Los demonios no vienen del infierno

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Las penumbras nunca se habían sentido tan pesadas como en este momento.

Se supondría que las tinieblas son el lugar de Akutagawa, la oscuridad por miles de años fue su única amiga y fiel compañera; el mundo de los espectros es a donde pertenecía, ese sitio lleno de frialdad y lamentos.

Pero, si ese es su lugar, ¿por qué diablos quería regresar a la par del humano?

No era que solo quisiera volver. Lo necesitaba.

Sin embargo, no tenía el coraje para regresar. Decir que sentía culpa no sería del todo correcto, él no lamentaba la muerte de toda esa gente; estaba acostumbrado a ver guerras y ciudades inundarse con la sangre de los inocentes, y aunque hubiese intervenido las cosas no cambiarían. Aquellos que estuvieran anotados en la agenda de Muerte no tenían escapatoria.

Akutagawa seguía a Muerte en medio del desierto, la nada era todo lo que los rodeaba; algunos animales bendecidos por Vida se asomaban a verlos sin acobardarse, habían aprendido a convivir con ese tipo de espectros debido a las inhóspitas condiciones de su hábitat.

—Oye —llamó Akutagawa. La otra entidad lo ignoró—, si los niños hubieran sido salvados, ¿cómo habrían fallecido?

Muerte se detuvo en seco ante la pregunta. Se giró hacia él con una gran sonrisa en el rostro que no se reflejaba en las cuencas vacías en donde deberían de estar sus ojos.

—¡Fácil! ¿No tienes una pregunta más difícil? —Se rio—, uno de los tiesos habría propuesto una excursión a un sitio lejano, el río se desbordaría, llevándoselos corriente abajo y habrían adelantado la muerte por intoxicación de los aldeanos que viven más adelante. ¡Pero eso habría sido muy vergonzoso para mí! —Se quejó—, yo les dije a un par de esos mocosos que morirían en un incendio, ¿te imaginas que al final fuera por ahogamiento? —Se sacudió todo el cuerpo—, ¡habría hecho el ridículo!

—¿Y Nakajima Atsushi?

—Eso hubiese sucedido de día, a menos que consiguieras a alguien que te hiciera un favor, él habría muerto, naturalmente —dijo encogiéndose de hombros—, por eso te he repetido muchas veces que dejes de entrometerte en cosas que no te competen, ¿tienes idea de lo que tuve que hacer para que ese condenado incendio fuera de noche? ¡Solo toma a tu humano y no te quejes! —refunfuñó—, cuando le pediste a la vela de los deseos saber con antelación algunas posibles muertes de Atsushi pensé que sería divertido desafiar al destino, ¡pero solo ha sido un dolor de cabeza para mí!

Muerte siguió hablando sobre lo difícil que era su trabajo, pero Akutagawa ya no se molestó en escucharlo, el malestar de pecho había regresado otra vez, en esta ocasión, más fuerte que nunca. Las sombras a su alrededor fluctuaron sin control, se hacían espesas y después parecían desvanecerse sin que él pudiera controlarlo.

Esos malditos dolores paulatinos lo tenían harto, la parte que más le dolía es en donde tenía la pulsera que el humano le regaló, era muy consciente que solo bastaba con quitársela para aligerar su malestar, aunque se negaba a hacerlo; por el momento, ese objeto era todo lo que le quedaba de él.

—Hum, esto es mucho peor de lo que imaginé —murmuró Muerte regresando sobre sus pasos y analizando a Akutagawa de todos los ángulos posibles—, nunca había visto algo similar antes —Llevó la esquelética mano hacia rashomon que se parecía parpadear—, ¿hace cuanto no sales de cacería?

—Creo que han pasado dos semanas, no lo sé.

—¿Durante todo este tiempo solo te has estado alimentando del miedo de los del orfanato?

El monstruo que se esconde bajo la cama -Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora