Capitulo 4 ‐ La foto

13 3 0
                                    

Joe

—Fue un placer ayudarlos —sonrió mientras la feliz pareja firmaba el contrato de compra—. Espero que disfruten.

—Gracias por la ayuda —dice el hombre mientras estrechamos nuestras manos, y luego de entregarle las llaves de su nuevo hogar, me retiro hacia mi auto para volver a la empresa.

Al entrar al auto, tomo mi celular y reviso los mensajes; hay uno de Maggie con una lista de cosas para comprar y uno de Mini que, cuando lo abro, me quedo mirando como un idiota embobado sin poder arrancar el auto.

Trago saliva mientras veo el mensaje debajo de la foto: "Podría ir vestida con tu ropa a trabajar si no fueran todos tan cuadrados". Me quedo pensando en esa frase. ¿Será solo algo general? ¿Por qué me importa? No es novedad que odie todo lo relacionado con la agencia. ¿Por qué yo sería la excepción? Soy amigo de su hermana; de seguro cree que soy igual, o peor aún, ¿pensará que solo la trato bien porque me está ayudando?

Minutos más tarde, llego a la agencia y tomo mi celular para volver a verla, como un adolescente hormonal, y me doy cuenta de que la borró. Muerdo mi labio inferior y recuerdo que esa foto no era para mí, que claramente pasó la noche con alguien y ese alguien es el verdadero destinatario del mensaje y la imagen. Y me siento un estúpido por haber creído que, por lo menos, le agradaba un poco.

Entro a mi oficina y comienzo a trabajar mientras como el sándwich de atún que me preparó Maggie con un poco de culpa, pero sin poder dejar de pensar en Mini.

Pensando en cómo se debe sentir al saber que me envió la foto a mí en lugar de a la persona correcta, y espero con todas mis fuerzas que esto no haga que se quiera alejar de todo. Porque no es algo grave, por suerte me la envió a mí y no a su padre... aunque de seguro eso no hace que sienta menos vergüenza.

Vergüenza me debería dar a mí, por mirarla con la saliva colgando de mi boca...

A las dos de la tarde en punto, la veo entrar a la oficina y caminar por el pasillo mirando algo con su celular, lleva el pelo atado en un nudo, un vestido negro bastante pegado a su cuerpo y un tapado en sus manos.

Vuelvo mis pensamientos en Maggie, en que es en ella y solo en ella en quien debería pensar, pero intentar llevar mis pensamientos a ella solo me hace sentir un vacío ya conocido en mi estómago, que no es por ella, porque la considero una mujer increíble, pero desde hace un buen tiempo que creo que estar constantemente haciendo todo por consentirla ya no es lo que me hace feliz.

Intento poner atención a las planillas que tengo en frente, pero ahora solo puedo pensar en la duda que tengo en mi cabeza: ¿Es esto lo que me hace feliz? ¿Realmente es así como quiero vivir el resto de mi vida? Sería un mal agradecido si dijera que la paso mal, pero también sería un negador si dijera que soy feliz. Porque no se puede ser feliz si para serlo se tiene que dejar de ser lo que es uno en realidad.

Pienso que logré lo que deseaba: soy una persona que se casó, que tiene una hermosa hija y un buen trabajo; pero quizás lo que yo quería era ser lo que otros esperaban de mí y quizás todo esto que tengo en realidad no era lo que quería.

Jamás me arrepentiré de ser padre; Nat es la luz de mi vida, pero toda esta vida que armé fue solo por el deseo de encajar y eso es lo que desde hace tiempo me quema la cabeza. Cuando esté en la universidad, encajaré; cuando salga con una linda chica, encajaré; cuando me case, encajaré; cuando tenga un buen trabajo, encajaré; y así podría seguir todo el día, pero no resolvería la verdadera duda: ¿qué hice en mi vida por mí y no por el deseo de encajar? Nada.

—Mi padre quiere verte —dice Fred entrando sin golpear. Me levanto de mala gana y camino directo a la oficina de Roger, quien me espera de brazos cruzados mientras mira por la ventana.

ImanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora