El ambiente en la escuela Salvatore estaba teñido de una extraña tensión para Hope, que desde lo ocurrido con Damon y Josie había sentido cada día más pesado que el anterior.
Tras días evitando a Damon a toda costa, había aprendido a detectar el leve cambio de susurros y miradas que parecían seguir cada uno de sus movimientos.
Era viernes y el sol apenas asomaba cuando Hope se levantó. La rutina habitual—ducha rápida, uniforme puesto—se sucedió con la mente distraída. Solo tenía el tiempo justo para ir al comedor y no perderse el desayuno. Al llegar, se sentó junto a Lizzie y Landon, quienes, percibiendo su estado, compartieron silenciosas sonrisas de ánimo. Después de desayunar, los tres se dirigieron a la primera clase del día.
Pero mientras avanzaban por el pasillo, algo extraño sucedió. Todos parecieron apartarse a medida que Hope avanzaba, susurrando en voz baja, sus miradas tan directas y curiosas que la hicieron sentir como si estuviera cruzando una senda marcada por sombras. Landon y Lizzie notaron el cambio en el ambiente, pero Hope, concentrada en su propio conflicto, apenas les dio importancia.
A medida que se acercaban a su salón, situado cerca de la entrada principal, el camino comenzó a sentirse interminable, los susurros como un eco que se hacía más y más fuerte en su mente. Finalmente, se detuvo en seco en medio del pasillo, sus compañeros observándola con extrañeza. Una presencia, o quizás un sentimiento profundo y casi inmaterial, la hizo girarse lentamente hacia la entrada.
Y ahí, en la puerta de la escuela, estaban ellos.
El corazón de Hope latió con fuerza desbocada al ver la figura de su padre y su madre, los dos allí, como si el tiempo se hubiera detenido y devuelto las vidas que una vez le arrebataron. Junto a ellos, sus tío muerto, como Elijah , cuyo recuerdo había aprendido a sostener con la misma reverencia que el dolor de su ausencia. Y también estaban allí aquellos que aún vivían: Freya, con el porte firme de siempre; Davina, quien irradiaba una calma que a Hope le pareció una suerte de promesa de seguridad; y Kol, su tío bromista, ahora con una seriedad en los ojos que pocas veces había visto.
El pasillo entero pareció desaparecer alrededor de ella. La figura de su familia se destacaba como un espejismo demasiado vívido para ser real. Ellos estaban allí, juntos, los vivos y los muertos. Era una escena que desafiaba toda lógica, todo lo que ella había asumido. Los recuerdos y los anhelos de lo que alguna vez fue la familia Mikaelson se materializaban frente a ella, y en ese momento, Hope supo que todo estaba a punto de cambiar.
Hope sintió cómo el aire a su alrededor se volvía denso y cargado de energía mientras contemplaba a su familia reunida frente a ella. La última vez que había intentado el hechizo de resurrección, lo había hecho con un corazón lleno de esperanza, pero cuando no sintió ninguna respuesta mágica, asumió que había fallado. Lo había intentado todo: las antiguas palabras de la familia, los rituales más complejos y arriesgados, confiando en que el poder Mikaelson dentro de ella sería suficiente. Pero cuando terminó el hechizo y no ocurrió nada, había decidido enterrar la idea y convencer a su corazón de que no valía la pena seguir intentando lo imposible.
Ahora, observándolos parados allí, Hope sintió una mezcla de asombro y vértigo. ¿El hechizo había funcionado después de todo? Los vivos y los muertos compartían el mismo espacio, y ella había sido la causa. Era la prueba tangible de que su magia, su linaje, podía desafiar incluso a la muerte.
La mirada de su padre se encontró con la suya, cálida y protectora, como si cada día que habían estado separados hubiera quedado suspendido en ese momento. Klaus le dedicó una pequeña sonrisa, una que no veía desde hacía años, y Hope sintió un nudo en la garganta. Al lado de él estaba Hayley, su madre, con los ojos llenos de amor y orgullo. Elijah y Kol también la miraban, cada uno a su manera, con una mezcla de afecto y respeto.
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ᑌᑎ ᗩᗰOᖇ ᑭᖇOᕼIᗷIᗪO
أدب الهواةHope Mikaelson, la pequeña hija trihibrida de Klaus Mikaelson y Hayley Marshall Hope ha pasado por experiencias que ninguna joven de 19 años de edad debería de haber experimentado jamás, el asesinato de su madre Hayley a manos de su propio tío Elija...