Nasiens tomó una profunda respiración, sabiendo que tenía que continuar con su misión, aunque una parte de ella dudaba. De pie sobre Percival, que estaba atado con las manos sobre su cabeza, intentó mantenerse concentrada. Su camisa estaba ligeramente abierta, revelando su pecho tonificado. Su plan era simple: seducirlo, drenar su energía y acabar con ello. Pero, en el fondo, la culpa la devoraba.
"Confías demasiado en mí," murmuró, frustrada por la inocente actitud de Percival. "Ni siquiera sabes lo que estoy planeando." A pesar de sus palabras, no había miedo ni resistencia de su parte, lo que solo la irritaba más.
Decidida, Nasiens vertió una poción en la boca de Percival, observando cómo la bebía. Era un sedante, destinado a paralizarlo el tiempo suficiente para que ella completara su misión sin interrupciones. Sin embargo, para su sorpresa, algo extraño comenzó a suceder.
Percival no estaba paralizado. En cambio, su cuerpo parecía reaccionar de una manera inesperada. Un extraño calor irradiaba de él, una calidez que la hizo detenerse. Observó cómo su cuerpo se tensaba, su respiración acelerándose.
La confusión se apoderó de Nasiens. "¿Qué está sucediendo?" susurró para sí misma, acercándose a él. La poción debería haberlo dejado impotente, pero en su lugar, había desencadenado algo profundo dentro de él. Sus ojos, ahora entreabiertos, tenían una nueva intensidad que ella no había visto antes.
"Pensé que debías ser inmune a esto," murmuró Nasiens, acariciando ligeramente su pecho con la mano. Pero cuando sus dedos hicieron contacto, el cuerpo de Percival respondió. Su respiración se profundizó y un suave gemido escapó de sus labios. Era como si su toque hubiera despertado algo dentro de él que ni siquiera sabía que existía.
Su misión estaba clara—seducirlo, drenar su energía—pero ahora, Nasiens se enfrentaba a un dilema. A medida que sus dedos danzan suavemente sobre su piel, su propio corazón comenzó a acelerarse. Se suponía que ella debía tener el control de esta situación, pero algo en la forma en que Percival reaccionaba la hacía sentir vulnerable.
Aún así, siguió adelante. Sus manos bajaron, provocando la punta sensible de su miembro. El cuerpo de Percival se estremeció con su toque y un suave suspiro escapó de sus labios. Una pequeña cantidad de fluidos brotó de él, y por un momento, Nasiens pensó que su trabajo había terminado.
"¿Ves?" susurró, con un atisbo de orgullo en su voz. "Te lo dije, no se necesita mucho." Miró hacia abajo, su mano ahora cubierta con su líquido blanco. Con una sonrisa pícara, lamió sus dedos, curiosa por el sabor. "Qué sabor tan extraño," murmuró. "No hice esto con mis objetivos anteriores."
Su comentario casual desencadenó algo profundo dentro de Percival. En el momento en que mencionó objetivos anteriores, su celosidad estalló. Su agarre se apretó alrededor de su cintura, atrayéndola más cerca. Su vestido, suelto y fluyendo sobre su ropa interior, comenzó a deslizarse completamente, dejándola totalmente expuesta. El pánico brilló en sus ojos al darse cuenta de que las tornas habían cambiado.
"No puedes tocarme," advirtió Nasiens, su voz temblando ligeramente. "Las reglas decían—"
Percival la interrumpió con una mirada decidida. "Pero tu verdadero propósito es tomar mi energía, ¿verdad? Bueno, me aseguraré de que lo hagas."
En un instante, la tuvo inmovilizada, su fuerza sobrepasando la de ella. Nasiens jadeó mientras la punta de él rozaba su entrada. Siempre había estado en control durante estos juegos, pero ahora, ella era la que estaba a su merced. Su respiración se detuvo en su garganta al sentirlo comenzar a entrar en ella.
El dolor repentino era diferente a todo lo que había esperado. Sangre goteó por sus muslos, y Nasiens gritó, sintiendo el agudo escozor de su virginidad siendo tomada. Percival se congeló, sus ojos abiertos de par en par por la sorpresa y la culpa. "¿Tú... eres virgen?" preguntó, la incredulidad tiñendo su voz.
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Deseo Inocente
FanfictionEn un mundo donde los sueños y deseos poseen un inmenso poder, Percival, un bondadoso estudiante universitario con un espíritu de vida único, es inmune a los encantos de las seductoras súcubos que anhelan la vitalidad humana. Sin saber de las fuerza...