La Casa de los Ecos
En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques, se erguía una antigua mansión, conocida por los lugareños como la Casa de los Ecos. La leyenda decía que, en noches de luna llena, se podía escuchar susurros y lamentos provenientes de su interior. Nadie se atrevía a acercarse, excepto a Ana, una joven curiosa con un gusto por lo desc.
Una noche, impulsada por historias de fantasmas, Ana decidió explorar la mansión. Con una linterna en mano y el corazón latiendo fuerte, cruzó la puerta chirriante. El aire estaba impregnado de polvo y moho, y un silencio sepulcral reinaba en el lugar. A medida que avanzaba, el ec
Al llegar a la sala principal, encontró retratos de una familia que había vivido allí hace mucho tiempo. Sus ojos parecían seguirla, llenos de tristeza. En una esquina, una vieja gramola despertó su curiosidad. Ana, temblando de emoción, la encendió. La música antigua llenó la habitación, pero pronto se entrem.
"Vete
Ana sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero su curiosidad era más fuerte. Decidió investigar el segundo piso. Las escaleras crujían bajo su peso, como si la casa misma intentara advertirle. Al llegar al pasillo, una puerta entreabierta llamó su atención. Dentro, encontró un diario polvoriento. Las páginas estaban llenas de anotaciones sobre rituales yf.
De repente, la puerta se cerró de golpe tras ella. Ana se giró, el pánico comenzando a apoderarse de ella. Los susurros aumentaron en intensidad, ahora mezclados con risas apagadas. "No estás sola..." resonó en el aire. Su respiración se aceleró mientras busca.
Al volver a la sala principal, notó que los retratos habían cambiado. Las figuras parecían estar más cerca, sus rostros retorcidos en expresiones de dolor. Ana sintió que algo frío la rodeaba. Sin poder pensar, corrió hacia la puerta principal, pero estaba cerrada con llave.
Desesperada, se dio cuenta de que la única salida era volver al diario. Con cada palabra que leía en voz alta, la casa parecía cobrar vida, las paredes temblaban y los ecos se volvían más fuertes. "Libéranos..." se oía cada vez más claro. Ana comprendió que ne
Con el corazón en la mano, comenzó a recitar las palabras del diario. A medida que lo hacía, la casa temblaba violentamente. Las risas se convirtieron en gritos de angustia. Finalmente, en un último grito
La puerta se abrió de golpe, y Ana, exhausta, salió corriendo. Al mirar atrás, vio las figuras de los retratos sonriendo, ahora libres de su sufrimiento. Nunca volví a hablar de esa noche, pero el eco de susurros persistió en su mente,
Desde entonces, la Casa de los Ecos permaneció en pie, un recordatorio escalofriante de que hay historias que deben ser contadas... y otras
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El Resurgir de la Oscuridad
FantasyTras dos largos años en Rotemburgo, en lo más profundo del oscuro bosque se encontraba cierta persona de la cual creían haber acabado con ella y olvidado