Nefrir

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El viento gélido calaba la fina capa de ropa de mi disfraz de "Merlina" y maldije en mi cabeza por enésima vez el no haber usado pantalones; sin embargo, en mi defensa, yo pensaba ir a una fiesta para ayudar a mi mejor amiga a enganchar al chico que le gusta, no a hacer una estúpida prueba de valor en un bosque tenebroso a mitad de la noche luego de que su grupo se emborrachara.

—Bueno, ya saben las reglas —Cristian anunció llamando la atención del grupo mientras cubría la mitad de su cara con su capa, tal como su personaje vampiro, o lo sería si su cara no estuviera roja por el alcohol—. Quien llegue más profundo en el bosque gana, los que se retiren serán castigados con una penitencia, ¿entendido? 

Todos asintieron y yo solo pude rodar los ojos ante lo absurdo que era todo, aunque fue mi culpa, nunca debí decirle que era falso, de no haber abierto la boca, Cristian no habría insistido en hacer esa tonta prueba de coraje.

—¿No es emocionante? —Elizabeth sacudió mi brazo alegremente. Llevaba un disfraz de la serie de "Merlina" no conocía su nombre, pero era una mujer-lobo, por lo que me comentó. 

Ella se preparó mucho para esta fiesta de Halloween, hasta compro una peluca rubia que cubría su cabello castaño y arrendó el disfraz, fue por eso que le seguí el juego y la acompañe cuando me lo pidió, aunque yo solo seguí la estética de la "Merlina clásica"; me trence mi pelo azabache y use una camisa blanca y un vestido negro, algo que lamentaba, ya que al menos ella tenía una chaqueta en su traje. 

—¿Emocionante perseguir monstruos imaginarios o ver a Germán? —le devolví la pregunta con burla, soltando mi brazo.

Elizabeth miró a su alrededor para ver si alguno de los chicos había escuchado antes de pellizcar mi brazo. —No digas eso en voz alta.

Me sobé el brazo molesta. Dije la verdad, ¿de qué servía hacer esta tontería si ni siquiera iba a ser honesta? Como venganza, cuando estaban eligiendo las parejas, empuje casualmente a Elizabeth al chico disfrazado de demonio. 

—¡Nicol, ¿qué haces?!

Ignoré la cara avergonzada de mi amiga y miré de forma inocente al demonio aún confundido con la chica en sus brazos. —Te la confío a ti, no dejes que se pierda. 

Germán asintió lentamente y sonreí satisfecha, al menos así iban a progresar, ni siquiera me importó la venenosa mirada que me dio Andrea en su puti-traje de gato, pero entonces mi brazo fue tomado repentinamente. 

—Entonces tú vendrás conmigo. 

Miré al pirata que me atrapó con incredulidad. 

—¿Qué? 

—Vamos, quiero ganarle a esos tontos y ya se nos adelantaron. 

Entonces noté que solo quedábamos nosotros en ese desolado bosque. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, como si me enfrentará a un peligro inminente, por eso no reaccioné cuando Eduardo me arrastre de la mano al interior del bosque.

Cuando empuje a Elizabeth a Germán, estaba segura de que me tocaría con el odioso de Cristian o la creída de Andrea, pero nunca espere que fuera Eduardo. Tenía una buena impresión de él, era sociable y tranquilo, todo un caballero, por eso también era muy popular, incluso más que Germán, quien era algo tonto y solo bueno en deportes. 

Mientras caminábamos en silencio, en mi mente me quejaba incesantemente de Cristian y mi torpe bocotá, quizás para distraerme del miedo que me daba ese lugar. Solo se escuchaba el crujir de las ramas aplastadas por nuestras pisadas, insectos nocturnos y el viento susurrante, como voces de ultratumba, entre los altos árboles que cubrían por completo el cielo, lo único que alumbraba nuestro camino era la linterna de nuestros teléfonos. 

Relatos del ServidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora