La fogata chisporroteaba en el campamento, lanzando destellos que iluminaban las caras de los maestros y alumnos. Jhonatan y Félix se encontraban un poco apartados, bajo un cielo estrellado que parecía susurrar secretos.Félix (mirando hacia arriba):
–El cielo aquí es impresionante. Nunca me había dado cuenta de cuántas estrellas hay... Es como si estuvieran mirándonos, esperando que digamos algo interesante.Jhonatan (asintiendo):
—Sí, es fácil perderse en esto. En la ciudad, no se ve ni la mitad. A veces siento que las estrellas saben más de nosotros de lo que nosotros sabemos de ellas.Félix (con una sonrisa burlona):
—¿Estás diciendo que las estrellas tienen más sabiduría que nosotros, Jhonatan? No sé si eso es un cumplido o un insulto.Jhonatan (con un leve rubor):
—Tal vez un poco de ambos. Pero lo que quiero decir es que a veces estamos tan ocupados que olvidamos mirar lo simple, como... este momento.Félix lo miró con curiosidad. Había algo en la forma en que Jhonatan se expresaba que lo intrigaba. La seriedad de su mirada contrastaba con la sonrisa que se dibujaba en su rostro.
Félix:
—Hablando de momentos, nunca pensé que estaría aquí, con un grupo de locos estudiantes y un profesor de matemáticas que... Bueno, que sabe más de estrellas que de ecuaciones.Jhonatan rió suavemente, y en su interior sintió que era más que una simple broma. La chispa entre ellos era innegable.
Jhonatan (desviando la mirada):
—A veces me pregunto si la locura de los estudiantes es contagiosa. Desde que comencé a trabajar aquí, he hecho cosas que nunca pensé que haría... como lanzarme a una guerra de globos.Félix (con un tono juguetón):
—¿Eso fue un acto de valentía o de desesperación? Porque si fue valentía, deberíamos tenerte como modelo a seguir en las clases de educación física.Jhonatan (burlón):
—Definitivamente desesperación. Pero eso es parte del encanto, ¿no? En el fondo, todos queremos ser un poco locos.En ese momento, el sonido de risas y gritos de algunos estudiantes interrumpió su conversación, pero ambos permanecieron enfocados el uno en el otro.
Félix (acercándose un poco):
—Quizás deberíamos ser un poco más locos. Como esos días en que hacemos matemáticas bajo la lluvia. Eso podría ser interesante.Justo cuando Jhonatan iba a responder, Pedro, el profesor de educación física, apareció a su lado con una expresión de diversión.
Pedro:
—¿De qué están hablando? ¿De hacer matemáticas en medio de una tormenta? Porque si es así, estoy dentro. ¡Eso suena como un gran desastre!Ambos se rieron, y Jhonatan sintió que su momento íntimo se desvanecía, pero no podía dejar que eso le molestara. Se dio cuenta de que, a pesar de la interrupción, había una conexión que no podían ignorar.
Félix (con un guiño):
—No, no. Solo estábamos hablando de cómo hacer que las matemáticas sean más emocionantes. No queremos que Pedro se sienta demasiado aburrido.Pedro (con una sonrisa burlona):
—¿Bailar en la clase de matemáticas? ¡Eso sí sería emocionante! A menos que estemos hablando de bailar como un pato, porque eso no suena tan bien.Mientras Pedro continuaba bromeando, Bernardo, el profesor de tecnología y orientación, se acercó y se unió a la conversación.
Bernardo:
—¿Bailar como un pato? No, eso es demasiado para mí. Me quedo con mi tranquilidad y mis estudiantes. A veces creo que sobrevivir al año escolar es una hazaña de por sí misma.La conversación continuó, pero Jhonatan y Félix intercambiaron miradas furtivas que decían más de lo que sus palabras podían expresar. Había un entendimiento tácito entre ellos, como si ambos supieran que algo especial estaba floreciendo en el aire.
Félix (en un susurro, casi para sí mismo):
—A veces creo que el caos es donde encontramos la belleza. Es un poco como... el arte de perder el control y descubrir quiénes somos realmente.Jhonatan (pensando):
—Félix siempre tiene una forma de ver las cosas que me hace pensar... Tal vez no sea tan malo perder el control, si eso significa estar más cerca de él.De repente, una ráfaga de viento sopló, haciendo que el fuego de la fogata se agitara. Jhonatan sintió que su corazón latía más rápido, y Félix se inclinó un poco más cerca, como si el calor del fuego no fuera suficiente para los dos.
Pedro (interrumpiendo una vez más):
—¿Se han dado cuenta de lo cerca que están? ¿Están tratando de encender algo más que la fogata?Ambos se miraron, sus rostros reflejando una mezcla de sorpresa y risa nerviosa.
Félix: (negando rápidamente) No, para nada. Solo estamos... disfrutando de la noche, ¿verdad, Jhonatan?
Jhonatan: (aclarando la garganta) Sí, claro. Estábamos hablando de las estrellas y… cosas así.
Pedro: (burlón) Claro, claro. No es que los vea en una postura romántica o algo así.
Félix: (con un leve sonrojo) ¡No seas ridículo! Estamos aquí como colegas.
Jhonatan: (mirando a Pedro) Sí, solo colegas. Nada más que eso.
Pedro se rió, disfrutando de la incomodidad de sus compañeros.
Pedro: (bromeando) Bueno, si empiezan a hablar de constelaciones, no me sorprenda que terminen acampando bajo las estrellas para siempre.
Félix: (con una mirada seria, pero jugando) No me atrevería a perder tiempo en eso. Tengo una reputación que mantener.
Jhonatan: (con una risa suave) ¿Reputación? ¿La misma que tienes por ser el más estricto de todos nosotros?
Félix lo miró, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa.
Félix: (con tono desafiante) Sí, pero al menos puedo enseñar inglés sin hacer que los estudiantes se duerman.
Jhonatan: (con un guiño) Entonces, ¿me estás diciendo que mis clases de matemáticas son un soporífero?
Félix: (sonriendo) Solo un poco. Pero siempre he pensado que los números son un poco más... ¿monótonos?
En ese momento, Deniz se acercó con un par de malvaviscos y una mirada entusiasta.
Deniz: (interrumpiendo) ¡Chicos! ¿Quién quiere malvaviscos? ¡Son el complemento perfecto para las estrellas!
Félix: (suspirando) Solo si no los quemas esta vez, Deniz.
Jhonatan: (riendo) Sí, la última vez casi incendiamos el campamento.
Deniz: (ofendido) ¡Fue un accidente! No me culpen por la falta de coordinación de algunos.
Los tres rieron, y la atmósfera se sintió más ligera. Mientras tanto, Félix y Jhonatan intercambiaron miradas que hablaban más que las palabras.
Con el ruido de los demás maestros y los estudiantes alrededor, la conversación fluyó y se llenó de risas, pero ambos sabían que había algo más entre ellos, algo que aún no estaban listos para confrontar.
Félix: (pensando para sí) ¿Por qué siempre es tan fácil hablar con él? Debería concentrarme en no hacerme el tonto…
Jhonatan: (pensando) Esto es solo una charla, ¿verdad? No tengo que sentirme así… no puedo.
La noche continuó, llena de conversaciones entre los maestros y el brillo de las estrellas, mientras Félix y Jhonatan trataban de ignorar el creciente sentimiento que empezaba a manifestarse entre ellos.
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Un amor inesperado
RomansaUna historia entre dos maestros que al principio solo son colegas. A medida que trabajan juntos, surgen debates y malentendidos entre ellos.Y quien sabe, Quizás hay mas que una simple amistad