Recuerdos

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Francisco

Veo a mi hermana dormir tranquilamente; eso me hace recordar cuando nació.

Yo tenía diez años cuando ella nació. Recuerdo su linda piel, su poco cabello y recuerdo que lloraba mucho.

Mi hermana desde bebé fue muy linda. Recuerdo que cuando tenía cinco años, mi padre nos llevó a ella y a mí a una linda playa.

Porque después de la muerte de nuestra madre, mi padre no se despegaba de Any, pero esa vez fue diferente.

Recuerdo que estábamos en la playa metiéndonos en el mar y yo cuidaba de ella, (ja, ja, ja, recuerdo que los dos quedamos muy, quedamos del sol).

No sé si ella recuerde ese momento, pero ahora la veo una mujer de 20 años que ya casi cumple 21 y ahora está embarazada.

Sé que intenta ser fuerte, pero está muy lastimada por la culpa de ese hijo de puta de Dante y toda su familia.

Lo que no me gusta es que ella va a querer venganza; no sé qué es lo que me vaya a pedir, pero no puedo negarle lo que ella quiere. Haré todo para que ella se encuentre bien y feliz.

Pero dentro de tres meses será su cumpleaños. Quiero planearle algo especial.

Que sea discreto; no quiero que Dante ni nadie sepa que ella está viva.

Debo protegerla a ella y a mi sobrino o sobrina; debo de admitir que me causaba mucho desacuerdo que ella quisiera tener a ese bebé, pero ahora lo acepto. Él es parte de la familia Accardi de la poca que queda y quiero que nazca.

También he pensado mucho en lo que Vladímir me dijo que está interesado en mi hermana.

Siento algo raro; no pensé que Vladímir se interesaría en mi hermana o en una mujer; es muy raro, pero no le gusta que sepan de su vida privada o no la tiene; siento que se enfoca mucho en el trabajo.

Pero sé que es un buen hombre, es mi amigo, mi hermano y mi socio. Me da gusto que un buen hombre se fije en mi hermana.

Escucho que alguien abre la puerta; eso me saca de lo que estoy recordando. Saco mi arma y a punto.

—Hey, soy yo —veo a Vladímir asonarse.

—¿Qué haces aquí? Hoy me toca cuidar de ella —le digo.

—No sé, no podía dormir —me contesta.

—No mientas, sé que vienes para estar cerca de mi hermana —intento descubrirlo.

—Si ya lo sabes, para qué estás preguntando —me dice.

—Baja la voz; no hay que despertarla —lo regaño.

Él se me acerca con cuidado y veo como se le queda viendo atentamente a mi hermana.

Me levanto de la cama y me siento en el sofá; Vladímir me sigue y los dos nos sentamos mirando hacia la cama donde está dormida Any.

—¿En qué pensabas cuando entraste?—me preguntó.

—En nada, solo recuerdo cuando mi hermana era una bebe, después una niña y, mira, ya es una mujer —le digo.

—¿Cómo era Any de niña? —me pregunta.

—Era muy traviesa, divertida y le gustaban mucho los gatos —le cuento.

—Me gustaría saber más de Any —me dice.

—Pues deberías de preguntarle. ¿Pero estás seguro de aceptar completamente a Any? —lo interrogó.

—Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas? —Me dice. Los dos nos miramos a los ojos.

—Sabes que lo digo por el bebé —mencionó. Observo cada reacción; no quiero perderme nada.

Eres mi venganza y mi perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora