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blood

Walden Hill era un pequeño y desconocido pueblo, se encontraba en lo profundo y espeso de un bosque, en lo alto de una montaña, lejos de la concurrida y bulliciosa ciudad, para llegar a el desde el centro se debía tomar un viaje por carretera de cinco horas y sin paradas. Solo existía una ruta de llegada, una carretera repleta de grietas y profundos huecos debido al abandono, rodeada de grandes y frondosos árboles y césped tan alto como una casa. Las personas de la ciudad se olvidaron de su existencia, pero había unos cuantos, personas adultas en su mayoría, que buscaron desesperados borrar todo aquello que los ligara de alguna forma a aquel terrible pueblo.

Ahora bien, las personas que habitaban dicho pueblo eran felices, siendo este un pequeño lugar recóndito e independiente, dedicaban sus días a las tierras y al ganado, todos se conocían entre sí y de la misma forma colaboraban por el bien común, sus vidas eran perfectas, o así lo contaban todos los sábados en la iglesia, pero debajo de todas esas sonrisas amables cocidas con agujas invisibles a sus mejillas, se encontraba la tragedia, en este pequeño y humilde pueblo existía una regla de oro; al llegar octubre, el toque de queda inicia a las 4, huye, corre a casa y escóndete, o morirás a manos de ellos. Los que habitan en la sombra no tienen piedad.

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El goteo incesante de un tubo, la luz tiritando, pozos de agua que empapaban sus viejas tenis, el sonido de roedores huyendo por los techos viejos y también estaba aquel desagradable olor, todo aquello estaba aturdiendo sus sentidos.
Yoongi veía con frustración su reflejo apenas visible en el espejo de aquel baño viejo, estaba acostumbrado, como vampiro novicio sus características no eran tan fuertes como lo eran las de los vampiros completos, pero ahí estaban, siempre recordándole lo que era; un monstruo, pero no se confundan, Yoongi vivía satisfecho con quien era, orgulloso de su condición y de los lazos que compartía, pero detestaba las molestias que esto le causaba en su rutina diaria. Era alguien bastante perezoso que odiaba las dificultades y las evitaba siempre que podía.

Una vez más se quedó observando la imagen de su reflejo tiritando y desapareciendo por momentos.

Faltaba una semana para Halloween; como lo conocían los humanos, para los de su especie ese día era conocido como Post mortem, un nombre bastante justo a su parecer, puesto que todos los vampiros de su edad perdían todo rastro de vida o, al menos, lo que les quedaba de ella. Yoongi sabía que entre más cerca estuviera el día de la “Ceremonia de iniciación” más se iban a ir manifestando sus características e iría dejando atrás lo poco humano que le quedaba.

Mordió con suavidad su labio inferior, sintió un escozor molesto y un espeso liquido empezó a deslizarse desde su labio hasta su barbilla, justo en ese momento su reflejo se volvió medianamente estable y le permitió observar sus afilados colmillos y su boca, ambas cosas llenas de su propia sangre, sus ojos brillaron en un peligroso bermellón antes de deslizar su lengua por sus labios. Pasos afuera le alertaron de la llegada de alguien al baño, con demasiada prisa agarro el viejo collar que yacía torpemente en el filo de la pila y se lo colocó nuevamente, el ardor conocido llego a su pecho.

Con una mueca desagradable sintió el peculiar olor de la sangre humana y su garganta se cerró de golpe. Su cabeza atolondrada lo supo de inmediato, la persona que se acercaba estaba lastimada y por el fuerte olor debía ser una herida lo bastante grande como para descontrolar sus sentidos. Dando un último vistazo al espejo, esta vez, con su imagen tan clara como la de una persona normal, salió apresurado.

Al menos cinco minutos después ingresó un chico de cabello castaño y ondulado, sus pasos frenéticos lo dirigieron frente al espejo y con la mandíbula tensa del dolor busco toallas para cubrir la herida en su brazo que no dejaba de sangrar, el dolor se extendía por todo su cuerpo y su sangre goteaba el suelo dejando una escena perturbadora, contuvo el aire en sus pulmones cuando abrió la llave y metió el brazo en el agua, por un momento su cara se deformo ante el ardor. No era una herida profunda, pero si grande y dolía de los diablos.