vio caer al cadáver, realmente le gustó mucho ese escudero.
Con su buena acción del día Lillyane cabalgó por los costados balanceando su espada, es difícil pues una de sus manos está herida pero el calor que recorre las venas no deja sentir algo como dolor. En un momento su caballo fue derribado pero no impidió que continuase con su lucha a pie, no es el guerrero más ágil o fuerte, solo “tiene sus mañas”.

—¡Maldito cobarde, me tiras tierra a la cara! —gritó un hombre tomándose el rostro, la hoja pasó fácil por el cuello ante la distracción. Por suerte nadie está muy atento a los métodos que usa el escudero.

En su frente y persiguiendo los pasos de los llamados traidores un lobo llevó a su manada a cazar dragones, Lillyane nunca había visto un dragón correr de un lobo, pensó en su corazón: «también pelea duro», no lo puede ver pero escucha los gritos de sus enemigos maldiciendo el nacimiento de Lord Cregan Stark y los muchachos del río.

En su lugar no quedó más gente por matar, solo heridos tirados en el suelo, los hermanos Tully se precipitaron hacía el sitio de Boros Baratheon sin dejarlo huir de su juicio, será un duelo, aunque el Baratheon ya tenía varias heridas de muerte en su cuerpo.

Lillyane quedó parada entre los cadáveres con su rostro manchado por un lado con sangre y del otro por el barro del suelo, el aire huele mal y ella misma apesta, de pronto un caballo pasó a su lado y un joven de rostro más blanco que el mismísimo blanco le ordenó: “acaba con ellos”, es la orden que dió Lord Benjicot de la casa Blackwood y Lillyane vestida del líder escudero asintió con sumo respeto.

Siempre debe haber una fruta podrida en el cajón, el joven Lord Blackwood resultó ser un hombre que no perdona y no tiene piedad, envió al líder escudero a rematar a los sobrevivientes pues no deseaba volver a ver banderas verdes nunca en lo que le queda de vida.

«Ha enviado a la persona correcta», pensó dando la orden de no dejar ni a uno con vida, el ejército norteño y los ribereños marcharon tras el príncipe dragón y su escolta dejando así todo en las manos viciosas de los carroñeros.

Con hacha la cual robó de un cadáver se aproximó a los sobrevivientes, le gusta hacer esto: no puedes decirle a un árbol que deje de ser un árbol, no le pidan a este grupo no rebuscar en las prendas de los enemigos luego de acabar con sus vidas sin compasión alguna.











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Nadie.

Yo: Más blanco que el... Mismísimo blanco, sí, así pondré, no se me ocurre nada blanco.

El escudero de Lord Stark (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora