Secretos III

9 1 3
                                    


HA PASADO ALGÚN TIEMPO Y AUNQUE SABÍA QUÉ QUERÍA CON ESTE CAPÍTULO, FUE UN POCO COMPLEJO DE PLASMAR PORQUE INVARIABLEMENTE TENÍA QUE SER DISTINTO A LOS PRIMEROS DOS, PERO MANTENIENDO, EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE, SU ESENCIA.

SIN MÁS, ESPERO DISFRUTEN.

Secretos III

Apenas y alcanzaron a cubrirse de la lluvia, y para cuando ésta comenzó a arreciar un poco, los encontró casi riendo y corriendo por los muelles.

La verdad es que los había tomado por sorpresa e incluso no sospecharon que aquella tarde pudiera llover así, pues incluso era un día soleado y todo parecía indicar que en un rato hasta podría aparecer un arcoíris.

Al menos eso ella le había comentado.

Y quizás a Ikki todo eso le hacía sentido y le hacía pensar un poco en cómo se habían dado las cosas entre ellos.

Todo, como la lluvia de esa tarde, era inesperado, refrescante y con una posibilidad de que pudieran apreciar un milagro de la naturaleza como un arcoíris.

– Entra, por favor – indicó ella en cuanto llegaron al lugar.

En todas esas semanas que llevaban viéndose, él se limitaba a dejarla en la puerta y, ya en algunos días en adelante, darle un beso de despedida.

En cuanto entró se sintió sumamente extraño. Sabía de la existencia de ese lugar, pero en realidad nunca había estado ahí. Por voz de su hermano menor, sabía que era un punto de encuentro de los muchachos, pero él solía mantener distancia de ese tipo de reuniones y no solía visitar el lugar.

Qué ironía era que estuviera ahí, con ella.

– ¿Estás bien? – le preguntó de inmediato, con un tono un poco preocupado.

– Sí, descuida – trató de tranquilizarla.

La chica cruzó la pequeña estancia hacia la ventana, sólo para comprobar que apenas habían alcanzado a llegar.

Él se quedó un instante sin saber qué hacer, era una situación nueva entre ellos estar a solas en un lugar así. Sin embargo, después de dudarlo un momento fue hacia donde ella.

La chica se apartó un poquito para hacerle un espacio en la ventana y pudiera él ver.

Sin duda era una vista muy agradable de los muelles de la ciudad. Entendió un poco por qué a los chicos les gustaba reunirse ahí y porque Seiya había quedado encantado con vivir en esa pequeña habitación.

Ikki se quedó observando un instante, pensando en todos los momentos y charlas que se había perdido en ese lugar, todo por aferrarse a permanecer lejos del resto, de ser enigmático, de guardarse las cosas, de tener sus secretos.

Entonces sintió cómo unas manos pequeñas y femeninas lo abrazaban por detrás hasta descansar en su pecho. Ella también apoyó su cabeza en su espalda.

Claro, esa chica le estaba alejando muchas de esas ideas de su cabeza e Ikki estaba seguro que a ella no podría mantenerla en secreto ante el resto.

– ¿En qué piensas? – le preguntó la pelirroja.

– No sé... Tal vez que han sido semanas muy extrañas.

– Yo creo que han sido muy lindas contigo– Ikki no pudo evitar sonreír un poco. Esa chica tenía una manera especial de ver al mundo, con la que podía encontrar algo bueno en estar en compañía de alguien tan osco como él.

Era tan gentil y positiva, no cabía duda que era la hermana de Seiya... pero en bonita, desde luego.

Se separó un poco para poder darse la vuelta y tenerla de frente para besarla. Desde la primera vez que probó esos labios se le hizo tan difícil alejarse de ellos.

SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora