Capítulo 8: Can't take my eyes off you

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Llegamos al ecuador de esta historia. Con este capítulo, Fina habrá abierto más cartas de las que le quedan por leer, y para nosotras empezará también la cuenta regresiva. Qué bonito está siendo este viaje, y cuantísimo lo estoy disfrutando, y cuántas cosas bonitas me está regalando. Sobre todo, que haya tanta gente atreviéndose a subirse a la montaña rusa conmigo. Es algo que agradeceré siempre, porque es sin duda la parte más bonita de escribir.

Hoy merece una mención especial mi lectora cero fav incondicional, que me ha salvado el final del capítulo. Gracias, monguer.

Nos vamos a París, oh la la, a ver si entre sus calles nos encontramos con dos señoritas españolas enamoradas hasta la médula. Pero eh, que no están solas por allí!

Capítulo 8: Can't take my eyes off you. Reencuentros parisinos en septiembre del 67.

Ya me contaréis qué os parece.


Nos leemos pronto!

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BANDA SONORA: Can't take my eyes off you - Frankie Valli (1967)

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You're just too good to be true, can't take my eyes off you.

You'd be like Heaven to touch, I wanna hold you so much.

At long last, love has arrived and I thank God I'm alive.

Pardon the way that I stare, there's nothin' else to compare.

The sight of you leaves me weak, there are no words left to speak.

But if you feel like I feel, please, let me know that it's real.

You're just too good to be true: can't take my eyes off you.



Toledo, 30 de julio de 2005

-Bueno, qué, ¿me vais a contar ya qué es ese secretismo que os traéis y lo que sea que me estáis ocultando? ¡Que me estáis poniendo de los nervios!

La carcajada que siguió a la súplica desesperada de la mujer no hizo más que aumentar su ofuscación. Claudia miró a sus amigas de hito en hito, con los carrillos hinchados, mientras ellas seguían riendo sin descanso. Carmen y Fina parecían completamente ajenas a su frustración, y se lanzaban vistazos y se daban codazos indiscretos. Claudia resopló con todas sus fuerzas para llamar su atención y cuando finalmente ambas se volvieron hacia ella, les dedicó su mejor mueca de desagrado en un intento por frenarlas. Y lo consiguió, porque las dos carraspearon y procuraron contenerse.

-Perdona, Claudia -concedió Fina, rozando levemente su hombro-. Espera a que nos sirvan y ya te lo explico, de verdad.

Claudia no se quedó muy convencida, pero decidió regalarle unos minutos de gracia mientras les servían sus bebidas. Las tres amigas permanecieron en silencio, dejándose envolver por la suave brisa cálida -que no pegajosa- que sorprendentemente corría esa tarde en la plaza en la que habían parado a reposar después de patearse un montón de tiendas. Siendo sinceras, tampoco habían sido tantas, pero a Fina se le hacía infinito el desfile de ropa de niño al que terminaban sometiéndola siempre que salían de compras, porque al final lo único en lo que pensaban esas dos abuelas era en sus nietos. Era el precio a pagar por lograr reunirlas a ambas con tan poca antelación, y la mejor excusa que se le había ocurrido para sacarlas de casa.

Canciones para FinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora