Despierto sentado en el sofá de mi sala. La noche anterior la dediqué por completo a los videojuegos; necesitaba distraerme de la noticia tan dura que había recibido. Me levanto para darme una ducha fría y sacudirme la pesadez, aunque, después de tantas horas de sueño, aún la siento presente.
Me cambio y elijo ropa casual, luego preparo una mochila con las cosas para mi viaje. Regreso a mi antiguo pueblo, donde pasé mi infancia y adolescencia junto a mis abuelos adoptivos, ahora fallecidos. Ellos son el motivo de mi viaje. Es triste pensar que, en unos meses, planeaba visitarlos, pero se adelantaron en su camino.
Con todas mis cosas listas, salgo de casa, cerrando con llave, y guardo la mochila en el auto. Al subir al asiento del conductor, mi billetera cae al suelo y se desliza una foto de mis abuelos. Siento unas lágrimas brotar, pero intento no distraerme; debo llegar al pueblo cuanto antes para recibir sus cuerpos y sepultarlos, ya que soy su única familia.
Conduzco durante todo el día hasta que cae la noche. Mientras manejo, el cansancio empieza a ganar terreno entre la oscuridad y el silencio de la carretera. De repente, las luces de mi auto iluminan un gran letrero que, a lo lejos, se hace cada vez más visible:
"BIENVENIDOS A SALEM"
Cruzo el anuncio y, al instante, un rayo ilumina el cielo, seguido por el estruendo de un trueno ensordecedor. Parece que va a llover, así que acelero un poco; no quiero perder visibilidad en el parabrisas, sobre todo porque aún no cambio las llantas, que están bastante desgastadas.
Me adentro en el pueblo que me vio crecer y, a medida que recorro sus calles, noto cómo las casas ya están decoradas para Halloween, pues faltan solo unos días para la celebración. Cruzo las calles solitarias y llego a la casa de mis abuelos. Estaciono rápidamente y entro con mis cosas para evitar mojarme. La casa está silenciosa, llena de una tristeza que parece flotar en el aire; ellos ya no están, y sus cuerpos fueron trasladados por el servicio forense, aguardando a que yo haga los arreglos finales.
Planeo ocuparme de todo en la mañana, así que me preparo algo de cenar y me siento en la mesa solitaria, donde los recuerdos se cuelan inevitablemente. Todos los momentos felices a su lado vuelven a mi mente. Ellos siempre estuvieron allí, cuidándome, ya que nunca conocí a mis padres.
De hecho, no sé nada sobre ellos. Durante mi adolescencia intenté averiguar, pero mis abuelos siempre evitaron contarme. Aunque sospechaba que sabían algo, jamás pude lograr que me dijeran una sola palabra. La única vez que estuve cerca fue por accidente: escuché a mi abuela mencionar sus nombres en una discusión con mi abuelo, "William y Emily", pero se callaron de inmediato al notar mi presencia.
Después de la cena, el sueño empieza a ganarme. Me acuesto en la cama y reviso el celular antes de dormir. En la pantalla, la conversación con mi exnovia sigue abierta; hace meses que no quiere saber de mí. Con eso en mente, cierro los ojos, intentando descansar para lo que me espera al día siguiente.
Al amanecer, la casa sigue en silencio, pero evito distraerme en recuerdos. Me preparo, salgo en el auto y me encargo de los trámites necesarios para despedirlos. Hacia la tarde, todo está listo. Dos personas me acompañan para trasladar los féretros, y juntos nos dirigimos al cementerio.
Sin embargo, mientras camino entre las tumbas, siento unas miradas sobre mí. Intento racionalizar, pero, cada vez que giro, no veo a nadie más que a mis acompañantes. De algún modo, me autosugestiono pensando que son ellos, mis abuelos, quienes intentan despedirse de mí. Sin embargo, me concentro en el momento y, con ayuda de los acompañantes, entierro a mis abuelos. Me despido en silencio, dedicándoles unas palabras de cariño.
Salgo del cementerio con esa sensación persistente de miradas sobre mí. Me subo al auto, pero no regreso a la casa. En su lugar, decido parar en una cafetería para comer algo. Al entrar, una joven con ojos castaño claro y cabello ondulado me recibe con una sonrisa amable y pregunta qué deseo ordenar. Pido algo sencillo: un café y una rebanada de pastel. Ella anota mi pedido y regresa minutos después con la comida.
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La bruja de salem (Syndra embrujada x OC/ ONESHOT)
Short StoryDarién nació huérfano y fue adoptado por una pareja de avanzada edad que se convirtió en su familia. Creció en Massachusetts, en el emblemático pueblo de Salem, donde su infancia estuvo marcada por el amor y cariño de su familia. Al cumplir la mayor...