𝘋𝘪𝘦𝘤𝘪

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El tiempo había pasado como una niebla espesa, oscureciendo lentamente todo lo que alguna vez había sido claro para mí

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El tiempo había pasado como una niebla espesa, oscureciendo lentamente todo lo que alguna vez había sido claro para mí. Jungkook se alejaba, y yo, por más que intentara acercarme, parecía que siempre me encontraba con una barrera invisible que no podía atravesar. Era como si, de un día para otro, el Jungkook que conocía hubiera desaparecido, reemplazado por una versión suya que se empeñaba en mantenerse lejos de mí.

Recuerdo la última vez que lo vi alejarse, esa tarde bajo el roble, cuando me dejó ahí con más preguntas que respuestas, más confusión que certezas. Desde entonces, cada intento por hablar con él había sido inútil. No respondía mis mensajes, ni siquiera los leía. Y cuando lo veía en los pasillos, su mirada evitaba la mía con una frialdad que me desgarraba por dentro.

Mis noches habían comenzado a parecerse cada vez más. Me recostaba en mi cama, con el teléfono en la mano, esperando algún mensaje, una señal de que todo estaba bien entre nosotros, que su indiferencia era solo temporal. Pero no llegaba nada. El vacío de la pantalla reflejaba el vacío que sentía en mi pecho, y mis pensamientos giraban sin control.

¿Qué había hecho mal? ¿Por qué ahora, después de tanto tiempo compartido, parecía que yo ya no existía para él? No podía evitar recordar cada momento que habíamos pasado juntos, cada broma, cada sonrisa que había compartido conmigo. Todo eso se sentía tan lejano ahora, como un sueño que se desvanecía con el amanecer.

Las noches eran las peores. En la oscuridad, mis pensamientos se volvían más pesados, más difíciles de ignorar. Las palabras que me había dicho bajo el roble resonaban en mi cabeza una y otra vez, repitiéndose como un eco.

"No estoy para perder el tiempo con alguien que no sabe lo que quiere."

¿Acaso era eso lo que realmente pensaba de mí? ¿Que yo no sabía lo que quería?

Me abrazaba a mis propias rodillas, intentando sofocar el dolor que se acumulaba en mi pecho. La verdad era que no sabía qué quería. Todo lo que sabía era que lo extrañaba, que su ausencia se sentía como una herida abierta que no podía sanar. Y cada vez que lo veía en la escuela, ese sentimiento se hacía más fuerte, más insoportable.

Lo veía con otras chicas. No una, no dos, sino varias. Cada vez que lo encontraba en los pasillos, en los patios, siempre estaba acompañado por alguna chica nueva. Ellas reían, le sonreían de una manera que me resultaba dolorosamente familiar. Era la misma manera en la que yo solía sonreírle, la misma forma en la que sus ojos solían buscarme en medio de una multitud. Pero ahora, sus ojos no buscaban los míos, sino los de otras.

Y cada vez que lo veía con una chica, ese nudo en mi pecho se apretaba más. Me sentía ajena a su vida, como si el espacio que alguna vez había ocupado junto a él ahora estuviera lleno por otras personas, otras sonrisas, otras risas que no eran las mías. Era como si yo hubiera sido reemplazada sin aviso, sin una explicación.

Me obligaba a caminar, a seguir adelante con mi día, pero mi mente siempre volvía a él. Al Jungkook que había conocido, al que me había hecho sentir especial, aunque fuera de una manera burlona y sarcástica. Extrañaba esa complicidad, aunque ahora me daba cuenta de que quizás nunca había sido lo que yo pensaba.

Por las noches, cuando el silencio me envolvía y mis pensamientos eran demasiado fuertes para ignorarlos, me encontraba preguntándome si alguna vez había significado algo para él. Si todo lo que habíamos compartido había sido real, o si solo había sido una ilusión de mi parte. Porque ahora, cada vez que lo veía, me sentía como una extraña en su vida.

Había intentado hablar con él varias veces más, pero cada vez que me acercaba, él se alejaba. Si me veía venir, encontraba una excusa para irse, o simplemente me ignoraba por completo. Era como si hubiera puesto un muro entre nosotros, uno que no podía atravesar, sin importar cuánto lo intentara.

Y yo, al final, me quedaba sola, observándolo desde la distancia, preguntándome en qué momento todo se había derrumbado. ¿Había sido yo? ¿Había sido algo que hice o dije? O tal vez, simplemente, él había decidido que ya no quería estar cerca de mí.

Había noches en las que me preguntaba si alguna vez había estado cerca de mí realmente, o si todo había sido una mentira que yo misma me había contado.

El dolor de verlo con otras chicas, riendo, disfrutando de su compañía, era algo que no podía evitar. No podía fingir que no me afectaba. Cada vez que lo veía con una nueva sonrisa en su rostro, una nueva chica a su lado, sentía que una parte de mí se rompía un poco más. No podía entender por qué me dolía tanto, por qué su indiferencia y su lejanía me afectaban de esa manera.

¿Acaso sentía algo por él? ¿Era eso lo que me hacía sentir este vacío, este dolor constante? Pero no quería aceptarlo. No quería aceptar que Jungkook significaba más para mí de lo que estaba dispuesta a admitir. Me aferraba a la idea de que solo éramos amigos, de que mi confusión no era más que eso: una confusión temporal que desaparecería con el tiempo.

Pero el tiempo pasaba, y la confusión solo se hacía más fuerte.

Lo que más me dolía era la sensación de ser ajena a su vida. Antes, había sentido que éramos cercanos, que compartíamos algo único. Pero ahora, al verlo desde la distancia, con otras personas, me daba cuenta de lo equivocada que había estado. Jungkook había seguido adelante, había encontrado nuevas personas con quienes compartir su tiempo, mientras yo me quedaba atrapada en los recuerdos de lo que habíamos sido.

Y así, noche tras noche, me encontraba en el mismo lugar, preguntándome si alguna vez había significado algo para él, y si alguna vez dejaría de sentir este dolor que parecía consumir todo lo que era.

Y así, noche tras noche, me encontraba en el mismo lugar, preguntándome si alguna vez había significado algo para él, y si alguna vez dejaría de sentir este dolor que parecía consumir todo lo que era

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𝗠𝗶𝘀𝘀 𝗣𝗼𝗽𝘂𝗹𝗮𝗿 ᰔ 𝗝𝗲𝗼𝗻 𝗝𝘂𝗻𝗴𝗸𝗼𝗼𝗸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora