Malas noticias

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Ann ha cambiado en los últimos meses. Ahora estaba siempre más feliz, más sonriente. Levantarse para el instituto no le suponía un esfuerzo, al contrario, se despertaba con ilusión porque significaba que quedaba un día menos para el concierto.

Hoy por ejemplo, se han vuelto a meter con ella. Y su reacción a sido dedicarle una amplia sonrisa al ese chico tan molesto, sacudirle el pelo en la cara, y marchar como si no hubiese pasado nada.
Antes reaccionaba con sarcasmo o contestaba algo borde.

Cuando llega a casa, su tío le ha preparado lasaña, su comida favorita. No podía estar más feliz.
- Ann, ¿Dónde está tu hermana? -pregunta su tío.
- ¿Debería de saberlo?
- Sólo preguntaba.
- Pues en ese caso no tengo ni idea.- responde la chica mientras lleva su plato al fregadero.

Sobre las cinco de la tarde, Chloe llega a casa. Deja las llaves en la mesa y se hecha en la cama. Está triste, Ann lo sabe.
-Dime qué te ocurre.- dice mientras se sube a su cama.
- Ann, escúchame. Tengo que decirte algo.
- Soy toda oídos.
- Resulta que el mes que viene es un examen muy importante en la universidad. Es el que decide si puedo seguir estudiando o no. Y de verdad que me duele decirte esto pero... Es el mismo día que el concierto. No puedo llevarte.

Ann rompe a llorar. De repente siente que el mundo se le cae encima, y no puede contenerlo. Siente como todo lo que tenía se va, y no tiene nada. Shawn es una parte de ella, y si se lo quitan, le quitan la vida. Habría sido más fácil si no se hubiera ilusionado tanto, pero claro, quién hubiera imaginado este final. Su vida está rota. Ya no le queda nada, sólo pedazos. Y siente que sólo el abrazo de la persona que le salvó la vida podría juntar los pedazos rotos hasta unirlos. Pero por ahora el momento no llegaría.

- No quiero verte nunca, ¡Jamás!- le grita a Chloe, y da un portazo.
Sube al desván a llorar. Es un sitio gris y vacío. Como ella en este momento. Por la noche, sin que nadie se de cuenta, coje sus cosas y las traslada allí. Ese sería su hogar hasta que pudiera irse.

No tenía despertador, pero la luz entró por el ventanuco, despertándola de un sueño en el que abrazaba a Shawn. Sueños... Todavía no había perdido la esperanza, intentaba consolarse así misma para no estar peor. Va de negro, el color no expresa sus sentimientos hoy.

Esta mañana ha decidido tomar otro camino para no encontrarse a Stella. No tiene ganas de hablar con nadie, con absolutamente nadie.

Las clases han sido aburridas, como siempre. Ann está diferente, todos lo notan. Hoy no escucha música, sólo mira hacia el cuaderno sin parpadear. No para de pensar en todo lo de ayer. La sirena le hace salir de su trance. Se sienta en el árbol de siempre. Y no puede más. Empieza a llorar desconsoladamente, está con las rodillas recogidas y las manos en la cara. Los chicos no dudan en aprovechar esa situación.
- Vaya, la rebelde nunca abrazará a su ídolo.
- Anda, mira como llora. ¿Dónde está tu ídolo para consolarte? Ah sí, en Canada.
Las palabras y las risas de sus compañeros retumban en su cabeza y nunca paran. Lo que dicen es cierto. Así que se acabó. Se acabó todo, se acabó Shawn, se acabó llorar por ese concierto, se acabó ser la marginada con los auriculares. Pero no se dió cuenta de que con todo ello, acabó su vida. Y es que, cuando una persona se va tragando todo lo que le van diciendo, llega un momento; en el que se ahoga.

Nada iba a ser como antes, nunca más.

Breaking Walls (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora