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¿Quién era Jeon Jungkook? Esa era la pregunta que se hacían muchos al verlo sobre el ring, con esa mirada impasible y fría, cada golpe que lanzaba calculado al milímetro y lleno de fuerza, como si quisiera borrar la existencia de su oponente. Jungkook no dejaba espacio para la duda: él no solo quería ganar, quería destruir. No había expresión en su rostro, ni una chispa de compasión; simplemente avanzaba, imparable, como si la idea de detenerse jamás hubiera cruzado su mente. Era una máquina en el cuadrilátero, y por eso era un invicto en su título, una leyenda en formación, y el nombre más temido de los titulares deportivos.

Jungkook no era alguien fácil de conocer, ni siquiera para quienes compartían su día a día en el gimnasio. Su carácter frío y reservado lo mantenía a distancia de los demás, y aunque muchos lo admiraban, pocos se atrevían a acercarse. ¿Qué había detrás de esa máscara impenetrable? Era un misterio que solo parecía intensificarse con cada victoria.

Esa noche, después de su último combate, se encontraba en su departamento, recibiendo un masaje sobre una camilla en la amplia sala principal. La luz tenue creaba un ambiente de calma que contrastaba con la tensión habitual de su vida. Estaba boca abajo, una toalla cubriendo la parte baja de su espalda, mientras la masajista trabajaba en los músculos tensos de sus hombros, aliviando el peso acumulado tras cada golpe dado y recibido.

La puerta principal se abrió, y su entrenador entró con la naturalidad de quien está acostumbrado a las excentricidades de su pupilo. Han era un hombre serio, experimentado en el mundo del boxeo, con una paciencia inquebrantable que había ganado tras años de lidiar con personalidades difíciles. Al ver a Jungkook recostado, una sonrisa irónica cruzó su rostro.

—¿Cómo va ese hombro? —preguntó, dejando su mochila en el suelo y cruzándose de brazos.

Jungkook, sin girarse, respondió con su usual tono lacónico:

—Bien.

La masajista continuó con su trabajo, sus manos firmes y expertas recorriendo cada fibra del hombro y la espalda de Jungkook. Han lo observaba en silencio, como si esperara algún indicio de emoción, pero no encontró nada. La expresión de su pupilo seguía siendo impenetrable.

—Sabes que tienes un enfrentamiento próximo, ¿verdad? —dijo Han, buscando captar su atención.

—¿Contra quién? —preguntó Jungkook, sin mucho interés.

—Park Sanghoon. Es nuevo, pero tiene potencial. Lo he visto en algunos combates, y no te será fácil esta vez —dijo tratando de provocar alguna reacción en su boxeador.

Jungkook solo resopló, y tras un segundo de silencio, hizo una seña a la masajista para que se retirara. Ella asintió, haciendo una reverencia antes de recoger sus cosas y salir de la habitación. Jungkook se incorporó, aún sentado en la camilla, con los brazos cruzados y la mirada fija en su entrenador, dispuesto a escuchar lo que tenía que decir.

—Park Sanghoon… —repitió pensativo, como si el nombre no le provocara más que una leve curiosidad.

—Es habilidoso, rápido. —Han se acercó, mirándolo con seriedad—. Tienes que mantenerte concentrado y evitar distracciones, especialmente ahora que tu nombre está sonando más que nunca.

Jungkook levantó una ceja, casi divertido.

—¿Distracciones? ¿Crees que alguien puede distraerme? —su tono era irónico, casi despectivo, como si la idea le pareciera ridícula.

Han lo miró en silencio, evaluando la intensidad de su mirada. Sabía que su pupilo no era fácil de conmover, pero también había aprendido a leer los matices de su actitud. Jungkook rara vez mostraba interés por algo más allá del ring, y cualquier pequeña desviación en su comportamiento podía significar mucho.

Heart's Round | KmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora