Me he despertado hace poco; el sol empieza a asomar, aunque aún hace algo de frío. Ayer, después de recuperarme del incidente en el barco, seguí mi camino. Ha sido una noche tranquila, sin sobresaltos, y ahora estoy casi en Motril.
He preparado todo para salir y he hecho un inventario rápido de la mochila:
- Dos latas de comida.
- Tres botellas de agua.
- Mi cuchillo.
- Binoculares que encontré en un cajón.
- Una linterna.
- Un abrelatas.
- Lata de comida usada, ahora con pienso para Draco.
- Una segunda mochila vacía para cualquier cosa que pudiera encontrar.Objetivo:
Encontrar combustible para seguir recorriendo la costa o algún sitio donde pueda abastecerme y quedarme una temporada. De cualquier modo, regresar al barco es la prioridad.El piloto automático está a punto de desconectarse; intentaré llegar al puerto sin hacer ruido. Continuaré escribiendo más tarde.
21:30 Horas
Ha sido el día más frenético que recuerdo.
Me preparé para desembarcar. Apagué el motor y conseguí llegar con la inercia justa, teniendo que saltar el último metro hasta la plataforma. Por miedo a no poder volver al barco, decidí llevarme a Draco conmigo. Sí, así es como lo he llamado.
Mientras avanzábamos entre el caos, similar al del puerto de Málaga, Draco olfateó algo en el aire y su pelo se erizó hasta la cola. Empezó a gruñir, y mi nerviosismo aumentó de inmediato. Tenía que encontrar una manera de controlarlo, o acabaríamos muertos los dos. Traté de calmarlo, mientras mi preocupación se incrementaba a cada segundo. Ya era tarde: uno de esos no muertos nos había oído, o quizá nos había olfateado. Aún no sé qué capacidad tienen para ver u oler, pero oído sí que tienen y muy bueno.
Draco se giró y comenzó a ladrar furiosamente. Una de esas cosas apareció de detrás de un coche, como si se materializara de la nada. Al vernos, emitió un gemido que se sumó a los ladridos de Draco que empeoraban la situación por segundos. Me giré, sujetándolo con fuerza, buscando un sitio donde escondernos o escapar antes de que nos acorralaran. Tiré de él, intentando hacerle entender que teníamos que irnos. A regañadientes, como si entendiera mis palabras, Draco se dio la vuelta, y nos movimos con agilidad. Mi tobillo aún dolía, pero eso era lo de menos.
Antes de darme cuenta, una horda de esas criaturas apareció desde detrás de unos almacenes. Estábamos en una situación crítica: esa horda se interponía entre nosotros y el barco. Intentaba trazar un plan desesperadamente.
—¡Mierda! —pensé.
Cuando me disponía a correr en la dirección opuesta al barco, un sonido atronador y familiar retumbó en el cielo. Me detuve a escuchar, intentando recordar de qué se trataba.
—¿Un maldito helicóptero? —murmuré, incrédulo.
Mientras trataba de entender lo que estaba pasando, vi cómo todos los no muertos se giraban al unísono, como antenas siguiendo el ruido que venía de algún punto lejano.
Aproveché la oportunidad y me alejé corriendo de aquella masa podrida.
Un minuto después, localicé el origen del sonido: un helicóptero militar volaba bajo, como buscando dónde aterrizar.
Seguí corriendo, esta vez siguiendo la silueta que, para mi alivio, no se alejaba demasiado. Finalmente, lo alcancé a unos quinientos metros.
—¿Por qué aterrizar aquí? ¿Es que no ven la cantidad de no muertos que hay? —me pregunté, tratando de entender lo que pasaba.
Cuando llegué, el helicóptero había aterrizado en un campo despejado, sin nada alrededor salvo hierba y terreno abierto an un lado de la carretera. Alcancé a ver cómo un tipo enorme bajaba de la parte trasera con un rifle; delante de él, otro hombre, vestido igual, avanzaba mientras el primero le apuntaba por la espalda.
No podía creer lo que estaba viendo. El hombre de delante avanzaba arrastrando los pies y, cuando estaba a unos veinte metros, gritó algo en voz alta. Un segundo después, un estruendo brutal rompió el silencio que quedó una vez se paró el motor del helicóptero tras el aterrizaje. Una nube roja apareció donde estaba el hombre, y su cuerpo cayó, sin vida, sobre la hierba. Sin vacilar, el tirador se dió la vuelta y se unió a un grupo de soldados que hasta entonces no había visto.
De repente, oí un ruido detrás de mí. Draco se giró, gruñendo. Alcancé a ver una sombra, y acto seguido sentí un golpe fuerte, un sabor metálico en la boca... y todo se apagó.
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52 Días
General FictionDe un día para otro, la humanidad se enfrenta a la extinción total. Miles de millones de vidas son arrancadas, amigos, parejas, hijos... todos desaparecen. En su lugar quedan miles de millones de monstruos sedientos de sangre que, darán caza a todo...