No compartas tu devoción.

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Izuku estaba sentado en la terraza de su departamento. El sol se desvanecía en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de naranjas y rosados, mientras lentamente se escondía tras los edificios altos de Tokio.

Tardes como esta, justo en el punto donde el día y la noche se encontraban, siempre hacían que su mente divagara hacia el pasado, hacia esos recuerdos que todavía le provocaban dolor, pero que al mismo tiempo, añoraba profundamente.

Tenía alrededor de 13 años y recién había comenzado la secundaria. Siempre había sido más bajo y delgado que los otros chicos, algo que lo hacía sentir avergonzado. Los médicos y sus padres le decían que era por los genes de su madre, y no podía negarlo, se parecía mucho a ella. Había aceptado esa explicación sin cuestionarse demasiado.

Hasta que su cuerpo decidió presentarse como omega.

Lo recordaba vívidamente. Estaba en medio de una clase, tratando de concentrarse en el pizarrón, pero no podía. Sus compañeros lo miraban, algunos murmuraban entre ellos, intercambiando miradas burlonas, mientras su respiración se volvía más pesada y su piel ardía. No sabía qué estaba pasando. Todo lo que quería era que se detuviera.

Su maestro notó de inmediato que algo andaba mal y lo sacó del aula con urgencia, llevándolo a la enfermería.

Minutos después, sus padres llegaron corriendo a la escuela. Su madre lo abrazó con fuerza, murmurando palabras tranquilizadoras mientras su padre hablaba con los maestros. Lo llevaron a casa, y fue allí donde, finalmente, comprendió lo que estaba sucediendo: se estaba presentando como omega y su primer celo estaba comenzando.

El recuerdo de esa semana en su habitación, donde no tuvo más opción que ceder ante lo que su cuerpo le pedía era vergonzoso incluso hasta hoy. No podía mirarse al espejo sin sentir que había fallado, sin sentir que había hecho algo malo. Sabía que sus padres nunca lo juzgarían, pero eso no borraba la humillación que sentía.

Una vez que el martirio terminó y su cuerpo volvió a sentirse como el de siempre, Izuku se encontró incapaz de mirar a sus padres a los ojos. Estaba avergonzado, no quería que supieran lo que había hecho, no quería que imaginaran siquiera lo que había pasado en su habitación.

Su madre, como siempre, fue la primera en acercarse. Con su dulzura infinita, se sentó a su lado en el sofá y comenzó a acariciar su cabello.

-Izuku, mi amor, no tienes que sentirte mal -le dijo, con su voz suave de siempre -. Es natural, es lo que eres, y no hay nada malo en eso.

Su padre también se acercó, poniendo una mano firme y cálida en su hombro.

-Estamos orgullosos de ti, hijo. No importa que, siempre serás nuestro Izuku, nuestro pequeño héroe.

Esas palabras lo habían tranquilizado en ese momento. Aunque seguía sintiéndose avergonzado, su amor incondicional le dio la fuerza para seguir adelante. Sin embargo, esa paz no duró mucho tiempo...

Más recuerdos comenzaron a apoderarse de él, arrastrándolo hacia una de las varias etapas oscuras de su vida. El acoso, las risas maliciosas, el frío de las taquillas contra su espalda, la impotencia... las palabras crueles y vulgares...su padre...

-¡Basta, basta! -murmuró con frustración, sacudiendo la cabeza mientras se pellizcaba el brazo con fuerza para obligarse a detener el torrente de recuerdos.

No valía la pena revivir esos momentos ahora. Ya había pasado demasiado tiempo y él no podía permitirse el lujo de perderse en el pasado. Tenía asuntos más importantes en los que pensar.

Se levantó de golpe, inhalando profundamente. Sus ojos se desviaron hacia la mesita de café de la sala, donde una laptop nueva, libros, cuadernos y guías de estudio estaban cuidadosamente acomodados. Una sonrisa irónica, casi burlona apareció en sus labios al recordar la expresión de Shoto, cuando Momo y Kyoka llegaron unas semanas atrás para entregarle las cosas personalmente. Esa escena bien había valido soportar a los alfas arrogantes en la fiesta. Al final, él había tenido una pequeña victoria.

Si el amor es para idiotas, yo soy el más grande del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora