Narradora omnisciente
2 años después...
Dos años de estar encerrados entre esos muros. El líder fingía muy bien su tranquilidad ante la situación, no quería alarmar a los demás.
La salida parecía estar cada vez más lejos y los corredores se desesperaban cada vez que entraban al laberinto y veían lo mismo una y otra vez.
Los carcomía la ansiedad cuando llegaban al último sector que habían terminado de revisar el día anterior y descubrían uno nuevo, así como un ciclo sin fin.
Ya no importaba cuantas veces cambiaran los pasillos, ellos ya se sabían los cambios de memoria.
Por otra parte, los habitantes buscaban entretenerse con sus tareas. Alejar esos pensamientos que los atormentaban día y noche, especialmente en las madrugadas. Cuando el cielo se oscurecía y no había rastro de luz. Cuando el silencio era el único decorador de la oscuridad y la cálida brisa era quien abrazaba sus cuerpos.
El líder mantenía el orden y la paz entre todos, no podía darse el lujo de perder a alguno por haber caído en la locura. Aunque a veces no se podía evitar y esos días en especial, se volvían grises. Nadie decía ni una palabra, nadie bromeaba o alzaba la voz, lo único que se escuchaba de vez en cuando eran los sollozos de los más "sensibles".
"Un acto de egoísmo", así lo había nombrado la pelinegra a las ocasiones en las que perdían a un habitante. No buscaba ofender a nadie, eso era lo que menos quería, pero no podía evitar sentirse mal cuando algo así ocurría y que los amigos más cercanos de ese chico no derramaran ni una lágrima.
Muy en su interior se obligaba a creer que ellos sí lloraban, solo que no lo hacían frente a todos, quizás, por la tonta creencia de que se verían "débiles" si lo hacían.
Le tomó tiempo entender que todos afrontaban los problemas de formas distintas, algunos lloraban, otros gritaban, otros golpeaban cosas, pero los que más le preocupaba eran los que se quedaban en silencio. Sus ojos vacíos, sin una pizca de vida, como si estuvieran muertos en vida, como si ya fueran incapaces de sentir dolor o empatía por aquellos con los que convivían.
¿Por qué les hacían eso?, ¿con qué fin los torturaban?.
El rubio se tapaba la boca para que sus amigos no lo escucharan sollozar en las madrugadas. Su garganta dolía gracias al nudo que se le formaba.
Era gracias al dolor de cabeza que el rubio por fin dejaba de llorar y se dormía como un niño pequeño.
El líder se quedaba horas sentado, con la mirada perdida en los muros, como si tratara de ver más allá de lo que estos le permitían. La tensión en sus hombros se opacaba cuando les sonreía a los chicos o cuando le revolvía el cabello a la pelinegra, de alguna manera esos pequeños gestos aliviaban sus preocupaciones.
El asiático dejaba que las gotas de la "regadera" le recorrieran la espalda, incapaz de sentir lo fría que estaba. Esa era una de las tantas maneras en las que el asiático se solía castigar.
Por un momento pensaba que el ser el líder de los corredores sería genial y así poder tener el respeto que creía merecer, pero ahora, después de dos años. El asiático se sentía el ser más inútil que haya pisado el área.
¿Como era posible que no haya encontrado aún la salida de ese infierno?.
Se suponía que el ser el líder de los corredores lo convertiría en el mejor de todos, pero entonces ¿por qué aún no encuentra la salida?.
Las lágrimas pasaban desapercibidas entre las gotas de la ducha. El peso que el asiático cargaba en sus hombros era cada vez más pesado, pero algo o más bien alguien, lo motivaba a seguir soportando esa punzada en el pecho que le suele arrebatar el aire cada que hace sus recorridos en completa soledad, haciéndolo detenerse y dejándose caer al suelo, apoyar su espalda contra un muro y esconder su rostro entre sus rodillas.
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I'm going to find them [GallyxTnxMinho] correr o morir
FanficNo en todas las historias existen los finales felices, pero ¿qué pasa si en esta se alteran las cosas?...