Capitulo 2: El señor Federic

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Luego de algunos minutos de estar corriendo y perder de vista a los guardias, por fin nos detenemos cuando creemos estar seguros de ellos y nos sentamos en una banca mientras recuperamos el aliento por completo.


A estas horas aún había coches pasando en la carretera y el olor a comida de un restaurante a algunos metros filtró por nuestras narices.


-¿Seguro que fue buena idea escaparnos, Aiden? -dice Danna de repente, su cabello largo color castaño oscuro moviéndose levemente por el viento del invierno.- Además... creo que es peligroso estar en las calles a estas horas; lo digo porque vi películas en el orfanato donde aparecían monstruos o asesinos a estas horas.


-No lo sé; por ahora veamos dónde pasar la noche, y en la mañana, alguien que nos adopte a los dos -respondo mirándola; por un momento, parece triste.


-¿En serio crees que alguien nos va a adoptar, Aiden? Porque tú tienes once años y todavía no te han adoptado.


Sus palabras me lastiman, pero sé que tiene razón; nadie me querría adoptar por los rumores que decían de mis padres. Rumores que nunca me dejaron saber cuál era el motivo hasta ahora.


-Estoy seguro de que alguien te adoptará; eres una buena niña -digo intentando no dejar salir la desilusión que tengo al saber que posiblemente no podré tener a alguien que me adopte fácilmente.


Su mirada se fija en la mía curiosa antes de sonreír un poco.


-¿Por qué decidiste escaparte conmigo en lugar de quedarte en el orfanato? -pregunto después de varios minutos-. Estarías mejor que estar aquí conmigo, en la calle, bajo la nieve cayendo.


Cuando iba a escaparme esa noche, me la encontré siguiéndome y solo me había dicho que no quería estar en ese lugar tampoco porque las personas eran muy malas y se comportaban extrañas con ella.


Ella no responde por un buen momento; solo se queda mirando los autos pasar en la carretera con la mirada perdida en quién sabe dónde, hasta que por fin se voltea a mirarme nuevamente.



-Porque sé que no me lastimarás como esas personas mayores, y porque sé que eres un buen niño mayor -ríe levemente-. Además, siempre te portas bien, por eso creo que Santa Claus te dará muchos regalos.


-¿Aprendiste eso de la tal escuela?


-Ajá -asiente varias veces con la cabeza-. Espero que algún día también puedas ir; tiene muchísimas personas y te enseña muchas cosas; además, los niños son muy divertidos.


Lo miro atentamente; se ve muy emocionada mientras lo dice y en ningún momento aparta la mirada del color de mis ojos; podría hasta decir que es la primera vez que alguien me mira a los ojos por tanto tiempo sin apartarlo.


-Si de grande soy alfa o incluso un género diferente, te protegeré mucho para que ninguna persona te vuelva a lastimar, porque eres una niña muy tierna y linda.


-¿¡En serio!? ¿Juras que no es broma? -sus ojos se iluminan y yo asiento con la cabeza-. ¡Gracias!



Apenas termina de decir esas palabras, me abraza fuertemente con un entusiasmo lleno de felicidad; el momento cálido hace que nos olvidemos por un rato del frío que nos rodea y de la situación en la calle en la que nos encontramos.


De pronto, un lujoso auto, que había visto en una de las revistas de un libro, se detiene frente a nosotros y tres personas se bajan de él.


Dos de ellos vestían trajes negros y tenían expresiones serias y endurecidas, lo que incluso podría darme miedo; el tercero era un señor posiblemente de segunda edad con barba, traje rojo y negro, y unos zapatos realmente lindos que me dejaron sorprendido, a diferencia de los nuestros, que eran unas sandalias sucias, viejas y rotas en nuestros pies.

Entre rejas y besos oscuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora