Capítulo 19

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El piso me jugó en contra al entrar a la sala de los Muse, por lo que me fui directo al piso con mis manos aún dañadas.

Había pasado ya una semana desde que Caden había decidido contarme toda la verdad. No lo había tomado muy bien los primeros días, ya que estuve alrededor de tres meses creyendo en alguien quién solo me ponía en riesgo.

-¡Vete de mi casa!- arrojé lo primero que tenía contra él, lo que resultó ser una almohada.

Caden se agachó y por cuarta vez esquivó lo que le arrojaba. Estaba en mi casa para remediar lo que había hecho y confesado el día de ayer, habló durante largos minutos de como podríamos sacar esta situación adelante y me ofreció mil disculpas carentes para mí.

-¡Alexa por favor, como mas te lo digo!- avanzó hasta mi cama intentando esquivar un libro de mil páginas.

El libro le dio fuerte en el hombro provocando que retrocediera un paso hacia mi ventana. Su expresión cambió a una dolida al darse cuenta que esto era inútil.

-Creo que necesitas una mano.- levanté la vista para encontrar la mano de Sam extendida.

- Gracias.- dije tomando su mano.

Últimamente estaba muy despistada, no pensaba bien y menos razonaba lo que hacía. Pequeños círculos morados amenazaban con crecer bajo mis ojos, mi pelo blanco ya no tenía forma ni fuerza, estos últimos meses en los que había estado metida en este nuevo mundo, mucho de mí había cambiado o para bien o para mal.

Ya de pie estiré mi vestido color celeste crema que llegaba hasta la mitad de mis muslos, mis brazos aún estaban rojos como quemaduras pero Zoella, después de un rápido encuentro, me recomendó que no siguiera con el vendaje así que los cubrí con una chaqueta de mezclilla color blanco. Sujeté mi pelo en un moño alto pero ocultar su mal estado. Llevaba medias del color de mi piel para protegerme un poco del frío y mis pies calzaban unos tacos blancos no muy altos, aunque no me aseguraban de que no me fuera a caer. Vestía así ya que la ocasión lo ameritaba, hoy me integraría oficialmente a los Temik, no lo hacía por Caden, lo hacía por mí, necesitaba estar a salvo, no sabía en que momento podrían atacar Los Mayores, ahora me conocían lo que les volvía más fácil acercarse.

- ¿Nerviosa?.- preguntó Sam a mi lado mientras traspasábamos la puerta que nos dirigía a la sala de reunión donde todos estaban esperándome.

Solo lo miré y le dediqué una sonrisa nerviosa.

Habían más personas que la primera vez, todos formales. Patrick se encontraba a un lado de Emma quien me dedicaba una hermosa sonrisa. Había recogido su pelo rubio en una trenza que reposaba en su hombro, llevaba un vestido gris de tirantes ceñido al cuerpo hasta las caderas donde se soltaba hasta caer a sus pies, se veía realmente hermosa. Elliot lucía un traje azul oscuro con una camisa blanca, a su lado se encontraba Amelia con un vestido rojo elegante, era igual de largo que el de Emma, pero este solo estaba ceñido a su pecho, su pelo castaño estaba ondulado dándole un excelente toque. Pero además de ellos, habían alrededor de una 15 personas más las cuales no reconocí.

La orientación de la sala ya no era la misma que la de la otra vez, la sillas ya no estaban, en las paredes habían antorchas con llamas azules y rojas alternadas debido a la falta de luz y, en el centro de la habitación se encontraba una mesa antigua de madera que sostenía un libro, una copa y algunas velas y otras cosas que no alcancé a divisar. El piso se veía tan delicado al ser de una cerámica color dorado.

- Bienvenida Alexa.- anunció Amelia.- Creo que no falta nadie, así que podremos dar origen a la ceremonia.

Todos tomaron sus posiciones y me desplazaron hacia el centro donde estaba la mesa, Patrick y Amelia. Los demás se encargaron de rodearnos en un círculo no muy acogedor. Hacía frío en la pieza, lo que no favorecía a mi estado de nerviosismo, no sabía que tendría que hacer para unirme, solo esperaba que no fuera algo horrible.

DeshabitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora