Parte 1.2: El escritor que se bloqueaba a propósito

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Ayudándose con la tenue luz de la linterna, que amagaba con agotar su batería en el momento menos propicio, Celinda fue bajando, un pie tras otro, sobre cada escalón de cemento. La escalera parecía tan extensa que la joven dudaba si algún día llegaría a destino o si permanecería allí atrapada para siempre. A los tres o cuatro pasos, una corriente de humedad y moho la llevó por delante; se introdujo por sus fosas nasales, tomó su laringe y le sacudió el estómago. El malestar se esparció por cada órgano de su aparato digestivo, revolviéndose a velocidades tan dispares que finalmente vomitó: el dolor fue tan intenso que primero pensó que había devuelto sangre o hasta pedacitos de su propio hígado. Se limpió con la muñeca los rastros que le quedaron en las comisuras de la boca, el cuello y el mentón, aunque el horrendo sabor persistiría. Temía que la repulsión volviera, porque, a medida que descendía, el olor a humedad se tornaba más intenso y las puntadas repitiéndose en su cabeza se agudizaban.

Las arcadas no cesaron. La muchacha se estaba sintiendo mejor; incluso creía que el vómito la había reconfortado. Su cerebro estaba más enfocado en llegar al sótano que en las náuseas, pero, para su desdicha, las arcadas regresaron al toparse con un aroma mucho más nauseabundo que el anterior. No aguantaba más. Su organismo nunca estuvo en un sitio tan inhóspito. ¿Se dirigía a un sótano o al interior de una cueva? Ya no lo sabía. El malestar se confundió con la desesperación de estar encerrándose a sí misma en un túnel a veinte metros bajo tierra, en una especie de tumba. Le faltaba el aire y lo único que recibía era ese olor fétido. Celinda entendió que corría el riesgo de desmayarse, pero prefirió avanzar un poco más... Y por fin distinguió el umbral que tanto ansiaba ver.

Tras bajar el último escalón, vomitó de nuevo, mucho más. Le dolía la garganta, como si aquella sustancia viscosa le hubiera raspado. Pero, al mismo tiempo, reencontrarse con el sonido de la lluvia cayendo en el exterior, le sirvió de placebo.

El sótano también se hallaba en penumbras; la electricidad no había regresado. Celinda se agradeció a sí misma por haber traído la linterna, aunque le quedaba poca batería. El sótano no tenía cerámicos, ni pintura en las paredes, ni siquiera cielo raso... Más que una habitación, esa pieza era un depósito. Gracias a la linterna, notó las filtraciones de agua en las paredes laterales, como también las manchas negras de humedad en forma de nubarrones adheridos al yeso; y si afinaba el oído, detectaba alguna que otra gotera.

El punto principal de la habitación era la cama donde Miguel dormía, cubierto por completo por una frazada. Al menos, eso suponía Celinda; no alcanzaba a verle el rostro. Aparentemente, su padre no lo había despertado, o sí, pero fue tal su desinterés que se volvió a dormir. Celinda sabía que esto último no tenía sentido, pero creerlo le daba esperanzas. Se quitó las zapatillas para evitar que el arrastre más suave de sus suelas lo despertara.

A su izquierda, se encontró con una mesa alargada de madera rústica sin barnizar, adornada con rayones en la patas y manchas de pintura en la superficie. Encima, un catálogo caótico de herramientas, entre las cuales Celinda pudo distinguir hojas de block, carbonillas de varios tamaños, latas con agua sucia de distintos colores, un rectángulo de madera haciendo de paleta con pintura ya seca en tonos tierras y ocres, pinceles viejos, gruesos y finos, un trapo sucio, lápices, una tijera con tiritas de cinta de papel adheridas a su filo...

Miguel había pegado algunos bocetos en la pared. Consistían en siluetas antropomorfas que la muchacha no alcanzaba a comprender. Lo que tenían en común, ya fueran humanos, fantasmas o nada más que almas, era que todas parecían gritar o emitir quejidos de dolor. Sufrían. A Celinda le dio miedo y se apartó; no quiso descubrir a qué remitían esos espectros ni los lienzos apilados bajo la mesa, ocultos en la única esquina de aquel recinto donde el agua no podía llegar.

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⏰ Última actualización: Oct 31 ⏰

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