Pesadillas

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Anabela

Ha pasado una semana desde que soy libre.

Mi hermano y Vladímir no me permiten salir de la cama a menos que sea necesario.

Estos días he notado a Vladímir muy atento conmigo, si debo de decir que sí es muy guapo.

Todos los días ha venido a verme y a traerme el desayuno.

Cuando me quiero levantar a caminar un poco, él está aquí y me ayuda.

Es muy tierno de su parte; después de pasar por todo eso se siente raro que alguien te trate así.

He notado que Vladímir viene en las noches. Durante el tiempo que estuve en el club dormía, pero me despertaba varias veces en la noche por seguridad que no me mataran y una vez que desperté lo vi dormido en el sillón.

Pensé en decirle a Francisco, pero no lo hice. La presencia de Vladímir en mi habitación me da seguridad para dormir, sé que alguien está ahí y que puedo dormir tranquilo.

El doctor se fue después de seis días de estarme revisando y decir que estaba bien mientras que mantuviera reposo y estuviera en cama.

****

Estoy dormida, de repente despierta; veo a mi hermano y a Vladímir, los dos asustados.

—¿Estás bien, Any? —me pregunta Francisco.

—Sí, ¿qué pasa? —les digo a los dos.

—Estabas moviéndote mucho, murmurabas cosas y gritabas despacio —me dice Vladímir.

—No lo sé, no lo recuerdo —les digo.

—Francisco, qué te parece si nos turnamos para vigilar a Any —propone Vladímir.

—Buena idea, Vladímir —dice mi hermano.

—Si te parece, me quedaré hoy esta noche con ella —añade Vladímir.

—Bien, sabes que confío en ti —le dice mi hermano.

—Hey, no van a pedir mi opinión —les hablo a los dos.

Los dos se me quedan mirando fijamente.

—Si tienes razón, ¿qué opinas? —me pregunta mi hermano.

—No lo sé; voy a sentir raro que estén aquí. Pero para dejarte tranquilo, hermano, está bien —les digo.

Mi hermano se acerca a mí y me da un beso en la frente y sale de la habitación.

Veo a Vladímir que se sienta en uno de los sofás y se recuesta.

—¿Cómo se conocieron mi hermano y tú? —lo interrogó. Él me mira muy atentamente.

—Nos conocimos ya hace bastante tiempo, mi padre y tu padre eran socios y al morir mi padre yo tomé su lugar; tu hermano y yo siempre fuimos buenos amigos, desde antes y lo somos ahora. Siempre apoyaré a tu familia —me cuenta.

—¿No tienes familia? —le pregunté.

—Sí, mi madre y mis dos hermanas menores, yo me hago cargo de ellas y siempre intento protegerlas —me dice.

—Qué lindo de tu parte —le digo.

—Ya que estamos en las preguntas, ¿por qué tu padre nunca te presentó como su hija? —curiosea.

—Mi padre me contó que desde que murió mi madre no quiso que yo sufriera en este mundo. Me ocultó de todo, aunque no le sirvió de nada. Mírame cómo termine una niña tonta, violada, maltratada y embarazada de otro hombre; ¿dime quién va a querer una mujer con el hijo de otro mafioso?

Eres mi venganza y mi perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora