7. Reunión en la Casa de Darío

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Casa de Darío - Sábado

Era sábado por la tarde, y el sol ya se iba escondiendo detrás de los edificios de Buenos Aires. Darío había pasado la mañana poniendo a punto su departamento: ventiló las ventanas, tiró un par de colillas que se había olvidado en el balcón y hasta acomodó la mesa del comedor para que pareciera más amplia. Al menos había hecho el esfuerzo de que su casa tuviera buena pinta, aunque le costara horrores no dejar la botella de cerveza en el medio de la mesa.

Darío se asomó por la ventana de su living. Desde allí, podía ver a Marcos y Milton estacionar su auto frente a su casa. Una mezcla de emoción y nerviosismo se apoderó de él; hacía tiempo que no pasaba un rato con amigos y se sentía un poco ansioso por la situación.

Darío: "Espero que esto sirva para distraerme un poco..." , pensó, mientras se pasaba la mano por el pelo, intentando arreglarse antes de abrir la puerta.

Sonó el timbre y él, mientras chequeaba por tercera vez que todo estuviera en su lugar, fue a abrir.

Darío: "¡Ahí vienen los pibes!"

Milton y Marcos entraron casi al mismo tiempo, cargados con bolsos. Milton llevaba una caja de pizza en una mano y un paquete de snacks en la otra, mientras Marcos traía una bolsa con gaseosas y varias cajas de cartas para el juego de la noche. Entraron riéndose y saludando a Darío con un abrazo fuerte.

Milton:- ¡Amigo, te pusiste las pilas, eh! No pensé que ibas a limpiar nada.

Marcos:- Sí, che, se nota el esmero, ¡es la primera vez que veo el piso!

Darío:- Déjenme de joder, la próxima los hago limpiar a ustedes... Y no, nada de birra hoy, ¿eh?

Milton:- ¡Ya sabíamos! Vinimos con la mejor de las ondas, Darío.

Se rieron todos mientras acomodaban las cosas en la mesa. Darío miró las gaseosas con algo de fastidio, pero decidió aguantarse: después de todo, había sido idea suya que esta juntada fuera "tranqui".

De repente, el delantero fue sacado de sus pensamientos al sentir la calidez del abrazo de Milton.

Milton: - ¡Che, Darío! No te olvides de lo que hablamos, eh. Hoy venimos a hacerte reír, nada de tristeza.

Marcos: - Exacto. Vamos a divertirnos, te lo prometo. Tenés que salir de esta, hermano.

Darío: - Sí, lo sé. Gracias, chicos... - dijo mientras se metían a la casa.

Comienza la diversión

El living estaba decorado con algunos trofeos de fútbol y un par de fotos de Darío con su ex. No era fácil verlas, pero sabía que debía enfrentarlo.

Milton, que siempre era el más entusiasta, llevó la delantera al elegir qué harían.

Milton: - ¿Qué les parece un partidito de FIFA? Estoy listo para arrasar con ustedes dos.

Marcos: - Yo no sé si estoy tan seguro de eso. El último partido que jugamos me destruiste, ¿te acordás?

Darío: - Sí, y fue porque Milton hizo trampa. - se rió, intentando aliviar el ambiente.

Mientras se acomodaban en el sillón, el ruido de los controles y la música del videojuego llenaban el espacio. Las risas comenzaron a fluir de inmediato.

Milton: - Dale, Darío, ¡concentrate! No podés perder contra Marcos en tu propia casa.

Los gritos de emoción y competencia se entremezclaban con las bromas.

Darío: - ¿Viste? Esta vez voy a ganar, ¡mirá cómo juego!

El tiempo voló entre partidos y anécdotas, pero Darío no pudo evitar que su mente se desvíe hacia su ex, Adam. La culpa y la tristeza empezaron a asomarse otra vez.

Marcos, que lo conocía bien, notó el cambio en el rostro de Darío.

Marcos: - ¿Todo bien, amigo?

Darío: - Sí, sí... solo es un mal recuerdo.

Milton: - Dale, dejá eso atrás. Pensá en lo bueno que tenemos hoy. No hay nada mejor que esto, ¿no?

La tarde avanzó, y decidieron hacer un parate para preparar una picada. Darío fue a la cocina, mientras Marcos y Milton se quedaron en el living, charlando sobre lo que sería la próxima temporada.

Darío: - ¿Les parece si hacemos unos sándwiches?

Milton: - Sí, pero ponele un toque de magia, no quiero comer cualquier cosa.

Cuando Darío volvió, la picada estaba lista. Se sentaron a la mesa y comenzaron a compartir historias de su infancia, de las travesuras que hacían en el barrio y los sueños que tenían.

Marcos: - Recuerdo que siempre querías ser el goleador del equipo, ¿no?

Darío: - Sí, siempre soñé con eso. Aunque ahora...

Milton: - Nada de "aunque ahora". Estás en Boca, hermano. Tenés que enfocarte en el presente.

El ambiente se tornó más ameno. Darío empezó a reírse, sintiendo cómo sus amigos lo apoyaban, lo levantaban. A medida que la tarde se convertía en noche, las luces del living empezaron a brillar con más intensidad.

Marcos: - ¿Qué les parece si vemos una peli después? Tengo un par de comedias que les van a hacer llorar de la risa.

Darío: - Dale, pero no me hagas ver algo muy serio, ¿eh?

Milton: - Prometido. Solo risas. Eso es lo que necesitamos.

Al final de la noche, Darío sintió una especie de alivio, como si un peso se hubiera levantado. Sus amigos estaban ahí para él, apoyándolo, ayudándolo a salir adelante.

Darío: - Gracias, chicos. De verdad, no sé qué haría sin ustedes.

Marcos: - Para eso estamos. Siempre.

Milton: - Y nunca lo olvides, amigo.

Los Mejores Amigos

Ya entrada la noche, las luces del departamento de Darío estaban bajas y la música ahora era un fondo suave, algo más melódico. Después de varias partidas, se fueron relajando y charlando más en serio.

Marcos:- Che, les tengo que decir algo, loco... la verdad, me re copa esto de juntarnos así. No sé ustedes, pero yo necesito despejarme de todo de vez en cuando.

Darío asintió, entendiendo perfectamente lo que sentía su amigo. En realidad, a él también le hacía falta una noche como esa.

Milton:- Mal, loco. Es como que... qué sé yo, todo el quilombo de la semana se va. Es como una mini-vacaciones.

Darío:- Yo también los re banco... Aunque extraño la birra un toque, no les voy a mentir.

Se rieron todos de nuevo, pero esta vez la risa fue más suave, más tranquila. Era como si esa charla le hubiera sacado un peso de encima a cada uno de ellos.

Me dediqué a perderte (Benedetto x Bareiro) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora