Luciana Sánchez
La relación con Richard había dado un giro inesperado. Después de aquella noche en el restaurante, donde decidimos abrir nuestros corazones y enfrentar nuestros miedos, sentí que todo se había transformado. Aún así, había una parte de mí que seguía sintiéndose vulnerable y llena de dudas.
Las semanas siguientes estuvieron marcadas por una combinación de felicidad y ansiedad. Richard se mostraba más presente, y cada vez que estábamos juntos, sentía que nuestras conexiones se profundizaban. Sin embargo, la presión de su carrera y las expectativas que lo rodeaban eran difíciles de ignorar. Las preguntas sobre el futuro nos acechaban.
Era un sábado por la mañana cuando recibí un mensaje de Richard que me sorprendió.
"Te espero en el café de siempre a las 4 PM. Hay algo que quiero hablar contigo."
Mi corazón dio un vuelco. La última vez que recibí un mensaje así, fue antes de que nos reconociéramos. Mi mente comenzó a llenarse de dudas. ¿Sería algo bueno o malo? Decidí que no podía dejar que el miedo me dominara.
A las 4 PM, llegué al café y lo vi esperando en la mesa. Su rostro reflejaba una mezcla de nervios y determinación. A medida que me acercaba, noté que su expresión era seria, y eso solo aumentó mi ansiedad.
—Hola, Luciana. Gracias por venir —dijo, levantándose para darme un abrazo.
—Hola, Richard. ¿Qué sucede? Te ves… diferente.
Se rió levemente, pero no había alegría en su risa.
—Sí, he estado pensando en algunas cosas. Quiero ser honesto contigo.
Tomé asiento, sintiendo que la tensión en el aire se volvía palpable.
—¿De qué se trata?
Richard tomó un respiro profundo antes de continuar.
—He estado recibiendo muchas ofertas para jugar en Europa. Es un gran paso en mi carrera, y sé que esto podría cambiar nuestras vidas por completo.
Mi corazón se hundió. Aunque sabía que su carrera era importante, la idea de que se fuera a Europa me llenaba de un miedo paralizante.
—Eso es increíble, Richard, pero… ¿qué significa eso para nosotros? —pregunté, tratando de mantener la calma.
—No quiero que esto se interponga entre nosotros. Pero necesito saber si estás dispuesta a apoyarme en esta decisión, porque, si me voy, las cosas serán diferentes.
Miré a su alrededor, sintiendo la presión de la situación. Era un momento crucial, y las palabras que eligiera podrían cambiar todo.
—Richard, siempre querré apoyarte en lo que desees, pero no puedo evitar sentir que esto podría alejarnos. Las relaciones a distancia son difíciles.
—Lo sé, y no quiero perderte. Quiero que sepas que lo que siento por ti es real. Pero, ¿qué pasaría si no acepto la oferta? Estoy en una encrucijada, y no sé qué es lo correcto.
Las palabras quedaron flotando en el aire. La verdad era que estaba asustada. No quería que su éxito lo alejara de mí, pero tampoco quería que se sintiera atrapado. Había algo que me decía que este momento podría definir nuestro futuro.
—Richard, lo que me importa es que ambos estemos felices. Si crees que este es un paso necesario, entonces debes hacerlo. Pero también debes saber que lo que sea que decidas, estoy aquí.
Él me miró con una mezcla de sorpresa y gratitud.
—¿De verdad lo sientes así? —preguntó, su voz un susurro.
—Sí. No puedo ser egoísta. Tu carrera es importante, y si tienes la oportunidad de brillar, debes aprovecharla.
Los ojos de Richard se llenaron de emoción, pero también de preocupación.
—No sé qué haría sin ti a mi lado. Quiero que seas parte de esto, que estemos juntos en este camino, sin importar la distancia.
Las palabras de Richard resonaron en mi corazón, y entendí que esta era una decisión que necesitábamos tomar juntos.
—Entonces hagamos un trato —sugerí—. No importa dónde estés, siempre encontraremos la manera de mantenernos conectados.
Él asintió, y una sonrisa genuina apareció en su rostro. Era un alivio saber que estábamos en la misma página.
—Gracias, Luciana. Eres increíble.
La conversación fluyó con más naturalidad, y a medida que hablábamos de nuestros planes, los nervios comenzaron a disiparse. La idea de que Richard se fuera a Europa se convirtió en una promesa de aventuras y nuevas experiencias.
Esa noche, al despedirnos, Richard tomó mis manos entre las suyas.
—Independientemente de lo que pase, siempre serás una parte fundamental de mi vida. Prometo que esto no nos separará.
—Lo sé. Estoy contigo, Richard.
La confianza que compartíamos me llenó de esperanza. Cuando me despedí, sentí que habíamos dado un paso más en nuestra relación, un paso que, aunque incierto, nos acercaba más.
En los días siguientes, las noticias de Richard comenzaron a circular en los medios, y no podía evitar sentir un orgullo inmenso por él. Su esfuerzo y dedicación estaban siendo reconocidos, y aunque sabía que el futuro era incierto, estaba lista para enfrentar lo que viniera.
Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha de su partida, la realidad se tornaba más intensa. Las despedidas nunca eran fáciles, y el miedo a lo desconocido comenzaba a asomarse nuevamente. La idea de que la distancia se interpusiera entre nosotros era aterradora, pero también sabía que el amor podía superar cualquier barrera.
Una noche, mientras estábamos en mi apartamento, mirábamos las estrellas desde el balcón. La brisa suave acariciaba nuestra piel, y el silencio era reconfortante.
—¿Sabes? A veces siento que la vida nos está poniendo a prueba —dijo Richard, rompiendo el silencio.
—Sí, pero creo que las pruebas son oportunidades para crecer. Lo importante es cómo respondemos a ellas.
—Tienes razón. Tal vez esto sea solo el comienzo de algo más grande para nosotros.
Su mirada era intensa y llena de determinación. En ese momento, entendí que estábamos construyendo algo especial, algo que podría resistir la prueba del tiempo.
Mientras el horizonte se oscurecía, supe que, sin importar lo que pasara, Richard y yo enfrentaríamos el futuro juntos.