Max estaba sentado en el borde de su cama, sosteniendo el diario entre sus manos, su vista fija en las palabras que había escrito con un impulso casi desesperado. Las había leído una y otra vez, como buscando en ellas la salida a algo que aún no entendía. Pero, en lugar de encontrar alivio, cada frase parecía retumbar en su mente con una intensidad que le quemaba. "¿De verdad lo leerá Sergio? ¿Y si lo hace? ¿Y si decide ignorarlo?", se preguntaba, sintiendo que con cada posibilidad su incertidumbre aumentaba.
Con un suspiro frustrado, Max levantó la mirada y vio su propio reflejo en la ventana. El peso de su última entrada hacía que el diario se sintiera más como una carga que como un medio de catarsis, y aún así, no lograba convencer sus dedos de soltarlo y entregarlo. No dejaba de pensar en el martes, en ese momento inevitable en que, tras tres semanas de distancia, tendría que ver a Sergio en el motorhome, sentir su presencia, e imaginar si sabría o no sobre cada palabra que Max había plasmado. El nudo en su estómago parecía apretarse cada vez más.
De repente, el timbre de su puerta lo sacó de ese trance. Max se levantó, el diario aún firme en sus manos, y abrió la puerta con cierto desconcierto, encontrándose con Carlos, quien lo observaba con una sonrisa despreocupada pero a la vez perceptiva.
—¿Qué pasa? No estabas contestando los mensajes, y pensé que te vendría bien despejarte un poco —dijo Carlos con un tono relajado, mientras miraba a Max con la facilidad de quien conoce cada uno de sus silencios.
Max bajó la mirada hacia el diario y se sintió de pronto consciente de la tensión en sus manos. Lo dejó a un lado, como si la compañía de Carlos lo obligara a volver a la realidad.
—Sí... probablemente tienes razón. —Intentó sonar casual, aunque su mente seguía aferrada a las últimas palabras escritas.Carlos notó el aire tenso en la habitación y se inclinó levemente, mirando con curiosidad el objeto que Max había dejado a un lado. Sin preguntar directamente, su mirada le decía a Max que podía hablar, que su amigo estaba dispuesto a escuchar, sin presiones ni expectativas.
—¿Eso es lo que pienso que es? —preguntó finalmente Carlos, con una sonrisa apenas perceptible, como si no quisiera forzar la conversación pero también sabía que Max necesitaba soltar algo.
Max asintió, esbozando una mueca de nerviosismo que no pudo ocultar.
—Sí, es... algo que estuve escribiendo para Sergio, para... aclarar cosas, supongo.Carlos mantuvo el mismo tono relajado, aunque sus ojos reflejaban un entendimiento que solo alguien con quien has compartido mucho podría ofrecer.
—Entonces, ¿quieres que lo lea o no? Porque, amigo, llevas ese diario como si fuera una bomba a punto de estallar.Max sonrió de lado, agradeciendo la calma de Carlos. Se rascó la nuca, una de sus gestos habituales cuando estaba incómodo o nervioso.
—Sí... Es una bomba, en cierto modo. Pero no sé si quiero que explote o si prefiero dejarla aquí, enterrada y olvidada.Carlos lo escuchó con paciencia, dándole un pequeño empujón en el hombro, como solía hacerlo cuando quería quitarle algo de tensión.
—Vamos, ni tú mismo te crees eso. Si no quisieras que lo leyera, no habrías escrito tanto, ¿verdad? Tal vez solo necesitas que él sepa. Y si eso es lo que necesitas, ya sabes lo que tienes que hacer.Max asintió, su mirada perdiéndose en algún punto del suelo. Sabía que Carlos tenía razón; el diario contenía cosas que no podía decir en persona, pero que también necesitaban ser escuchadas. Tomó aire, sosteniendo el diario como si quisiera aferrarse a él por última vez, antes de seguir a Carlos hacia la puerta.
—Voy contigo. Solo... necesito que estemos fuera un rato. —Intentó sonar casual, pero la seriedad en sus palabras era innegable.
Carlos esbozó una sonrisa de complicidad mientras bajaban por las escaleras.
—Entonces, vamos. Un paseo nunca hace mal. Y si quieres, pasamos por la paquetería. —Le lanzó una mirada que no necesitaba explicación, y Max, con una risa nerviosa, solo asintió.
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El diario del asiento 33B |CHESTAPPEN|
FanfictionMax Verstappen y Checo Pérez comparten un diario físico durante la competenecia, como parte de una actividad impuesta por Red Bull para mejorar su relación. En cada momento de soledad, uno escribe en el diario y lo entrega al otro, después de cada c...