Epílogo.

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Me vuelve loco...Mi corazón, se acelera.
La puta madre, otra vez ese taradito.
«¿Me da un helado de Menta granizada?»
Pero que tantas ganas de joderte la vida que tenés para pedirte pasta dental, eh.

Encima viene cada dos por tres, a pedir lo mismo, el tipo.
Menta Granizada, Menta Granizada, de tanto pedirla me dió curiosidad y la probé y comprobé, mi ya efectiva teoría, sabe a mierda.
No entiendo, qué tanto te va a gustar? Por qué no te pedís uno de  vainilla...? Más común. O chocolate, o al menos una de la sección de las tortas. Nunca lee aquel menú, siempre viene por lo de siempre. Jamás pensó en algo un poquito más grande y rico? Qué tal vez se pueda compartir y tomar con unos mates? Una torta de chocolate? Una de crema, un pie de ricota o limón.

En la puerta de cristal se oyó una campana alborotarse suavemente.

Y hablando de Roma...

— Si, buenas. Qué se le ofrece?- Habló el pecoso. Mientras levantaba la vista y fingía una sonrisa, para luego observar a aquel morocho con trenzas.

—Si, me podría dar...un....Chocomint with... cappuccino.- Observando su teléfono. Para luego conectar con aquellos ojos cristalinos, de un color que mostraba un reflejo de su propia cara. Jamás había prestado atención, pero ese inglés? Se estaba dejando llevar por ese patriota blanquiceleste.

—Si, ya mismo se lo preparo, señor.-
El chico ojeó disimuladamente de arriba a abajo.

—Menos mal que no se viste por como come, porque sino....-
Susurro hacia sus adentros.

—Disculpe?- Confundido, fijando miradas.

—Qué si desea alguna cosa más...-
Disimuló, mientras terminaba de anotar la orden. Unas ganas de irse le carcomía. Pero era el único trabajando y le generaba tentación irse, si no quería que le despidieran.

—No, ejem- No please- No. Gracias.-

Que. —mirá que entiendo inglés, pero no inglés...- pensó el joven mientras se retiraba del mostrador para seguir con su labor.

Unos minutos después, simplemente agarró una tapa para la taza de cappuccino. Una taza de un color verde oscuro y una tapa de color carbón. Preparó un bowl con una buena y prolija servida de helado.

—ojalá que coma tanto que se empache.-
Su mente reproducía la placentera escena...le parecería un agradecimiento y a muchas personas más. La existencia de aquel sabor le parecía abominante. Una aberración.

Jamás pensó que existiera alguien que le gustará tanto aquella pasta dental, como le nombraba él.
Dios, estar allí le perturbaba el alma. 
S

iempre tuvo una buena mano para el público, satisfacer a los demás con pequeños gestos le era una experiencia de nacimiento, al igual que esa sonrisa encantadora de joven.
Tener 19 años le era encantador, aunque preferiría estar en su cama, acostado, el rayo del sol reflejado en su pálida tez. Pero no. Tiene que trabajar. Y ver aquel tormento, Lewis Hamilton, ese famoso corredor, cada día. Ese famoso corredor de nada más, ni menos, que 32 años. Le parecía alguien decente; si no fuera por sus gustos 'aberrantosos' como los denominaba él.

Sirvió una muy generosa cantidad. Colocó una cuchara en el helado y por encima del helado, chispitas de chocolate y una barra pequeña con chocolate rellena de menta.
—Qué putísimo asco.- Pensó, pero al mismo tiempo se veía hermoso, una de sus obras de arte, era de lo que mas odiaba. Menta Granizada.

Lo colocó al lado de la taza de cappuccino. Agarró el ticket.

—Firme, por favor.. Efectivo o tarjeta?-

Lewis se quedó bastante satisfecho luego de mucho tiempo visitando está tienda, era la primera vez que lo atendía aquel joven y le daban una generosa acción como aquella, nunca le colocaron chispas o barra, ni siquiera la cuchara. Le gustaba este chico. No importa porque, pero le caería bien desde ahora. Desea ser atendido por él siempre.

—Si, tarjeta.- seriamente, debería preguntarle, por qué es el único que le pone esmero a su trabajo? Y por qué los demás trabajadores no?

Firmó el ticket y pasó la tarjeta, agarró su billetera, depositando unos billetes en aquel tarro: 'Propina.' por segunda vez desde que llegó a conocer esa tienda. Qué produce su helado favorito de manera única.
Definitivamente, visitará muchísimo más seguido en un día.

—Que tenga un buen día, señor.-
Sonreía suavemente mientras observaba al frente suyo, como recogía las cosas lentamente. Y agradeció por la propina.

—Le agradezco.-

—No hay de que. Igualmente.-

Se retiró de allí.

Pero que agradecimiento. Propina, la primera vez que le tocaba atender a aquel señor, le daba propina, ya está, la va a romper hoy. Se sale y se clava alta siesta. Siempre se encontraba en la cocina o en otras secciones. Pero como es el único en la cafetería enorme, debe hacerse cargo de todo. A veces detesta el hecho de que tiene una bicicleta.

Se dedicaría a hacer otras cosas

Pasaron las horas. Atendió a muchísimos más clientes. Siempre entrando, más de 200 clientes en un día solo. Agotado. Trabajar en una cafetería tan famosa era un beneficio pero también un sacrificio.
Limpió, atendió, tomó órdenes, hizo órdenes y pedidos, contando todas las personas que atendió y que realizó pedidos para llevar, etc. en total son mas de 600.

Más que un día normal.

Al fin, la noche llegó. Pero con la noche llegó alguien más. Lewis Hamilton.
Pero la puta madre. No sé empachó.

Plantó una sonrisa gentil, un tono de voz igualmente.

—Buenas noches, que desearía?-

Ya lo sabía. Pero esperaba que nunca diga esa frase.

—Un Chocomint, con unas galletas de marmolado, Chocomint. por favor.-

—Desearía algo de tomar?-
Anotaba y realizaba ajustes en los precios para realizar la cuenta general.

—Un vaso de leche caliente con canela, por favor.-

Era obvio. Estúpida, jodida, repulsivamente obvio! Pero bueno. Comenzó su orden, colocó una tapa color carbón en aquella taza de leche caliente con canela y un poco de crema batida por encima. Luego, agarró una caja para las galletitas y colocó cuatro grandes y gruesas, crocantes, galletas de choco menta, para luego cerrar la caja blanquecina y colocar un lazo verde oscuro alrededor de esta. Y luego agarró un bowl para el helado, una generosa cantidad. Un poco más que la anterior. Esta vez puso más chispitas de chocolate y dos mini barras de chocolate relleno menta y un poco de caramelo de menta derretido.

También, le colocó la cuchara.

—Firme, por favor...Efectivo o tarjeta?-

—Tarjeta.-

Le encantaba, ser atendido por este chiquillo, le generaba un buen final del día. Luego de pagar, dejo una muy muy generosa propina y se retiró del lugar.

—Le agradezco, señor. Buenas noches..-
Dijo, mientras lo observaba irse. Gracias a dios, su turno terminó.

Lewis se fue contento.

Franco? Se fue como si hubiese estado participando en una guerra y tuvo que salir a la superficie.
Cerró la caja, las propinas se las quedaba el que estaba en caja aquel día. Se llevó sus propinas felizmente. Eran bastantes al ser más clientes de los esperados y las propinas de Lewis.

Cerró la cafetería y subió a su bicicleta. Pedaleando hacia su departamento.

Entró a su habitación, al fin. Se despejó de sus prendas, colocándose una remera blanca y unos shorts negros, se cepilló los dientes luego de comer y se acostó, cayendo en los brazos de Morfeo.
Muy cómodamente, deseando que su día siguiente sea menos agotador que hoy, o al menos, no tanto labor.

La cereza de la torta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora