~CAPÍTULO CATORCE~

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Luego de haberse despertado aquella madrugada, Visenya no pudo conciliar el sueño otra vez pensando una y otra vez en Aemond, y lo que sucedería con ellos ahora. ¿El matrimonio se cancelaba? Y si se cancelaba, ¿Aemond haría algo al respecto? ¿Por qué había soñado con Aemond de esa manera? ¿Acaso ella lo deseaba también? Su mente era un caos. Si bien quería lo más lejos a su tío, una parte de ella disfrutó vivir en King's Landing, y discutir con él todos los días, le era entretenido.

Pero ahora, cada uno en un extremo diferente de la historia, las cosas cambiarían y no sería para bien, si es que lo volvía a ver.

La princesa pensaba también en su pequeña hermana Rhaenys, la pequeña y deforme criatura que había parido su madre, un trauma que la perseguía desde entonces, el suspiro de su madre luego de dar a luz, sus manos llenas de sangre, no podía evitar pensar en eso y por supuesto en que también podría sucederle a ella, se aterró.

Cuando Visenya por fin logró dormir, lord Cregan Stark se despertó, viéndola por unos minutos, pensando en lo hermosa e irreal que era, y recordando lo que había sucedido hace unas horas. Sonrió para sí mismo y se levantó, con cuidado para no despertarla, aún desnuda, la cubrió con las pieles que decoraban la cama y salió de la habitación.

Un par de horas pasaron para que la joven se despertara, el lugar, gris y oscuro, la nieve por las ventanas y el frío era irritable, casi insoportable a pesar de estar dentro de una habitación, Visenya se levantó con cuidado viendo su cuerpo desnudo frente al espejo, juraba que había cambiado, pero quizá sólo estaba exagerando. Volteó la mirada para ver las sabanas destendidas y una mancha pequeña de sangre en ellas. Una niña había llegado a Winterfell, pero una mujer llegaría a Roca Dragón, pensó.

Sin embargo, ella sabía las consecuencias de sus actos, Visenya se quedó pensativa por unos minutos cuando salió a la puerta para solicitar que un maestre se acercara, habló cuidadosa y cautelosamente con él, en voz baja, casi susurrando, el maestre asintió con la cabeza y salió del lugar casi corriendo. La joven volvió a entrar a la habitación, sobándose el rostro, caminó al rededor para encontrar lo que parecía una especie de insignia en la mesita de noche, un hermoso lobo huargo de plata, ella guardó la insignia en uno de sus bolsillos.

Luego de una hora, alguien tocó a su puerta.

—Adelante—dijo ella.

—Espero pueda disculpar la demora, princesa—dijo el mismo maestre que había hablado con ella antes—He sido muy cauteloso y sigiloso.

—Muchas gracias gran maestre—respondió la joven acercándose al hombre, aunque tenía miedo por dentro.

—Tuve mucho cuidado en su preparación—siguió el maestre—Si no se elabora apropiadamente puede ser ineficaz y tener efectos secundarios muy... desagradables.

Visenya sonrió algo triste hacia el maestre y tomó la taza con una mano, para oler el contenido dentro de ella, arrugando ligeramente la nariz

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Visenya sonrió algo triste hacia el maestre y tomó la taza con una mano, para oler el contenido dentro de ella, arrugando ligeramente la nariz. El maestre notó la reacción de la joven.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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