Sarah, Hermione y Ron llegaron rápidamente hasta Harry, ayudándolo a ponerse en pie mientras él comenzaba a trazar frenéticamente un nuevo plan. Mientras subían por las escaleras del pasillo, Harry no dejaba de murmurar acerca de Sirius y Voldemort. El tono de su voz transmitía la urgencia y el peligro inminente. El plan era arriesgado: usar la red flu para llegar a Sirius.
Finalmente, llegaron a la oficina de Umbridge, el único lugar donde sabían que la chimenea no estaba bajo vigilancia constante. Entraron con cuidado, pero antes de que pudieran poner el plan en marcha, Harry trató de detenerlos. Insistió en que era algo que debía resolver solo. Perdieron valiosos minutos en esa discusión, y ese descuido les costó caro.
Umbridge irrumpió en la oficina con una furia descontrolada. Sin darles oportunidad de reaccionar, les arrebató las varitas de un tirón. Su famosa Brigada Inquisitorial no tardó en aparecer, encabezada por Draco Malfoy. Con su llegada, Neville, Ginny y Luna también fueron capturados. Las posibilidades de escapar parecían desvanecerse.
Eileen, visiblemente incómoda al ver a Draco, no pudo evitar fruncir el ceño cuando él se situó justo detrás de Sarah.
—No puede ser, ¿ahora en qué lío te metiste? —inquirió Draco, su tono lleno de reproche.
—En ninguno. Solo estoy haciendo lo correcto, lo que pasa es que tú lo ves de otra manera —replicó Sarah, mientras intentaba inútilmente liberarse de su agarre.
Harry fue obligado a sentarse en una silla, mientras Umbridge lo observaba con una fría determinación. Estaba dispuesta a obtener respuestas, y su paciencia se agotaba.
—¿Querías ir con Dumbledore, verdad? —le preguntó, su habitual fachada de amabilidad desaparecida por completo.
—No —respondió Harry, firme.
—¡Mientes! —gritó Umbridge, dándole una bofetada que resonó en la habitación.
En ese instante, Snape apareció en la puerta. Para sorpresa de todos, incluso de Harry, su presencia trajo un ligero respiro de alivio.
—¿Me mandó llamar, directora? —preguntó Snape con frialdad.
—¡Ah, profesor Snape! —exclamó Umbridge, mostrando un destello de esperanza—. Ha llegado la hora de obtener respuestas, quieran o no. ¿Ha traído el veritaserum?
Snape la observó por un instante, meditando su respuesta.
—Temo que ha agotado las reservas interrogando a sus alumnos —respondió con una calma deliberada—. Usó el último frasco en la señorita Chang. A menos que quiera envenenarlo, lo que comprendería perfectamente, no puedo ayudarla.
Con una mirada de desprecio hacia Umbridge, Snape se giró para marcharse. Harry, desesperado por advertirle de lo que ocurría, buscaba desesperadamente las palabras adecuadas.
—¡Tiene a Canuto! —gritó de repente—. ¡Ambos están en el lugar que usted sabe!
—¿Canuto? ¿Quién es Canuto? ¿De qué está hablando, Snape? —preguntó Umbridge, claramente desconcertada.
—Ni idea —respondió Snape con frialdad antes de darse la vuelta y marcharse, dejando a Harry más confundido y desesperado que nunca.
La última esperanza de Harry acababa de desvanecerse, y la angustia en su rostro no pasó desapercibida para Umbridge, quien respiraba agitadamente, consumida por una mezcla de rabia y frustración.
—Muy bien... —murmuró mientras sacaba su varita—. Muy bien... No me dejas otra opción, Potter. Esto ya no es un simple asunto de disciplina escolar. No... esto es un tema de seguridad del Ministerio... Sí, sí...
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Our Safe Place | Severus Snape
Fiksi PenggemarEn un rincón sombrío del castillo de Hogwarts, Severus Snape descubre a una joven con un secreto que la une a él de maneras inexplicables. Con su vida marcada por misterios y sombras, Snape ve en ella un reflejo inquietante de su propio pasado, una...