Capítulo 1

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-¡Mamá esto es injusto!- le dije exasperada.
-No me importa, ya es tiempo de que te independices.- dijo ella.
-Yo soy BASTANTE independiente.
-Si, yo tengo 30 y bailo tango.- dijo sarcásticamente.
-¿Por qué hacen esto?
-Es por tu bien.- dijo, notablemente molesta y se fue de mi cuarto dando un portazo.
Esto ya no se podia evitar. Ya todo está listo para cambiarme mañana. No me agrada para nada la idea de irme a vivir sola, sin nadie, por mi cuenta, esto es mucho para mi. Por favor deja de comportarte como una reina del drama, no es para tanto, dijo mi voz interna. Dios, es que, no quiero... Lo que no quieres es tener responsabilidades. Lamentablemente, tenía la razón. Mi madre, con "ya es tiempo de que te independices" quiere decir: es tiempo de que te valgas por ti misma, nosotros no tenemos por que hacerlo ya.
Me gusta mi vida así como es, acabo de terminar la escuela, me dieron vacaciones del trabajo, debería de estar descansando ahora, no empacando.

Después de unas horas me empezó a dar hambre, bajé cautelosamente las escaleras y me encontré a mi padre en su estado natural, en su laptop.
-Matt.- le dije mientras sacudía el poco cabello que le queda en el cráneo.
-Sam.- Me dijo sin dejar de observar el monitor.
En silencio entré a la cocina y me encontré a mi madre comiendo cereal. En ese momento me fui a servir un poco de el en un platón, cuando fui al refrigerador por leche, para mi gran sorpresa, ya no había. Genial. Ya me serví el cereal, ahora que hago? Vale, hay yogurt, cereal con yogurt cenaré entonces. Justo al terminar mi cena, lavé el platón y la cuchara y me dirigí a mi cueva, digo, cuarto. Antes de dormir revisé redes sociales, por esto de que no tendría acceso a internet como por un mes. Facebook solo es fotos y fotos de personas de las ni me acuerdo. Twitter, celebridades y pornografía, asco. Siempre desde que tengo memoria me cuesta trabajo dormir, así que solo me acuesto en mi cama a meditar sobre los confines del tiempo y el espacio. Pensé de lo que sería de mi, de como irme de el lugar donde toda la vida he estado me afectaría, pensé en mis amigos, los pocos con los que me seguía frecuentando , ellos se entristecieron al oír la famosa noticia, pero bueno, que se podía hacer ya? Me harté y decidí escuchar música hasta quedar dormida.

...
Beep, beep, beep.
Era ese maldito ruido interrumpiendo mi sueño, 7:00 am, marcaba el reloj a un  lado mío, sin ánimo alguno me levanté de mi cama y me dirigí al baño a darme una ducha. Después de salir, escogí ropa y me cambié.

Son las 12:45 am, es un día nublado. El camión de la mudanza llegó para recoger las cosas que faltaban por llevar, como muebles, maletas y cosas mías; los básicos como refrigerador, estufa, lavadora, secadora, boiler, todo eso ya estaba allá, este será un largo y aburrido viaje.

...
1 hora y media de camino después.

Me sentí rara al alejarme tanto de casa, pareciese que me voy de la ciudad, pero no, solo me voy a un recóndito lugar muy lejos de cualquier cosa conocida en el planeta. Ay, por favor.
Por la misma carretera en la que íbamos, entramos por una calle casi oculta debido a la maleza de ese lugar, avanzamos cien metros hasta llegar a una calle sin salida.
Todo parecía demasiado sombrío para ser verdad, las seis casas situadas alrededor de la calle eran exageradamente grandes, cada una de ellas parecía vieja y descuidada, aunque cada una se distinguía por diferentes cosas.
La primera casa a la derecha, con un número uno de metal pegado a la pared,  tenía su jardín delantero lleno de maleza, muy descuidado, excepto por una gran maceta con hermosas rosas rojas. La primera casa a la izquierda, con su número dos de metal en la pared, estaba medio pintada de blanco, medio por que falta la mitad del frente de la casa de pintar, parece que la están remodelando. La segunda casa a la derecha con un número tres, tenía muchos arboles, todos muy altos y robustos, pude contar cuatro solo en el jardín delantero. En la segunda casa a la izquierda se podían observar tres perros pitbull encadenados a un barandal, que ladraban por nuestra llegada. En la tercera casa a la izquierda, me sobresalté al ver a una anciana en una mecedora mirandome fijamente desde su porche, lo que me llamó más la atención fueron tres cabezas de pequeños monos colgados a un lado de la puerta, eso me dio escalofríos.
Mi casa era la tercera a la izquierda, la más descuidada de todas, ya podía ver por que salió tan barata.

Continuará.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2016 ⏰

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