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Forest Hill, un pueblo cerca de la ciudad de New York, dónde la mayoría de las cosas solían ser hermosas, un lugar pintoresco y sereno con un estilo que mezclaba lo suburbano y lo natural.
Las casas eran de estilo colonial con jardines bien cuidados, caminos rodeados de árboles altos que dan un aspecto acogedor y tranquilo, y parques con bancos para sentarse a disfrutar del paisaje y de las vistas.
¿Pero lo más importante? El café Coldhot de aspecto rústico y encantador, que era el punto de encuentro más acogedor y recurrente para los habitantes. También habían algunas tiendas de conveniencia, ropa y comida rápida.
Las personas que vivían allí mayormente tenían una buena posición económica y elegían Forest Hill por la privacidad. Solían ser amables unos que otros con su mal genio si, pero nadie se metía en lo de nadie cada quién siempre iba a lo suyo.
El lugar estaba rodeado de un bosque frondoso aún así en las colinas había un hermoso mirador con varios columpios donde podías apreciar el mar de luces de la ciudad. New York quedaba a algunos veinte minutos y la mayoría de las personas trabajaban allá.
Hay un muelle en el sur del tranquilo lago, que reflejaba el bosque circundante, sugiriendo que Forest Hill también tiene acceso a un área natural dónde los residentes podían desconectarse y disfrutar de la tranquilidad del agua.
Era un lugar tranquilo y privado.
En fin, el lugar combinaba un estilo de vida suburbano con la belleza de la naturaleza y la tranquilidad de un pequeño pueblo cerca de la gran ciudad.
