Cap. 32

36 2 1
                                    

Narra Marinette.
Ya la noche envolvía la ciudad, y mi mente seguía revuelta con la conversación que había tenido con Oscar. Sus palabras resonaban en mi cabeza, despertando dudas que me negaba a afrontar. Pero debía buscar la manera de calmar mis pensamientos o me volvería loca.

Salí de bañarme con una toalla en la cabeza y una bata de baño cubriendo mi cuerpo. Sobre la cama estaba el elegante y hermoso vestido que había elegido para la gala de los Agreste. Un vestido largo hasta los tobillos, ajustado al cuerpo, con un corte a lo largo de la pierna derecha, de finos tirantes y en un tono azul oscuro cubierto de pequeñas lentejuelas. Era uno de mis diseños, algo que había creado con esmero y, curiosamente, perfecto para la ocasión.

Me puse de pie frente al espejo mientras terminaba de subir el cierre del vestido, con un poco de dificultad porque estaba en la espalda. Dejé caer mi cabello en suaves ondas, dividiéndolo a un lado, como me gustaba llevarlo en eventos formales. El maquillaje, discreto pero impecable, resaltaba mis rasgos, y los accesorios que había elegido complementaban perfectamente el conjunto.

Me detuve un momento, observando mi reflejo en el espejo. Me gustaba la imagen que proyectaba. Elegante, segura, preparada para enfrentar cualquier cosa que se presentara esta noche. Sin embargo, por dentro, no podía evitar sentir el nudo en mi estómago, la contradicción que se gestaba en mi interior.

¿Por qué me importaba tanto lo que Oscar había dicho?
"Estás arrastrando a personas inocentes" Su voz seguía susurrando en el fondo de mi mente. Me obligué a apartar esos pensamientos, a recordar por qué estaba haciendo todo esto. Mi padre. Mi promesa.

Pero ahí estaba, otra vez... Adrien. Y su forma de desestabilizarme.

Intente apartar los pensamientos que me agobiaban, respiré hondo y, mientras alisaba el vestido una última vez, me prometí a mí misma que no habría más dudas.

Tomé mi bolsa y mi abrigo, y salí de mi apartamento, lista para lo que la noche me deparaba. Llegué al elegante salón, decorado en tonos dorados y con un aire majestuoso que solo podía pertenecer a un evento de los Agreste. En la entrada, un hombre vestido con un traje negro me detuvo con amabilidad.

— Buenas noches, señorita. Su invitación, por favor —dijo cortésmente.

— Buenas noches —respondí con una sonrisa, entregándole la invitación.

— Que disfrute del evento —añadió mientras me dejaba pasar.

— Gracias —murmuré antes de avanzar.

Al cruzar las puertas, me encontré rodeada por un ambiente deslumbrante. Era mi primera vez en una gala de los Agreste, y debía admitir que la magnificencia del lugar me sorprendió. Todo estaba meticulosamente decorado, cada detalle brillaba con elegancia. Mientras admiraba el entorno, de repente, Adrien apareció ante mí… acompañado de Lila, quien lo traía tomado del brazo.

"Todo iba tan bien", pensé mientras una ola de molestia me invadía al verla tan cerca de él.

— Buenas noches, Marinette. Bienvenida —saludó Adrien, con esa sonrisa encantadora que siempre lograba desarmarme. Llevaba un traje negro hecho a medida, y su cabello, perfectamente peinado, le daba un aire atractivo e irresistible.

— Esperamos que disfrutes del evento —agregó Lila con una sonrisa que, al menos para mí, se veía terriblemente falsa. Llevaba un vestido rojo ajustado que acentuaba su figura, con un escote en forma de corazón. Su cabello recogido en una coleta alta y unos mechones sueltos que enmarcaban su rostro a la perfección.

— Gracias —dije con una sonrisa, intentando sonar casual, aunque por dentro la incomodidad se asentaba en mi pecho.

— Adrien, los señores Mendoza han llegado. Como anfitriones, debemos darles la bienvenida —dijo Lila, aún tomada de su brazo con elegancia.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora