Capítulo XXV: Secuestro.

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Cuando Leopold llegó al parque no encontró a Tweek por ningún lado, cosa que lo confundió ya que él le había avisado que ya estaba ahí.

- ¿Habrá ido al baño? -Pensó mientras sacaba su celular para llamarlo, sin embargo, al escuchar bien pudo escuchar el tono del rubio entre los arbustos, asustándolo un poco. - ¿Por qué su celular parece haber sido arrojado?

Butters puso su huella en el celular de Tweek, pues los 4 mejores amigos tenían la huella de todos los celulares registrada y la abrió dándose cuenta de que todo estaba abierto y Tweek no manejaba su celular así, el siempre cerraba todas sus pestañas antes de apagarlo para "no gastar la pila".

No era normal, no estaba bien esto y no dudo en sacar su teléfono llamando a su novio.

- ¿Cariño? -Kenny estaba en su casa dormido, había trabajado toda la noche en el puesto y después en unas cosas de su universidad. - ¿Qué pasa?

-Es Tweek. -Eso si alarmó al rubio. – Kenny creo que lo secuestraron.

- ¿¡Qué!? -El grito de su novio lo hizo alterarse más. - ¿Estás seguro?

-Su celular está aquí y con todas las pantallas abiertas. -El rubio de parka naranja también sabía que eso no era normal de su amigo paranoico. -Además hay derrapadas de llantas en el suelo enfrente de donde encontré el celular... Kenny, ¿Qué hacemos?

El rubio se quedo pensando un poco sin saber como contestarle a su novio, sin embargo, rápidamente una idea se le vino a la mente.

-Quédate ahí, le hablo a Stan y creo que ya puedo saber dónde está. -Solo esperaba que no se equivocará.

Por otro lado, el rubio después de lo que concilio como una eternidad por fin despertó, dándose cuenta rápidamente que estaba en el sótano de su primera casa, donde vivió antes de que se mudarán a la casa de lujo de sus padres, donde igualmente se la pasaba en el sótano.

Pero este fue el primer sótano, la casa donde murió su mamá que estaba en un pésimo estado.

-Bienvenido a casa Tweek. -La voz de aquella mujer le hizo estremecer, con cuidado volteó su cabeza dándose cuenta de que efectivamente era Liane quien lo veía con una mueca de asco. -Vaya que tú si sabes joderme la vida.

- ¿Yo? -Dijo con ironía el rubio recibiendo una patada que le volteo la cara y lo hizo sangrar de la nariz. - ¡Agh!

-Desde que te casaste te haz vuelto contestón ¿verdad? Mira que te fascina meterte en vidas ajenas. Suplantaste a los amigos de mi pastelito, suplantaste a la señora de esa casa...

- ¿Me preguntó de quien lo habré aprendido? -Tweek odiaba la idea de convertiste en ella, pero esta vez usaría eso a su favor, provocando una risa en Liane.

-Tuche niño, realmente pensé que morirías por hambre o depresión cuando te dejaba en estos sótanos, fingir un accidente de tu muerte y así tu padre realmente nos pertenecería a mi hijo y a mí, hubiera sido más fácil para todos.

-Si mi padre pudiera oírte, maldita bruja... -Tweek escupía con veneno, pero realmente le sorprendió ver como Liane solo reía mientras se movía, dejando ver que había alguien atado a una silla visiblemente golpeado.

-Me oye, Tweek. -Al rubio le costó poder encontrar a su padre dentro de aquel saco de boxeo que parecía ese sujeto y, cuando lo vio sus ojos se llenaron de lágrimas intentando acercarse a él.

- ¡Papá! -Liane tenía a Tweek en el suelo, atado de manos y pies, sin embargo, tuvo la decencia de agarrar la silla y arrojársela con todo y cuerpo al chico, viendo como este por el impacto caía de una forma dura y sacándole un grito de dolor. - ¡Qué mierda te pasa!, ¡Papá!

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